Sebastián
Me estaba comportando como un animal, como alguien envuelto en deseo ciego, pero es que tenerla por fin en mis brazos era el deleite más grande que había probado en años.
Su cadera se movía a mi ritmo buscando esa fricción que le brindaba, sus pequeñas uñas clavándose en mi nuca, ahora sabía que eso era cosa de ella, el clavarme las uñas por todo el cuerpo, pero no me quejaba porque mañana serian un recordatorio de todo lo que viví con ella.
Cuan fácil sería quitarle las bragas y hacerla mía....
-por favor...
El susurro casi inexistente que salió de sus labios, me obligo a sepárame de ella, a observarla en el piso de su sala, con el pelo rizado esparcido por la alfombra, con sus ojos cerrados y su boca entre abierta buscando aire, y con las mejillas rojas, esa sería mi muerte. Pero siempre volvería a la vida por más de ella.
Escondí mi cara en su cuello, buscando la lógica en mi cerebro. Sus manos se movieron por mi espalda, levantando mi camisa, buscando desnudarme y quien soy yo para negarme, también quito su playera, ahora en su cara había algo que no había visto en ella nunca, estaba decidida, me empujo de los hombros y me deje hacer, me recosté sobre el piso duro y ella no dudo en ponerse sobre mí, juro que vi un ángel de cabello rebelde. Sus manos inexpertas trataban de quitarme el cinturón, reí cuando vi su desesperación, así que lo hice yo y ella aprovecho para quitarse las bragas, no perdí la vista de lo que me estaba ofreciendo, solo alcance a bajarme los pantalones a la rodilla cuando ella estaba sobre mi otra vez, y dios.... El sentir su calor sobre mi fue la perdición, cerré los ojos pero no estaba dispuesto a perderme nada.
Sus manos tomaron mi pe.ne, estimulándolo más, sabía que podía estar más duro pero estaba listo, lo intento, y lo estaba disfrutando como no tenía idea, verla queriendo empalarse en mí, me perseguiría hasta el fin de mis días, pero también ver su frustración...
-hazlo tu...
Me tomo por la guardia baja, cuando se retiró de mí y se acostó en el piso, seguí sus movimientos, colocándome entre sus piernas, sus manos me tomaron del cuello, cuando intente entrar en ella, estaba tan apretada que dolía, la observe, como cerro los ojos y frunció el ceño, fui lento, lo más que pude, sentir su calor y como me envolvía lo hacía muy difícil, así que la bese, mordiendo sus labios, salí y la penetre nuevamente, el jadeo que soltó en mi boca, fue como un canto de ángel, lo volví a hacer, pronto sentí ese ardor por sus uñas clavándose en mi piel.
No sé cómo lo hice lento, ni cuanto duramos, solo recuerdo su humedad apretándose a mí alrededor y en mí llegando al orgasmo dentro de ella, como la abrace y la apreté entre mis brazos al sentir como tocaba el cielo con los dedos, como nos quedamos así un rato, no quería moverme y romper el encanto.
Tome un puñado de su cabello y lo lleve a mi nariz, deseando guardar su aroma siempre en mi memoria.
...
Levante la mano quien más quiere que esto le pase*levanta las dos manos*
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Tiene memoria la piel | Sebastian Stan |
KurzgeschichtenLos villanos son quienes menos te lo esperas. Pensé que era buena pero al final los buenos pueden llegar a romperse, y solo el amor me recordara todo lo que no puedo tener. Pasión. Secretos. Amor. Engaños. Despedidas. Dolor. Ambición.