Era

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*~~~~~~~~*~~7 años atrás~~*~~~~~~~~*

Mordí mi labio. Se estaba volviendo una mala costumbre que aparecía cada vez que algo me molestaba. Era la mejor forma de evitar decir algo innecesario, de quejarme o de simplemente llamar la atención.

Esa noche era muy fría. Me encontraba en la cocina, lavando los platos tras la pésima cena que habíamos tenido en lo que debía llamar familia. A pesar de eso, había sido una de las comidas más pacíficas que tuve. Ellos no discutieron al comer. Todo se mantuvo en silencio. Un pacífico silencio.

Triste que no durase mucho. Cuando mi hermano subió a la habitación y yo entré en la cocina, los volví a escuchar discutir. Pretendían ser silenciosos, pero podía oírlos perfectamente. Bueno, no era como si les importase que nosotros estuviéramos cerca o que alguien se enterase. Vivíamos en un campo, los vecinos residían lejos, y nunca les interesó nuestra presencia. Discutieron y pelearon frente a nosotros infinidad de veces. Tantas, que comenzó a darme igual lo que hicieran. Solo me preocupaba Tsukasa. Él, mi hermano pequeño, era bastante inocente. No lo merecía.

Un sabor metálico se coló en mi boca. ¿Tan fuerte estaba mordiendo? Solté mi labio herido y lo dejé sangrar. Me ocuparía de ello más tarde, no era como si a alguien se fuera a preocupar.

Dejaba un plato en la alacena cuando los gritos se detuvieron. Parecía que por fin ese día iba a acabar. Asomé la cabeza por la puerta y vi a papá subir las escaleras, tropezando por haber bebido de más. Mamá sacó algo de su pantalón. Un objeto negro como el que los policías llevan para detener a los malos. Cuando se utiliza, el objetivo acaba herido de alguna forma. No es seguro, pero mamá lo escondió en la cajonera de la entrada como si fuera la cosa más normal del mundo. Luego, se acercó a mí.

Volví a lo que estaba haciendo. Continué lavando los trastes, sin poder evitar soltar un suave suspiro al notar que no me buscaba. Fue directamente a la nevera, sacó una botella y bebió todo su contenido. Cuando terminó y, después de sonreír placenteramente, me miró con asco. – ¿Estabas bebiendo? Eres un irresponsable- Señaló, confundiendo la sangre con vino. Dejó caer el recipiente al suelo, provocando un fuerte ruido y permitiendo que se rompiera en varios pedazos. – Recógelo.

Iba a tomar a escoba y no me dejó. – Chks, hazlo rápido, pedazo de mierda.

No tuve más opción que recogerlos directamente. Sostuve cuatro fragmentos, obteniendo tres heridas nuevas en las manos. No podía quejarme, no debía. Si lo hacía, ella se encargaría de darme un peor castigo que leves cortes con cristales.

Rápidos pasos se escucharon en la escalera. Su figura apareció en la puerta en el peor momento.

- ¿Qué están haciendo?- Preguntó preocupado. Me miró con dolor, observando el rojo caer. Luego la miró a ella, ya consumido por la ira.

- Vete a tu cuarto Tsukasa.

- ¿Y Amane?

Volvió sus ojos a mí, cargados de decepción, de odio... - Está ocupado. Subirá más tarde.

En ese momento me quedó claro: La habíamos hecho enojar más de lo que papá la dejó. Olvidando la norma no escrita de "No preguntar", estaba incordiándola con cuestiones innecesarias. Otra vez, por mi culpa, Tsukasa iba a ser golpeado.

Traté de avisarlo con la mirada, aunque no lo hice bien. Él se enojó más al ver que, probablemente, mi rostro expresaba más pena que súplica.

- ¿Por qué no le dejáis en paz?

- Tsukasa- Traté de pararlo nuevamente.

- Siempre utilizáis a Amane para todo. Nunca os habéis preocupado por nosotros ni nos habéis protegido. ¡Se supone que las familias no sean así! Esto no es justo y... si continuáis... ¡Hablaré con la policía!

Death Bound. Hanako waits for a slaughterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora