2. Humildad.

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"Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo."

1 Pedro 5:6

(...)

El padre Cowell es un hombre exigente y caprichoso. Quiere su iglesia reluciente las veinticuatro horas del día, siete días a la semana. Él, por supuesto, nunca se encarga de esta tarea pues prefiere dejársela a los jóvenes monaguillos que trabajan para él.

Este hecho molesta profundamente a Niall, un joven chico rubio que llegó a la parroquia a la edad de once años. Su trágica historia no es asunto a relatar ahora mismo, pero se puede decir que se vió a si mismo obligado a vivir una vida casta y pura en un abrir y cerrar de ojos.

Él no es un chico especialmente indisciplinado o insubordinado. Cumple con los mandatos de la iglesia y de su pastor cuando cree que debe hacerlo. Sin embargo, podemos decir que el hecho de haber vivido toda su niñez en un ambiente ateo le enseñó que hay más vida que la cristiana.

El pastor Cowell sudó sangre durante la mocedad del rubio. La rebeldía estaba presente durante sus primeros años eclesiásticos. Se negaba a acatar y aprender, los dos valores principales en la moral del pastor. Afortunadamente, logró reconducir al joven irlandés por el que, él cree, es el buen camino.

Lo que el anciano párroco no sabe (o no llega a comprender), es que Niall a día de hoy aún necesita escapar de esa vida impuesta durante ciertos momentos. Todo para evitar un desbordamiento que, algunas veces, ha sido bastante próximo. El rubio sabe que sus opciones son limitadas y es por esto que reserva ciertos aspectos de su vida o de su personalidad al resto del mundo.

Hoy ha sido un día duro, sobre todo con la ausencia del padre Cowell. Sin él, Niall no logra encontrar motivación suficiente para completar sus tareas minuciosamente. No hay nadie a quien agradar o enorgullecer. Es por esto por lo que termina su trabajo antes de lo que debería. No le disgusta, necesita un momento para sí mismo encerrado en su alcoba.

Él y su preciado amigo Louis son los últimos en la iglesia, cosa que el castaño ignora. Niall ha estado mirando un punto fijo dentro de la sacristia durante los últimos diez minutos, pensando en si realmente quiere irse a pesar de no haber terminado su trabajo como corresponde.

Unos susurros y golpes interrumpen sus pensamientos. En un primer momento cree que son cosa de su mente, que le juega malas pasadas pero, al prestar atención, se da cuenta de que es su amigo hablando con alguien más. Ese alguien habla en un tono bastante agresivo y burlesco, con voz gruesa, lo que al rubio no le está haciendo ni pizca de gracia.

Aprieta sus puños, hasta que sus nudillos empalidecen ya sea por el miedo o la adrenalina, y sale silencioso pero decidido de la sacristia. Teme que algún mendigo afectado por sustancias peligrosas esté poniendo en peligro al castaño.

Cual es su sorpresa cuando se encuentra con una capilla totalmente vacía. Bueno, casi vacía. Se da cuenta de que las voces y golpes provienen del confesionario. Al principio no ve nada, hasta que unas piernas, enfundadas en pantalones pitillo, sobresalen por uno de los lados.

Rápidamente se percata de que el que está dentro confesando al feligrés es, ni más ni menos, su joven amigo. Abre los ojos, sorprendido. Parece que se salen de sus cuencas. Muchas preguntas rondan su fatigada mente sin ton ni son. ¿Por qué haría esto su amigo?

Church of burnt romances  †Larry Stylinson†Donde viven las historias. Descúbrelo ahora