Once Upon A Time: El Hijo De Malefica

Prologo

– ¿Storybrooke? ¿Que clase de lugar es ese? — Pregunta un hombre de cabello rubio, era Samael.

Samael no se creía ninguna palabra que trataban de decir Emma junto con Rumpelstikin y Regina.

Emma quería salvar a Hook y Rumpelstikin no quería acceder su ayuda, pero ofreció al hijo de Malefica y Hades.

No fué fácil encontrarlo y vivía en Lousiana. Estaba tan alejado al mundo de los cuentos desde que Samael logró escapar del inframundo muy joven y hace mucho tiempo que no escucha nada sobre los cuentos. Ni quería saberlo.

– Te necesitamos acceder al inframundo. Tu padre tiene a mi hombre, sé que quieres olvidar el pasado a pesar de cómo viviste, te necesitamos. — Explica Emma a Samael buscando una posibilidad de alianza.

Samael se quedó pensando en las palabras de Emma, la veía muy preocupada y amaba a su hombre. Haría lo que sea por recuperarlo.

Samael miró a Emma, sus ojos reflejaban una determinación que no había sentido en años. La idea de sumergirse de nuevo en el inframundo, el reino de su padre, le provocaba un escalofrío que recorría su espina dorsal. Pero había algo en la súplica de Emma, una sinceridad que no podía ignorar.

—Está bien.  — Dijo finalmente, su voz era firme pero su corazón latía con una mezcla de ansiedad y poca emoción.—  Iré al inframundo y hablaré con Hades. Pero no por ti, ni por Hook... lo hago por mí. Hay cuentas pendientes que debo saldar con mi padre. Aunque no espero encontrármelo.

Emma asintió, aliviada pero consciente de la tormenta interna que debía estar azotando a Samael.

—Gracias.  — Murmuró ella.

Samael se giró, preparándose para lo que vendría. Sabía que el camino sería peligroso y las posibilidades de éxito, inciertas. Pero también sabía que, en el fondo, anhelaba respuestas a las preguntas que habían atormentado su existencia desde que escapó del inframundo.

Con un suspiro, comenzó a recitar el encantamiento que abriría el portal. Las palabras antiguas resonaban en el aire, y una luz azulada comenzó a formarse frente a él. Era la hora de enfrentar su destino.