Capítulo 46:

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Viernes 16 de septiembre – 05:30 PM – Londres

~Lucy ~ 

Esta semana fue demasiado intensa, pero por suerte está terminando, Gwilym lentamente regreso al trabajo, eso significa que Joseph abandono sus ínfulas de jefe, intento arreglar las cosas regalándome un libro, uno que vengo buscando como loca hace mucho tiempo, no es coincidencia, a la coincidencia la llamo Ben James Jones Hardy, que estoy segura que estuvo detrás de esto, acepte y agradecí el presente, pero no significa que haya olvidado lo sucedido.

Si hubo algo en esta semana que me saco mucho de quicio fue Sebastián, por suerte su pelea con Charlie sólo duro cuatro días, sinceramente no lo soportaba mucho más, en estos días se nos pego como chicle, se unía a nuestros planes aunque no lo invitáramos, nos hacia quedarnos despiertos hasta las 1 o 2 de la madrugada, se entrometía en nuestras conversaciones, y lo que más me molestaban eran las charlas en código con Ben delante mío, ¿Celosa? Claramente, es mi mejor amigo, no de él, además que es mala educación hablar en códigos frente a alguien. 

Como última actividad del día, fuimos al gimnasio con Benny, el profesor se entusiasmo con la clase y nos dejo en un estado lamentable de cansancio, llegamos al edificio y delante nuestro tenemos como doce escalones, pasito a pasito como dos abuelitos los subimos sin fuerzas, Frankie comenzó a torear cuando estábamos en el ante último escalón, anticipando nuestra llegada. Ben abrió la puerta y gastamos nuestras últimas energías para echarnos una carrerita para ver quien llegaba antes al baño. ¡Gane yo! 

Me duche, me higienicé, salí del baño envuelta en una toalla y con otra en la cabeza, al abrir la puerta note al vagabundo de mi hermano tirado en el suelo como que si se estuviera derritiendo, levemente lo toque con mi pie —Hueles espantoso. –dije a lo que simplemente respondió —Todavía no configuré mi sudor para que huela a perfume Dior. –respondió sarcásticamente mientras se levantaba del suelo. Entre en mi habitación, terminé de secarme el cuerpo, me coloque ropa interior, una remera blanca estampada vieja y estirada aunque no se me note por el largo de esta me coloque un short para finalmente tirarme en la cama, dónde rápidamente mis músculos comenzaron a relajarse al sentir el colchón.

El placer duro poco, escuché como tocaban la puerta principal con insistencia y Ben todavía seguía duchándose, así que me tocaba ver de quien se trataba. Caminé lentamente por el corredor rogando que fuera el cartero y no visitas pero me paralicé al ver la puerta abierta. Me asomé lentamente por el corredor, y del otro lado vi a Joseph señalando la llave del lado de afuera. 

Al mismo tiempo que notaba la imprudencia del rubio recordaba que Madeleine me había dicho más temprano que vendría, no me quedo otra opción que abrir mis brazos y alegrarme falsamente ya que su presencia estaba arruinando mi descanso. 

Los hice pasar, se acomodaron a los costados de la mesa mientras que preparaba un café para mí y té para ellos. Habíamos comenzado a ponernos al día cuando Ben salió del baño,con una remera que en sus buenas épocas fue negra, un short de fútbol y descalzo, estaba concentrado mirando la palma de su mano. —Lucy, mira lo que encontré tirado en el suelo. Cuando levanto la vista se encontró con las visitas a lo que rápidamente tuvo que comenzar con esa rivalidad que no logro entender. — ¿Por qué dejas que brujas entren a nuestra casa? Ahora deberé limpiar la casa con agua bendita. –soltó mientras saludaba a Joe chocando sus manos. Nosotras comenzamos a ponernos al día con los temas de conversación mientras que los niños fueron al sofá a jugar a la consola.

06:30 PM

Comenzaron a escucharse ruidos raros como crujidos, pero nos llevamos un susto cuando Frankie comenzó a ladrar mirando hacia la puerta, Ben se asomo a mirar por el corredor cuando no pudo evitar largar uno de sus comentarios. —Esto es lo que sucede cuando invitas a una bruja a la casa, los espíritus empiezan a revelarse. Joe se cubrió la risa con la mano hasta que notamos al causante de los ruidos. — ¡Amor de mi vida! –gritó Sebastián con su particular tono de voz, él venía acompañado de Charlie, ambos fueron saludando uno a uno para terminar yendo a la cocina donde prepararon la merienda y la famosa infusión del argentino. 

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