-Domesticidad-

596 53 291
                                    

.

.

.

Día 28: Domesticidad

.

.

.

1.

—¿Chat Noir?

Su llamado no obtuvo respuesta. Tampoco las dos veces siguientes que lo repitió. En silencio, Marinette intercambió una mirada recelosa con Tikki justo antes de empezar a subir, por sí misma, la escalera que conducía a la azotea. Con el paso de las noches, y aunque era poco habitual que tuviera que usarla, le había perdido el miedo a sus chirridos siniestros y sus balanceos amenazantes.

Aunque seguía siendo pesado llevar a cabo esa subida por sí misma.

Asomó la cabeza por el borde al llegar arriba, aún aferrada a los mangos metálicos y rasposos de la escalera. En un primer vistazo le pareció que todo estaba dispuesto en el Café Secreto para una nueva velada de diversión, salvo porque el chico no estaba allí.

—Qué raro... —musito, arrugando la nariz.

La música sonaba sutilmente en el tocadiscos, la mesa estaba dispuesta en su lugar y la hamaca, también. Las luces de los farolillos parpadeaban en el cielo enzarzados en corrientes de aire invisible.

Avanzó hasta el centro y comprobó que de la tetera salía un olor delicioso; una mezcla de esencias florales que reconfortó su cuerpo tan solo con aspirarla. No debía hacer mucho que Chat Noir lo había preparado. Justo al lado, bajo una de las tazas de porcelana, encontró una nota para ella.

Buenas noches, Princesa ^^

Hoy tardaré un poco más en reunirme contigo, pero no te preocupes por nada. Llegaré a tiempo de la siesta así que ¡espérame despierta!

¡Nos vemos!

Y firmaba con el gracioso dibujo de una huella de gato.

Ella arqueó las cejas, sorprendida, y se guardó la nota en el bolsillo.

—¡Qué curioso! —opinó Tikki, asomando una vez más por el bolsito entre abierto de su dueña—. Chat Noir siempre parece tan ansioso por verte...

—Tendría algo urgente que hacer —sugirió ella, llenándose la taza con el té para olerlo con más atención. Sonrió cuando el aroma acarició su nariz—. Seguro que no tarda mucho.

Sacó la cajita que traía repleta de dulces y le ofreció uno a su Kwami.

Probó un sorbito de la mezcla y su cuerpo fue recorrido por un escalofrío de regocijo por lo delicioso que era.

No obstante, cuando sus ojos ascendieron al cielo, no pudo evitar preguntarse dónde estaría su gatito en esos momentos. Y cuánto tardaría en reunirse con ella esa noche.

.

.

2.

(Unas horas antes)

El reloj marcaba las diez y media.

Las últimas luces del día hacía ya un rato que se habían retirado en el manto negro de la noche, pero Adrien esperaba con ligera impaciencia a que este se volviera aún más negro.

Echado en su cama, trataba de distraerse con un libro pretendiendo así que las horas que lo separaban de Marinette pasarían más rápido. Plagg estaba sobre su escritorio examinando por décima vez el nuevo catálogo de quesos gourmet del mundo, mucho más concentrado que él y casi le envidió por ello. Las palabras se le amontonaban de forma confusa en las páginas sin que entendiera lo que leía y sentía que por más que se forzaba a estarse quieto, su pierna izquierda no dejaba de moverse en el aire.

Maullidos a la Luz de la Luna (Reto Marichat May 2021)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora