4. Caridad.

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"La caridad es sufrida, es benigna; la caridad no tiene envidia, la caridad no es jactanciosa, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal; no se goza en la injusticia, mas se goza en la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta."

1 Corintios 13: 4-7

(...)

Louis solo ha hecho dos promesas a lo largo de su vida, promesas que marcaron un antes y un después en su camino. Entrelazadas entre sí sin quererlo y sin saberlo, y que más adelante se verán desdibujadas por las desdichas de esta historia.

Sin embargo, a una de ellas le acaba de llegar la sentencia de muerte.

Es irónico, ¿no? La promesa es el acto simbólico más importante en la religión. Prometes amar a Dios con todo tu corazón, no engañar, no robar, no tomar el nombre de Dios en vano... prometes serle fiel a él y a sus creencias y dictámenes sin cuestionarlo. En definitiva, ser puro y casto, un ser de luz sin una pizca de oscuridad.

Se supone que para alguien como Louis, que es un fiel devoto que dedica su vida pasada, presente y próxima al Señor, la promesa católica debería reinar en cada uno de sus días. Pero, por increíble que parezca, Louis jamás ha conocido este compromiso, pues él ya despertó inmerso en la comunidad cristiana sin capacidad de decisión propia. Lo que no quiere decir, claro está, que no sea fiel a ella.

Pero, si es fiel y devoto a su comunidad, ¿por qué ha vuelto a aquel cubículo de roble macizo? Hace unas horas yacía desmayado por sus pecados, y ahora vuelve al lugar de sus desdichas, rompiendo una de las promesas que tuvo el valor de hacer en su vida.

La respuesta a la pregunta anterior, sin embargo, es bien sencilla.-¿Por qué ha vuelto a la parroquia? Tenía entendido que su primera visita era para contentar a su devoto amigo... que iba a ser algo de una sola vez, quiero decir.

-Usted entiende muchas cosas que no debería de entender, ¿no cree? No me parece que esté en la mejor posición para cuestionar mis actos, padre.-El rizado escupe sus palabras con rabia. Es cierto, la ira ha desaparecido, pero la frustración al escuchar las juiciosas palabras del padre le atraviesan el pecho como balas al rojo vivo.

-Sin embargo, estoy en lo cierto. Usted no pretendía volver. Me lo dejó bastante claro, si me permite el atrevimiento.-Al rizado sin querer se le escapa una pequeña sonrisa de medio lado que intenta enmascarar arrugando la nariz. Ese cura es más inteligente de lo que Harry cree. Justo cuando piensa que va a actuar de una forma, le descoloca con nuevas respuestas. Como si, en realidad, estas se amoldaran a lo que en el fondo el de ojos verdes espera escuchar.

-Antes le he hecho una pregunta.-Louis frunce el ceño, está claro que Harry intenta evitar ciertos temas sensibles. Para desgracia del rizado, eso solo crea más curiosidad en el castaño.-Padre, ¿me tiene miedo?

El silencio inunda la parróquia, solo quedan Louis y Harry en la casa de Dios. El primero está sopesando la situación, para saber exactamente qué decir. Por una parte, no entiende la necesidad intensa de Harry por comprobar que todo aquel con el que se relaciona le teme. No lo entiende, y aún así le preocupa. Por otra parte, está claro que sí le teme. ¿Cómo no hacerlo?

El segundo, sin embargo, repiquetea la madera del cubículo de forma bastante sonora. Lo que crea un pequeño eco incómodo.-Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa.-Harry pone los ojos en blanco, hastiado por la necesidad absurda que tienen los creyentes de ponerse a recitar versículos estúpidos, como si saberse la biblia de memoria les hiciera superiores.

Church of burnt romances  †Larry Stylinson†Donde viven las historias. Descúbrelo ahora