Dos.

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-Tus costillas están bien- Ian señala algo en la radiografía que no logro entender
-Ya lo sabía- Seth pone los ojos en blanco
-Hiciste bien en colocar hielo instantáneamente en tu ojo, sólo estará morado por unas semanas y respecto a tu abdomen, no hagas ningún esfuerzo físico y coloca la misma crema que ya utilizaste para aliviar el dolor puede que el moretón dure un mes o más- Ian sigue con su explicación, omitiendo el comentario ofensivo
-¿Hay algo que no sabía de antes?- el morocho habla sarcásticamente
-Deja a tus nudillos respirar pero necesito que los limpies a diario, eso es todo
-Bien- Seth se levanta de la camilla con una mueca y arrancando la receta de medicamentos de la mano de Ian deja la habitación
-Lo siento- me pongo de puntitas para besar la mejilla de Ian y salgo detrás de Seth

Lo encuentro de brazos cruzados apoyado en mi jeep negro. Me acerco a él con el ceño fruncido dispuesta a armar un escándalo porque se comporta como un niño cuando recuerdo que no tengo ningún derecho sobre él. Nosotros ya no salimos.

Paso por su lado y me subo al jeep en silencio mientras él sube a mi lado. Utilizo todas mis fuerzas para no gritarle o decirle que se vaya caminando mientras conduzco hasta su departamento.

-Estás enojada- habla cuando frenamos en una luz roja
-Si- murmuro entre dientes
-Lo siento, Ian nunca me agradó- dice con simpleza
-Es mi mejor amigo- añado
-Por eso no le he partido la cara cuando he tenido oportunidad- lo miro sorprendida pero él está apoyado sobre su brazo contra la puerta y no me mira
-Eres increíble- la luz cambia a verde
-Lo sé- de reojo puedo ver su sonrisa pero lo conozco demasiado bien como para saber que su tono no es de orgullo

Estaciono en la puerta de su edificio y nos quedamos en silencio sin saber qué hacer. Espero a que él diga algo o apriete mi mano pero ninguna sucede. Tomo una gran respiración y me preparo para su reacción cuando escuche lo que le voy a decir.

-Tienes que dejar de venir a mi departamento- me armo de valor y volteo a verlo pero su mirada está perdida en el parabrisas
-Lo sé- susurra

Aprieto los labios y me acerco a su cara. Mis labios presionan su mejilla por varios segundos. Su piel es suave y quiero reír al oler el aroma de mi shampoo en su cabello. Pero no lo hago.

Alejo mi cabeza y veo que tiene sus ojos cerrados, no con fuerza como suele hacer. Están simplemente cerrados con sus pestañas proyectando sombras en sus pómulos. Parece relajado e incluso feliz. Abre los ojos y me da una última mirada. Me doy cuenta que no estoy en lo correcto, el azul de sus ojos es todo menos feliz. No alejo mi mirada de su espalda mientras se baja del jeep y sube los tres escalones.

Me encuentro a mí misma sin despegar la mirada de las puertas de su edificio incluso minutos después de que él se ha ido. Sacudo mi cabeza intentando desvanecer todos los pensamientos referidos a Seth Wild y arranco con un vacío en el pecho imposible de llenar.

(…)

Abro los ojos sintiendo el calor de otro cuerpo contra el mío, mis ojos reconocen el brazo tatuado de Seth sobre mi cintura y miro sobre mi hombro para confirmar mis sospechas.

Me volteo sin la mínima delicadeza hasta quedar frente a su rostro. Su ceja ha sanado completamente dejando una costra entre los pelos y la herida de su labio ya no existe. Los moretones de sus brazos desaparecieron y el de su ojo ahora es de un amarillo apagado.

-Seth- digo fuerte- Seth, despierta- muevo su hombro y él abre un ojo
-¿Por qué estás en mi casa?- frunce el ceño
-Tú estás en mi casa- cierra los ojos
-Mierda- murmura
-¿Cómo entraste?
-No lo sé, pero la cabeza me duele como la mierda- se voltea quedando sobre su espalda y tapa su cara con las manos
-Seth… tienes que dejar de hacer esto

You Can't Erase The Past.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora