bar 2.0

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Sebastián


Mentiría si dijera que no pensé en ella.

Luego de dejarla dormida en su apartamento después de hacerle el amor, no la pude sacar de mis pensamientos y me daba miedo. Mucho.

Y cuando recibí ese texto "tenemos que hablar" me helo la piel. Era algo malo, lo sabía. No hubo respuesta por mi parte, necesitaba poner espacio entre nosotros, tal vez la asuste con mi intensidad, así que retome un viaje pendiente que tenía a la otra sucursal, estuve envuelto en trabajo, pero pensé en ella cada maldito segundo, y como no volvió a mandar más mensajes, yo quería darle su espacio.

Pero estuve ahí cuando volví dos días después, no me acerque solo la veía irse a trabajar y luego volvía cuando sabía que ella iba a llegar a su casa. Era un cobarde por no acercarme y afrontar la realidad. Pero no soportaba la idea de perderla, de escucharla decir las palabras "fue un error, o peor a un "no te quiero volver a ver en mi vida".

Pero esta noche, me castigo. Sabía cómo encontrarme y lo hizo. En mi maldito bar. La identifique desde que estuvo en la línea de entrada, con un short tan corto que apenas le llegaban un centímetro  debajo de sus nalgas, una blusa azul corta con un magnifico escote. Retrasé la fila de entrada lo más que pude, estaba indeciso de dejarla entrar o no.

Pero al diablo, tenía muchas ganas de verla, abrazarla y hacerle el amor sobre mi escritorio.

No salí de mi despacho hasta mucho después, pero nunca la perdí de vista en las cámaras. Se encontraba pasadita de shots, y bailaba despreocupada con las personas con las que llego. No estaba coqueteando con nadie en particular, pero los observe, observe como la veían, como querían desvestirla con la mirada. Así que no lo soporte más, me acerque a ella, dispuesto a llevármela a mis oficina para hablar, me siguió el paso torpemente así que la ayude a caminar.

Cuando estuvimos solos comenzó a cantar y bailar, como si nada importara. Tomo una botella de Whisky que estaba en la mesita de mi mini bar y le dio un trago largo, se la arrebate antes de que callera desmayada o peor en un coma etílico, tengo que aceptar que mi paciencia estaba llegando a su límite.

Estaba borracha. No podíamos hablar así, la tome de los hombros tratando de tranquilizarla. Pero se quedó de piedra después, sus ojos que antes brillaban divertidos, había cambiado a unos vacíos, como si no hubiera nada dentro de ella. Dio unos pasos alejándose de mí y se sentó en un sofá apartado de mí, se llevó las manos al pelo revolviéndoselo.

-Mila, ¿estás bien? –me arrodillé frente a ella. Asintió con la cabeza viendo un punto fijo.

-¿Por qué no contestaste mi mensaje? –dijo un hilo de voz, se me revolvió el estómago. –Si tienes algo que decir, dilo ahora, así me pierdo de tu vida....

No, está comenzando a despedirse.

-sí, de hecho, -me levante y tome la botella dándole un trago, ella seguía viendo el piso, retorciéndose las manos, -lo mucho que me encantaste esa noche, -le di otro trago- como te deshiciste en mis brazos, -me reí un poco amargo, -y cuanto me costó irme por la mañana

Ella soltó una risa que me supo muy amarga, se levantó de un salto, llamando mi atención, dio unos pasos destartalados hacia mí, levanto un dedo señalándome.

-¿usaste condón?


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¿alguien sigue vivo aquí?

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⏰ Última actualización: Aug 29, 2021 ⏰

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Tiene memoria la piel | Sebastian Stan |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora