¡Vaya! A veces la vida da un giro inesperado... en la dirección correcta.
Dos Jóvenes adultos que creían tener todo su futuro fríamente calculado, sus prioridades organizadas hasta que ocurre una cadena de hechos que hacen que la vida les haga dar...
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A media hora de Exeter entramos a un pueblo llamado Torquay, bajamos del auto en su calle principal, donde según Lucy hay un museo dedicado a Agatha Christie, así que caminamos rumbo al lugar aunque esta vez tuve que dejar a Frankie atada en unas rejas porque no la dejaron ingresar en mis brazos.
Recorrimos el interesante lugar, le hice otro presente a Lucy debido a que el sistema no leía su tarjeta, y yo traía dinero en efectivo.
—Te lo devolveré.
—Ni se te ocurra... es un regalo. –dije dándole la bolsa.
—Gracias, eres el mejor. –agradeció tirando de mi cuello para acercarme a ella logrando darme un beso en la mejilla.
De regreso en el auto, mire a Lucy esperando nuevas indicaciones...
—Ahora... ¡A la playa! –gritó Lucy encendiendo el motor del auto
Sábado 23 de julio – 09:20am – Torquay
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El día estaba ideal, el cielo con nubes alejadas del sol, una brisa normal estando cerca del agua, la arena hirviendo, y el agua congelada, Lucy se quitó su vestido de playa para quedar en traje de baño enterizo mientras que yo me quité la remera, nos pusimos protector solar, ella se dispuso a tomar sol, mientras que con Frankie en brazos nos dirigimos al agua, corrí esquivando a las pocas personas que comenzaba a llegar mientras que mis pies se quemaban hasta que chocaron contra el agua demasiado fría... Me adentré en el agua dejando a Frankie que disfruta mojarse las patitas en la orilla.
Sábado 23 de julio – 11:45am – Torquay
El hambre hacia retumbar mi pancita así que decidí salir, y acercarme a Lucy...
—Sal del sol mujer... te hará mal. –exclamé
—Hace un minuto no te interesaba... has regresado por que te dio hambre... ¡interesado! –bromeo mientras nos sentábamos en las reposeras debajo de la sombrilla.
