pánico

1.6K 112 8
                                    


Mila

Me mordí las uñas quitando el esmalte azul que solo había colocado ayer, pero me sentía impotente, que el corazón me iba a salir del pecho, odiaba sentirme así, avente los lentes al sofá.

Sebastián no había ido por su niño a la escuela en la última semana, había tenido que fingir una sonrisa incomoda con su esposa estos días, fingir que no me había tirado a su esposo en el piso de mi apartamento. Pero lo que me tenía mal es que no contestaba mis mensajes, bueno solo fue uno.

Que le envié hace cuatro días, un simple

"tenemos que hablar"

No hubo respuesta inmediata como siempre, ni en cuatro malditos días, pero mi orgullo podía más y no le mande más mensajes.

Pero me estaba quebrando la cabeza, ¿Por qué no contesto?, ¿Por qué despareció tantos días? Y la peor de todas y por lo que quería hablar con él, ¿había usado protección?

El recuerdo de esa noche era borroso en mi mente, recuerdo que nos quedamos abrazados en el piso un rato, luego él se levantó y me tomo entre sus brazos, me llevo hasta la regadera, donde nos quedamos bajo el chorro del agua, disfrutando del silencio y de sus caricias al lavar mi cabello, como nos envolvimos en toallas y nos recostamos sobre mi pequeña cama.... Como me había quedado dormida y cuando desperté estaba sola... con el cabello húmedo y con mi cuerpo adolorido, hecho una mie.rda. Con la toalla envuelta en mi cuerpo salía a la sala, solo encontré mi ropa tirada en el piso. Nada de él por ningún lado. Volví a la cama ese día sintiendo algo horrible en el pecho.

Salí al pequeño balcón que tenía mi habitación, me senté en el piso rodeada de mis plantas, observando el atardecer de una tarde de mayo, con las lágrimas bailando en mis ojos, reí mientras estas caían, con mis hombros temblando, me sentía sola, sin valor y mi mente estaba creando escenarios imaginarios que me dolían.

Cuando sentí unas manos en mis hombros, que me sacudían ligeramente, grite del horror que sentí, pero luego grite para sacar todo lo que sentía dentro de mí, mientras mi mejor amiga me abrazaba sosteniéndome.

-Mils.... –oí el temblor en su voz, al pronunciar mi apodo. –dios Mils, ¿Qué paso?

Le había enviado un mensaje más temprano, diciéndole que la necesitaba, ella vino corriendo, nos conocíamos desde la escuela secundaria, es mi mejor amiga en el mundo, Marissa. Y aun así, no sabía nada de Sebastián.

Se sentó a un lado de mí, tomando mi mano, nos quedamos en silencio por un rato, no podía hablar por las lágrimas y ella no presionaba y lo agradecía.

-voy a encargar una pizza, helado y nos sentaremos a ver una película... como lo hacíamos antes... -susurro con un hilo de voz, me miraba preocupada y yo también lo estuviera si la encontrara a ella en mi posición. Me sorbí la nariz y aclare mi garganta.

-No... -me sorprendió la ronques de mi voz, -quiero que vayamos a un lugar esta noche, -me miro confundida y no dijo nada, - a un bar...

Ella no reprocho, pensando que quería ir y emborracharme y sacar todo lo que tenía dentro de mí, pero tenía motivos egoístas para ir a ese maldito bar... No tenía lugar más que buscarlo... ¿Qué podría salir mal?

Tiene memoria la piel | Sebastian Stan |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora