-Cantar-

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Día 27: Cantar

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Un gatito en el tejado... solitario sin su lady

La tétrica melodía volvía a ella en sus sueños.

No en todos. Cada vez ocurría con menos frecuencia, pero aún había noches en que la oía, repitiéndose desde un rincón sombrío de su mente. Era como el tañido lejano de una campana o la música de un juguete olvidado en el desván; algo que reconoces si lo oyes pero en lo que no piensas de manera consciente.

Ese tono monocorde y arrastrado, previo al estallido de locura.

Y volvía también el frío en sus dedos, el desconcierto y la angustia ante el desastre, y la luz blanca... Esa terrorífica luz blanca que se hacía más y más grande amenazando con engullirla; con volver a engullirla.

Pero todo comenzaba siempre con esa canción.

Aquella madrugada le pareció oírla incluso después de haberse calmado.

Despertó sobresaltada, aturdida por la frialdad que lamía su cuerpo; las manos, los pies y la punta de la nariz le escocían a causa del frío mientras permanecía acurrucada en su cama, apretando la sabana contra su pecho, respirando deprisa, desorientada de vuelta en la realidad. Repasó los detalles del cuarto que distinguía gracias al leve resplandor de su lámpara. Pero sobre su cabeza, al otro lado de la trampilla semi abierta, la oscuridad de la noche era impenetrable.

No había luna, el cielo era un vasto vacío negro en el que ni siquiera las estrellas se animaban a brillar. Los sonidos del exterior resultaban amenazantes mientras sentía que la temperatura descendía aún más a su alrededor.

Un murmullo rompía el inquietante silencio; hojas caídas o guijarros atraídos por el vendaval eran arrastrados sobre el suelo. Oyó como la arenilla arañaba las paredes, las bombillas parpadeaban y ofrecían chispazos y el edificio entonó un lamento que resonó entre crujidos de cansancio y hartazgo. Cada ruido se unía al siguiente en una melodía embrujada y así fue que, con el corazón asustado, le pareció oírla una vez más.

Un gatito en el tejado...

Marinette se tapó los oídos, meneó la cabeza y entonces, el cuarto tembló. Dio un respingo, aterrada y sus ojos se clavaron en la trampilla abierta.

...Solitario...

¿Había oído pasos sobre su cabeza?

No... es imposible.

¿Quién podría aparecer por allí en plena madrugada? Chat Noir. No, se había despedido de él horas atrás y todo estaba bien. No había razón para que hubiera ido a buscarla.

Además, esa no era su voz.

¿Verdad? Se preguntó, asustada.

¡No, Chat Blanc no existe...!

En realidad nunca existió. Ella evitó que se hiciera real. O al menos... evitó que tomara el control porque si Chat Blanc era la expresión de las emociones negativas de su compañero, entonces el villano aún vivía dentro de él...

Una idea que le ponía los pelos de punta.

...Sin su lady...

De un salto, y sin atreverse a asomar la cabeza fuera, tiró de la trampilla y la cerró de golpe. Permaneció quieta, escuchando sin remedio, pero no oyó más. El silencio había vuelto.

Maullidos a la Luz de la Luna (Reto Marichat May 2021)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora