Deseo

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Mila Martell

Nunca pensé llegar a estos límites. Enredarme con un hombre casado era lo último e innombrable de mi lista de cosas por hacer.

Pero aquí me encontraba deseando al esposo de otra mujer. El corazón se me apretaba al verlos juntos, pero luego se volvía a hinchar cuando recordaba lo que hacíamos enredados en la oscuridad de mi habitación.

Sebastián stan es ese tipo de hombre serio, poco sonriente, con mirada penetrante, con quien puedes tener una charla de trabajo, de clima, de finanzas, pero nunca de sentimientos, de pasión, o bueno eso creía yo, hasta hace poco.

Verán conocí a Sebastián hace poco y de una manera muy peculiar, soy la maestra de su hijastro. Él se casó recientemente con una mujer divorciada y con hijos, haciéndolo a él el padrastro y ahora tutor de esos niños. Lo había observado un par de veces cuando iba por el pequeño a la institución, pero nunca se me cruzo por la cabeza que un día nos encontráramos en esas penosas circunstancias,  bueno yo era la que estaba en aprietos.

Mis amigas y yo habíamos salido a un pequeño bar de la ciudad a olvidarnos de las penas de amores y trabajo, comenzamos a beber demasiado, y para cuando recordaba me encontraba besando a un tipo desconocido por un lugar del bar, no recordaba ni siquiera donde estaba cuando el tipo se alejó de mi dejándome mareada en mi lugar, para después sentir unas manos en mis hombros empujándome fuera de mi ebriedad, comenzamos a caminar por el ruidoso lugar hasta toparnos con una puerta negra, él la abrió dejándonos pasar, la claridad de la habitación me dejo ciega por unos segundos, lleve mi mano a mi rostro tapándome los ojos, tratando de comprender que era lo que pasaba.

Sebastián Stan.

Tome un trago de mi bourbon, mientras observaba las cámaras de seguridad del bar, casi nunca salía de las oficinas del bar de aquí podía controlarlo todo. Hasta que la vi, si a ella, a la dueña de mis fantasías recurrentes en un jean que le apretaba el culo deliciosamente y una blusa que dejaba sus tetas a la vista por ese escote. Nunca espere encontrarla en un lugar como este. Si era la maestra recatada de mi hijastro, la que siempre vestía pantalones flojos y playeras de color negro, con sus lentes gruesos y su pelo recogido en una coleta, y aunque la había visto solo un par de veces, era su boca gruesa, y sus ojos inocentes que se ocultabas detrás de sus lentes que me volvían loco, que me mantenían fantaseando en doblarla sobre la mesa, mientras ella me ruega por que la suelte, viéndome con esos ojos tiernos, comerle la boca para después ver desaparecer mi polla en sus labios.

Pero ahora viéndola con esa ropa, el pelo largo suelto, sin lentes, su rostro maquillado, apenas podía decir que era ella. Si observarla detrás de la cámara era un placer, no sé qué sería de mí si saliera de esta oficina, y fue justo lo que hice, me coloque detrás de la barra donde podía observarla perfectamente, bailaba y reía con sus amigas, parecía ser libre y verla disfrutando era de verdad un placer para mí. No hice nada más que observarla fijamente con los brazos cruzados en el pecho, los chicos me preguntaron si había algún problema porque no era normal que yo estuviera aquí haciendo esto, solo los tranquilice diciéndoles que quería observar todo fuera de la cabina.

Ella nunca me notó, ni sus amigas en la mesa, estaban perdidas en su mundo, hasta que unos tipos se acercaron a su mesa, ella los ignoro al principio, pero hubo uno muy persistente con ella, hasta que ella cedió y comenzó a interactuar con él. Claro que me moría de ganas de ir y separarlos, y ser yo quien platique y baile con ella, pero era imposible, es la maestra de mi hijo y ella no sabe cuánto la deseo.

Lo soporte por un rato, el toqueteo accidental, los comentarios en su oído, el rose de sus labios en su mejilla, el toque de sus manos juntas, pero llegue a mi limite, cuando la separo de sus amigas y la llevo lejos de ellas, en la oscuridad le ofreció un vaso con bebida y yo sabía que no podía ser solo una bebida normal, y mis pies estaban en marcha, no pude llegar lo suficientemente rápido a ella, se lo había bebido y el comenzó a besarla y presionarla sobre la mesa, quería acabar con él, por el intercomunicador llame al guardia y él estuvo a mi lado cuando llegábamos a ellos, lo tome de la camisa y lo avente contra Jhon, indicándole que lo sacara del bar, ella estaba mareada y perdida,  pronto se desmayaría por lo que la hicieron tomar, no podía dejarla, quería cuidarla y eso hice, la lleve detrás de la barra donde estaban las puertas a las oficinas y la lleve a la mía, prendí las luces y la cegué en el acto, se tropezó con sus pies, riendo, coloco su cabeza en mi pecho y quedo completamente noqueada.

Tiene memoria la piel | Sebastian Stan |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora