1. Amarás a Dios por sobre todas las cosas.

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" -Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?-le preguntan los discípulos.

Jesús les respondió.-Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente."

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"A quién madruga Dios le ayuda"

Es el popular refrán que Liam repite en su cabeza cada mañana. Procura levantarse en un horario que él considera "decente", no más tarde de las seis menos cuarto. Cuando los primeros rayos de luz se cuelan por las rejillas de la persiana, su propio cuerpo sabe que es hora de empezar el día. Siempre con una sonrisa instalada en su cara, por supuesto.

Aún sin abrir los ojos del todo, sale de la cama y coloca las sábanas de manera que casi pareciera que nunca nadie ha dormido entre esas telas. Se arrodilla en el lado derecho de la cama, puesto que lo diestro referencia al favor de Dios y su misericordia, y agarra el rosario que la noche anterior dejó sobre la mesilla de noche perfectamente colocado para recitar sus primeros rezos del día. Son sus favoritos, puesto que es en este momento en el que se siente más cercano a su Señor.

Una vez considera que está lo suficientemente limpio y aseado, puede salir de casa. No sin antes comprobar que la cruz que hay en cada una de las estancias de la casa está completamente recta. Si esto se le olvida alguna mañana, cosa que rara vez pasa, probablemente volverá tras sus pasos y lo dejará tal y como debe ser.

Asiste a la primera misa de la mañana, sin ninguna falta. Esta se celebra a las siete en punto, pero Liam suele llegar quince minutos antes para poder darle alguna que otra moneda y comida envasada a un par de personas que piden limosna. Se encuentran a las puertas de la casa de Dios. Le conmueven sus historias y las escucha con mucho gusto hasta que llega la hora del sermón; no se permite faltar.

"Un discurso excelente, como siempre". Piensa Liam mientras dos jóvenes monaguillos recogen las limosnas de los fieles. No puede esperar a transmitirle estas palabras al Padre Cowell.

Él hoy dona cinco libras, pues no lleva más encima. Recoge su donativo un chico de ojos azules y cabello castaño al que alguna que otra vez ha visto por la iglesia. No es muy hablador, pero todo lo que tiene de callado lo tiene de trabajador, se esfuerza mucho en mantener satisfecho al sacerdote.

Acaba la misa y el Padre Cowell se acerca a él.-La paz sea contigo.-Se dicen el uno al otro estrechándose las manos. Liam sonríe y sus ánimos decaen ligeramente al ser consciente de su próximo destino.

Visita a su amigo de la infancia dos o tres veces a la semana desde que, por circunstancias que le costó mucho asumir, sus caminos fueron forzosamente separados. Le aprecia a pesar de sus malas decisiones, y es por esto que durante todos estos años se ha mantenido a su lado, intentando llevarle por el camino del Señor. Él aún ve luz en esos ojos esmeralda.

Entra al apartamento donde este reside y pone una mueca de disgusto al ver que las cosas siguen exactamente igual que la semana pasada. Ropa tirada por allí y por allá, botellas por cualquier lado, la fregadera a reventar de platos y bastantes bolsas de comida rápida amontonadas desde hace unas cuantas semanas.

Liam contrataba cada tres semanas una empresa de limpieza externa para que arreglaran el desastre que causaba su amigo día tras día, pero dejó de hacerlo porque era completamente inútil, y porque entre sus donaciones a la iglesia y sus gastos particulares, dejó de poder permitirse algo así. Quisiera que su sueldo de profesor le diera para más, pero no se queja. Ser ávaro no está entre sus opciones. Después de todo, su profesión le permite poder llevarse un trozo de pan a la boca cada día.

Church of burnt romances  †Larry Stylinson†Donde viven las historias. Descúbrelo ahora