Capítulo cinco - [ El último pecado.] Parte final.

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Ellos estaban equivocados.

No era que ellos supieran que estaban equivocados desde el principio, pero todo aquello era diferente. Lo que había sucedido era muy diferente de lo que ellos imaginarían que sucedería.

Lo que ellos esperaban encontrar cuando llegaran hasta la sala donde los portales que llevaban a la Tierra estaban era a Seungmin esperándolos. Ellos esperaban que los portales estuviesen activados y que Félix pudiese llevar a Hyunjin al mundo humano, cuidar de él hasta que éste se sintiera bien para volver a los Cielos y explicarle a su superior, Bangchan sobre su desaparición.

Ellos esperaban que todo saliera bien.

Durante todo el camino hasta la Torre del Placer, el destino final de los tres demonios y del ángel, Félix tuvo su mano asegurada por Hyunjin. El ángel no decía nada, apenas agarraba la mano del menor entre la suya mientras caminaba con dificultad, sintiendo el viento azotar su rostro, teniendo sus alas aplastadas contra la espalda por el abrigo pesado que usaba.

Realmente no habían guardias en la puerta principal de la Torre y ellos pensaron que Seungmin había conseguido seguir con el plan y que, en breve, todo aquello acabaría.

Ellos estaban tan equivocados.

Al entrar a la sala de los portales, lo que ellos encontraron fue un demonio de piel demasiado morena sentado en la mesa, vistiendo ropas que le determinaban una alta posición en la jerarquía demoniaca. Alguien que ni uno de los tres demonios jamás había visto, dejándolos apavorados.
Félix presintió lo peor cuando sintió la mano de Hyunjin prácticamente aplastar la suya, en un apretón desesperado.

Y entonces todo sucedió.

Todo pareció desmoronarse delante de los ojos de Félix mientras el veía a los demonios soldados, los Iwias, entrar por la puerta de la sala y los cercaran. Félix percibió que los portales estaban desactivados por completo, algo que jamás había visto, mientras su rostro se giraba hacia los lados, intentando cuidar a Hyunjin en medio de la confusión.

Las manos habían sido separadas.

Félix escuchó a Hyunjin gritar y cuando se había dado cuenta él mismo estaba gritando cuando lo forzaran a arrodillarse en el suelo. Sus cabellos eran jalados con fuerza mientras una correa era colocada sobre su cuello a la fuerza, su piel quemaba y sus ojos lagrimeaban, mientras su garganta dolía.

Félix lloraba.

El demonio derramaba lágrimas mientras sus manos eran amarradas detrás de su espalda, mientras el observaba que hacían lo mismo con el ángel. Hyunjin estaba con el rostro pegado al suelo mientras los soldados le pisaban, inmovilizándolo y sometiéndolo.

Félix abrió sus ojos al ver a los Iwia rasgando las ropas que cubrían la piel del ángel. Sus ojos temblaban mientras sus labios se partían, su voz arañando en su garganta mientras gritaba para que pararan. Hyunjin en cuestión de sgundos fue tirado al suelo, completamente desnudo, mientras su piel era marcada por las uñas crueles de los demonios soldados.

Félix no prestaba atención a nada más que no fuese Hyunjin. Su cuerpo intentaba moverse en dirección a éste, pero el mismo era agarrado, pisoteado, para que se quedara en el lugar apenas observando.

Observando a Hyunjin gritar.

Gritos de dolor escapaban por los labios del ángel mientras sus alas eran agarradas y jaladas con fuerza por los otros demonios.

¡Paren! ¡Por favor, paren!” Félix gritaba desesperado, sin ser escuchado mientras los demonios se mantenían serios, obedeciendo las ordenes superiores, probablemente.

(IM)puro [HyunLix-LixJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora