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"Puedo darte la dirección de Craig, pero no me pidas que te cuente lo que hacemos los dos, no lo haré."

Había pensado toda la noche en las palabras de Kenny sin poder pegar ni un ojo, no quería dejarme guiar por las emociones y empeorar las cosas. Pero aquí estaba golpeando la puerta del departamento con fuerza y de formar insistente, con el enojo a flor de piel. Solo quería abofetear a Craig y luego besarlo, durante la semana los síntomas de abstinencia iban en aumento y esto solo me hacía empeorar.

—Donde estas...
murmuré apoyándome contra la puerta ya cansado de insistir, cerré mis ojos bastante frustrado llevando mis manos hasta mi rostro cuando di un salto del susto por el celular que comenzó a sonar en mi bolsillo, lo saqué torpemente e incluso se resbaló varias veces antes de poder atenderlo.— ¿S-si?  ¿Oficial Barbrady?







Craig.

—¿Saben por qué nunca quise juntarme con ustedes? Porque son gente que no piensa y siempre terminan metidos en mierdas como está.

—Cállate, Craig.
La voz del gordo solo me hizo cerrar mis ojos para intentar mantener la calma, me crucé de brazos apoyando mi cabeza en la fría pared de la celda antes de seguir hablando.

—Una de las pocas veces que me uní a sus estupideces termine siendo enviado a Perú y siendo el elegido para acabar con los cobayos gigantes, qué mierda.

—¡Basta, Craig! Si estamos aquí es por culpa tuya y de Kenny.
Abrí uno de mis ojos para ver a Kyle cruzado de brazos igualmente y con el ceño fruncido.

—Yo qué.
A penas se le entendió al rubio por la chaqueta que tapaba su boca esta vez, llevábamos casi dos horas en esa celda de mierda así que decidí continuar.

—Por eso nunca nadie se quería juntar con ustedes, desde pequeños son iguales.
La reja fue abierta llamando la atención de todos, el oficial Barbrady había entrado para mirarnos.

—Craig Tucker, pagaron tu fianza.
Me levante con mi rostro neutro sin ninguna expresión alguna para cruzar el pequeño metro cuadrado de jaula, sentí la mirada de los chicos y antes de salir me volteé para enseñarles ambos dedos en medio.

—Jodanse.
Seguí al oficial por un pequeño pasillo hasta llegar a la oficina donde trabajaban los demás, Tweek estaba del otro lado con su cuerpo tembloroso y sus ojos llenos de lagrimas, mi corazón se encogió, me posicione a su lado mientras el policía hablaba.— Hay que pagar la fianza de los chicos también.

—¿Q-qué? ¡Yo n-no tengo esa cantidad! ¡Es mucha presión!
A penas observé que movía sus manos las tomé primero antes de que hiciera cualquier cosa, nuestras miradas se cruzaron y este frunció su ceño enojado para fijar su vista en otro lado. Tierno.

—Le devolveré sus cosas, señor Tucker.
Barbrady me entrego mi bolso y luego me dio una mirada de advertencia.— Te salvaste pero el sargento Harrison dijo que te tendría bajo la mira a ti y tus amigos.

—No son mis amigos, si puede deje al gordo adentro. ¿Cuánto es para que no suelte?
Tome el bolso para ponérmelo al hombro y tomar la mano de mi rubio.

—Craig.
Me regaño en voz baja y decidí guardar silencio mientras salíamos de ahí. Tweek frenó justo antes de la puerta.

—Mucha suerte toallin, piensa en toalla de manos tu hijo aún está pequeño.
Su voz sonaba calmada y la toalla con ojos rojos solo asintió.

—Recuerda lo que te dije, aférrate a tu amor o si no terminarás sin poder llamar a tu toalla de manos por estar drogado con ácido los miércoles.
Toallin llevó sus manos a su rostro para comenzar a llorar escandalosamente, Tweek solo se volteó a mirarme y le hice una seña para que saliéramos en silencio. 

En cuanto estuvimos fuera el frío viento de South Park nos golpeó haciéndonos temblar por el cambio climático, Tweek se abrazaba así mismo haciéndose entrar en calor y sin pensarlo más veces lo envolví entre mis brazos.

—Tengo mucho que decir.
Pequeños tics se presentaban en su cuerpo, a esta altura no sabía si estaba nervioso o con alguna crisis de abstinencia.

—Si, mu-mucho que decirme, Craig.
Su rostro se escondió en mi pecho y mis manos bajaron hasta su espalda acariciando esta, entrelace una de sus manos con las mías y suspire.

—Acompáñame a casa.
Era difícil para mi reconocer mis errores, pero me di cuenta de que crecí cuando mi orgullo pasaba a segundo plano si se trataba de Tweek. Estire mi mano para que la tomara.

—Está bien... 










Tweek

—¿Hace cuanto vives aquí?
Me abrace a mi mismo cuando lo observe sacarse la chaqueta ya dentro del cómodo lugar donde había estado golpeando la puerta hace un par de horas. Craig suspiro antes de encaminarse a la cocina.

—¿Quieres beber algo?

—Café.

—Tweek...
Camine al fin por el lugar dejándome caer en uno de los cómodos sillones, mis manos jugaron con nervios entre ellas mientras pensaba en cómo Craig había conseguido todo esto, realmente me preocupaba en lo que estuviera metido.

—Por favor.
Junté mis manos en forma de súplica y él solo suspiró, poniendo la cafetera.

—Ven.
Estiró su mano una vez más y camine lento e incluso con un poco de duda hasta su cuerpo, sus manos rodearon mi cintura subiéndome de un rápido movimiento al mesón de la cocina, mis brazos fueron hasta mi rostro con este totalmente sonrojado.— ¿Me creerías si te pido perdón?

Su cuerpo se acomodó entre mis piernas escondiendo su rostro en el hueco de mi cuello, su mano tomó la mía con delicadeza mientras la punta de su nariz se paseaba por mi piel provocando escalofríos, tomé aire armándome de valor para hablar.

—No, nunca lo haces...

—Nómbrame tres veces que no pidiera perdón.

—Mh... Bueno, cuando usaste la budabox para ignorarme.
Levante un dedo logrando que este se alejara unos centímetros para mirarme incrédulo.— Cuando no me creíste que el presidente estaba en la ciudad y me dijiste loco, también esa vez que me gritaste en el parque y cuando...

—Ya entendí.
Me corto de repente mirándome con aquel rostro frío y serio que solía tener siempre para los demás, temblé haciéndome pequeño en mi lugar.— Pero esta vez lo estoy haciendo y de corazón, perdón Tweek... No siento vergüenza de que seas mi novio ni nunca lo sentiré porque eres lo más increíble que me ha pasado en la vida, yo no quería presionarte a ir a un evento tan grande que pudiera provocarte algún tipo de crisis, perdón por el mal entendido y ser incapaz de explicarlo.

La luz de la luna era lo único que nos iluminaba en aquel momento, entrando entre las cortinas y ayudándome a ver con claridad los pardos ojos de mi chico, lo tome por las mejillas en un impulso juntando nuestros labios en mi manera de decirle que esta vez estaba perdonado.

—Vamos al baile.

—Lo lamentó, tigre.
Me reí tocando su nariz con la punta de mi dedo.— Iré con las chicas aún que podemos vernos allá.

—¿Me cambias por un par de tetas?
Hablo en mi oído antes de reír ronco erizándome la piel por completo, su mano soltó la mía para subir con delicadeza por brazo hasta llegar a mi oreja en donde se acercó a susurrar una vez más.— Tengo algo mejor que eso.

Un rayo iluminó la cocina justo antes de que la lluvia comenzara a caer torrencialmente fuera, los labios de Craig se movieron suavemente contra los míos dándole paso a nuestras lenguas para jugar un poco y cuando su mano se coló bajo mi sudadera sentí que algo se removía en mi cabeza.

—No haré nada que no quieras...








Bueno, aún no sabemos que hace Craig con Kenny a escondidas mmh A
lo dejo a su imaginación, por otro lado no sé si Craig merece ser perdonado con tanta facilidad a a

𝖠𝖻𝗌𝗍𝗂𝗇𝖼𝖾 𝗌𝗒𝗇𝖽𝗋𝗈𝗆𝖾 •𝖢𝗋𝖾𝖾𝗄• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora