-Rosas-

606 51 120
                                    

.

.

.

Día 29: Rosas

.

.

.

Capítulo 7

-En el que Marinette se encuentra con el Caballero-

.

.

.

Marinette llega a Kingsbury

.

—¿Cómo se encuentra, señorita? —La voz la pilló por sorpresa. El traqueteo incesante de las ruedas contra el irregular dibujo del empedrado se había convertido, con el pasar de las horas, en un sonido constante que, junto al balanceo de la cabina, la habían sumido en un estado de aturdimiento parecido al sueño, pero con la mente alerta.

Su cuerpo estaba anestesiado por la imposibilidad de cambiar de postura, aunque cómodo gracias a lo mullido del asiento. Apreció la suavidad del terciopelo al deslizar la mano por su superficie y la forma en que su cuerpo se hundía en él como si fuera una nube.

—¿Eh? —Se movió, sintiendo que sus músculos se desgarraban al traerlos de vuelta a la vida. Sacó la cabeza por la ventana de la puertezuela y buscó al dueño de la voz—. ¿Perdón?

El cochero real se apartó un poco el sombrero de copa que protegía su cabeza del sol y torciendo el rostro hacia ella, le dejó ver una sonrisa de cortesía.

—¿Se encuentra bien?

—¡Oh, sí! —respondió ella, sonriendo también. La brisa le dio de lleno y el sol la cegó, por lo que tuvo que parpadear antes de añadir—. ¡Gracias!

>>. ¿Falta mucho?

—No, apenas unos minutos para llegar al palacio.

—Bien... ¡Gracias! —repitió y se metió de nuevo en el interior. Desde que el elegante carruaje la había recogido esa mañana, Marinette sentía la compulsiva necesidad de dar las gracias por todo, a pesar de que el tono agudo y algo tembloroso que le salía la avergonzaba.

Jamás había viajado en un carruaje tan hermoso y distinguido como ese. Y jamás había salido de Market Chipping hasta ahora, por eso se sentía tan nerviosa.

Había perdido la cuenta de las veces que había repetido su retahíla de gestos tranquilizadores pero sintió la necesidad de hacerlos de nuevo.

Pasó las manos por la falda del vestido desde la cintura hasta los tobillos, asegurándose que la tela no estaba arrugada y se movía con fluidez. Recorrió la parte delantera con la punta de sus dedos, las varillas del corsé estaban en su sitio, las costuras estaban firmes, y no apreció humedad debido al sudor. Se tocó el rostro, tenía las mejillas calientes y por último revisó su cabello suelto. No había donde mirarse, así que se contentó con pasar los dedos entre los mechones y se calmó al no notar enredos.

Todo está bien se dijo y dejó ir un nuevo suspiro frunciendo las cejas. Debería haber dejado venir a Tikki se lamentó, entonces. Ahora estaría más tranquila teniendo a su lado a alguien que ya había estado en el palacio, que sabía de protocolos y modos de comportarse... Pero es que la pequeña pelirroja se emocionó tantísimo cuando Marinette le comunicó su decisión de ir a reunirse con el sobrino del rey, que temió que si la llevaba, molestaría al chico con sus fantasías de romance y demás teorías absurdas.

Pero quizás ahora le habría venido bien que su amiga estuviera con ella, distrayéndola con su parloteo de las palpitaciones que agitaban su pecho y de esa molesta sensación de falta de aire que no le había permitido si quiera disfrutar de las vistas desde que salió de Market Chipping horas atrás.

Maullidos a la Luz de la Luna (Reto Marichat May 2021)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora