Capítulo 12.

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Traté de no actuar de manera sospechosa, pero esos analgésicos que tomé de su cuarto todavía no había surtido efecto, comenzó a hablarme de la escuela, a hacer preguntas sobre mi primer día, de verdad parecía interesado, no quería decirle que en mi primer día ya me dieron una paliza. Decidí mentirle, solamente por esa vez, le dije que me había ido genial, que había hecho amigos, y que las clases eran fáciles. Comencé a hacer algo para que comamos, para que no notase mis brazos, ni mi cara, pero al servirle una taza de café agarró con fuerza mi brazo roto, estirándolo hacia el, mi cara de dolor lo decía todo, pero el no lo notó. 

-Vaya vendaje de novato, ¿Qué te pasó?- Preguntó de manera seria, su expresión de incomodidad cambio en segundos, ya no se veía como ese padre primerizo que conocía.

-N-no fue nada, me caí de las escaleras.- Dije nervioso, respondiendo por mi otro brazo.

-No te cortas así cayéndote de una escalera.- Miró mi otro brazo y se dio cuenta de la paliza que me había comido.

-¿Quien te hizo esto?- Preguntó más serio que antes, soltó mi brazo, esas pastillas estaban tomando su tiempo para comenzar, aunque no sabía que eran. Volviendo al tema principal, el se levantó y me quito los vendajes, me limpió los cortes y los vendó de mejor forma. Luego me llevó al hospital más cercano, a unos 10 kilómetros de donde vivíamos, al llegar ahí le tomaron todos mis datos, de los cuales no tenía idea, para mi suerte había ido varias veces al hospital, tenía mis datos grabados en la cabeza, por lo que me trataron como un paciente de urgencia, me llevaron a un consultorio, me dijeron que esté tranquilo, pero cuando la enfermera cerró la puerta las pastillas comenzaron a hacer efecto, de pronto no sentí nada más, todo el dolor se había ido, y los cortes ya no ardían por el alcohol. 

-Bueno, a ver que tenemos aquí- Dijo el doctor entrando por la puerta, mirándome, como si me conociera de algún lugar.

-Vaya paliza te dieron muchachito, ¿Y tu papá?- Preguntó poniéndose unos guantes de látex

-Debe estar en la sala de espera, preferí que se quede allí, no quiero que me escuche gritar.- Dije como un chiste. Pero al doctor no le causó risa alguna.

-Bien niño, hagamos esto rápido, comencemos por el vendaje.-Dijo mirando mi expediente clínico -Vaya, ¿las enfermeras te hicieron el vendaje? Que buena forma de tapar todo, ¿Te duele?.- Preguntó tocándolo 

-No, fue mi padre, me vendó antes de que vengamos aquí, dijo que se me infectaría por ese vendaje de novato que me había hecho yo, y no duele, pero solamente porque tomé unos analgésicos que encontré en el cuarto de mi padre.- Contesté mientras miraba al rededor del consultorio, por la pinta que tenía este hombre, no era tan mayor, y tenía muchos diplomas de diferentes ramas de la medicina.

-Bueno, ya que el vendaje está bien, pasemos a la lesión, veamos como está.- Al subir la manga de mi remera divise que estaba roto en dos partes, no pensé que le había pegado con tanta fuerza. 

-Bien, primero tenemos que acomodar el hueso, y luego debemos ponerte un yeso, por suerte se ve peor de lo que es.- Dijo agarrando mi brazo del codo y de mi mano con sumo cuidado.

-Y como me lo va a acomod- Antes de que terminase de preguntar estiró mi mano con fuerza, los analgésicos perdieron su fuerza en ese momento, con ese simple movimiento logro ponerlo en su lugar, y como era de esperarse grité, grité como no lo había hecho antes, luego de eso me desmayé del dolor, y al despertar mi padre estaba al lado mío, y yo ya tenía el yeso puesto. Mi papá habló un poco con el doctor y le hizo firmar unos papeles para que me den de alta. Me esperó en el pasillo mientras que yo hablaba con el doctor.

-Bueno joven, terminamos, no fue para tanto, la verdad creo que desmayarte fue muy exagerado, pero ya puedes irte.- Dijo el doctor llenando unos papeles.

-Esta bien doc, muchas gracias.- Le respondí mientras abría la puerta.

-Oh por cierto, si hubieras ido a la enfermería de la escuela en vez de a casa esto podría haber sido gratis.- Dijo sin dejar de escribir. -Que tengas buenas noches, joven Dante, oh, y mañana ve a la oficina del director antes de ir a clase, está enojado por haberte escapado en tu primer día.- 

-No se preocupe, estaré allí a primera hora- contesté cerrando la puerta. Al salir del hospital ya era tarde, y estábamos lejos de casa, y con hambre. Comenzamos a caminar, le conté lo que había sucedido con más detalle, pero no le dije que los hijos de sus compañeros fueron los primeros, no quería que esto se agravase más. Mientras íbamos caminando logramos ver un camión de hamburguesas, mi padre se acercó a el para comprar algo para comer, pero la chica fue muy grosera con el, pero mantuvo la calma y le demostró que tenía dinero dándole una lección. Me senté a unos metros del camión, la noche estaba bellísima, las estrellas brillaban, se escuchaban búhos, era perfecta, mi padre llegó con la comida y se sentó a mi lado, comenzamos a hablar mientras comíamos.  Me preguntó sobre mi madre, que había sucedido, le conté todo, y algunas cosas sobre mi pasado, no tuve una vida muy agradable, pero al menos sigo vivo para contarla, pero todavía no estaba listo para contarle todo.

Luego de un rato nos levantamos para irnos, pero nos detuvimos al escuchar una discusión en el camión de comidas. Era un hombre gordo y mayor que la chica que atendía, la estaba regañando por no haber ganado tanto dinero, pero teniendo en cuenta que estábamos en medio de la nada era lo normal. Cuando la amenazó mi padre se quedó mirando a la nada, le hablaba para que haga algo, pero no estaba ahí, luego de unos segundos el comenzó a golpearla, la tiró al suelo comenzó a ahorcarla. En mi mente pasaron recuerdos de cuando diferentes hombres intentaron asesinar a mi madre, y reaccioné por instinto, con mi mano vendada golpee al hombre en la boca, mi mano se llenó de sangre, le había pegado con fuerza, el se levantó y trato de agarrarme con sus manos, pero lo esquive y le di un golpe en la barbilla, haciendo que sus piernas no le respondan y caiga de rodillas, me dispuse a terminarlo con un golpe directo en la nariz, pero al estar a unos centímetros empezó a pedir por su vida, excusándose con que tenía una familia, me enojé más, y lo agarré del cuello de su camisa.

-Ella decía lo mismo mientras te explicaba porqué no vendía tanto. NO TE DA VERGUENZA PEDIRME MISERICORDIA CUANDO ESTUVISTE A PUNTO DE ASESINARLA!?- Pregunté enojado, me dispuse a terminar con el. 

-Entonces es tu culpa maldita perra, no sé cuanto te pagó para que me lastimes, pero te pagaré el triple si la asesinas.- Me dijo entre lagrimas y enojo, trataba de ponerse de píe nuevamente, cuando estaba a punto de darle el golpe final mi padre se acercó a mi, me apartó, sacó una pistola y sin pestañear le voló la cabeza de un disparo.

Al ver esa escena tan cerca comencé a recordar cosas que mi mente había bloqueado. Perdí mis fuerzas, y caí al suelo, vomité toda la comida y comencé a temblar mientras miraba a mi padre. Luego de un rato pude volver a pararme, pero al haber vomitado toda la comida tenía hambre nuevamente, entonces la señorita que estuvo a punto de morir, ahora mucho más amable que la ultima vez me regaló una hamburguesa por haberla salvado. Luego se puso a hablar con mi padre y nos fuimos de allí.

El camino a casa fue más incomodo, aunque hablamos un poco. Le hice algunas preguntas y luego todo volvió a estar en silencio otra vez. Llegamos a casa al rededor de las 4 am, tenía 2 horas para dormir, pero todo lo que había pasado me había quitado el sueño. Me quedé levantado, mirando por la ventana de mi habitación, la noche seguía igual de hermosa, pero mi mente no dejaba pasar el hecho de que mi padre haya matado a una persona con tanta frialdad, nunca le había preguntado en que trabajaba, no sabia casi nada de el, pero era normal, llevábamos poco tiempo juntos. Mientras encendía un cigarrillo escuchaba como decía algunos nombres. Arthur Williams, Marcos y Brianna, estaba soñando, tal vez una pesadilla.

Padre De Un AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora