Capítulo 4: Cercanía

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—Bien, ya lo dije—cruzó sus brazos y desvió la mirada con vergüenza, mientras que un tenue color rosa se apreciaba en sus mejillas. Ni él creía que se atrevió a confesar aquellas palabras.

—Saiyan... Gracias—susurró bajando la mirada al suelo.

—Kakarotto, te propongo algo: esperar aquí hasta que todos salgan. En quince minutos posiblemente ya esté vacía la escuela—el más alto asintió y se recargó contra la barra de los lavabos.

—Regalarán helados en la tienda de enfrente, yo creo que en diez minutos—bajó la vista y miró sus zapatos mientras cruzaba sus brazos—. Cualquiera diría que yo te gusto por las atenciones que estás teniendo conmigo—mencionó, quería sacarse esas dudas de la mente, ¿y qué mejor que él, negándolo o aceptándolo?

—Cualquiera diría también que eres el doncel más apuesto del mundo, y no por eso te lo echo en cara—el menor se sonrojó.

—No digas esa palabra—susurró—. No me gusta.

—Está bien, no la diré...

Los minutos siguieron en silencio. Vegeta se sentó en la barra y jugó un poco en el celular para no incomodar al menor con su mirada, además de que sabía que necesitaba silencio y espacio para terminar de analizar lo ocurrido. El de cabellera en punta apagó la pantalla de su teléfono y bajó de un brinco después de un rato.

—Iré a ver—avisó y salió.

Goku limpió las últimas lágrimas y tomó aire. Tenía que superarlo, ¿cierto? No porque todo mundo se enteró de que era doncel (de la manera más humillante posible) su vida se vendría abajo. Tomó aquel dije en forma de llave y lo apretó entre sus dedos, necesitaba algo que no tenía ante esto: valor.

—Bien dicen que si dices "helados gratis" todos irán a ti—entró con una sonrisa y lo tomó del hombro—. Vamos al vestidor, puedes ducharte y cambiarte.

—Sí, sólo dame un minuto—pidió volteando su cabeza al lado contrario.

—Kakarotto—se posicionó delante de él y lo tomó de la barbilla, obligándolo a mirarlo—. No te atormentes más. Fue un mal momento, pero no se acabará el mundo sólo por esto. Eres alguien fuerte, tienes que superarlo—limpió las lágrimas que le quedaban y Goku, tras un suspiro, sonrió.

Vegeta se separó y se quitó la sudadera. Se la colocó alrededor de la cintura, de modo que su parte posterior fuera completamente cubierta. El menor, al sentirse protegido, salió junto con Saiyan; caminaron lentamente hacia los vestidores sin llamar la atención, sólo parecían dos chicos caminando tranquilamente por un pasillo luego de un arduo día de estudios. Sólo había pocos estudiantes, se sentía tan solitario todo.

Al llegar, Vegeta sacó la llave de los vestidores y abrió la puerta, dejó que Goku entrara primero y cerró después de entrar él también. El Son dejó su mochila sobre una banca cerca de las regaderas y se metió al pequeño cubículo. Vegeta se sentó en la banca y colocó su mochila al lado de la de Goku.

—Saiyan, ¿podrías traerme ropa? Tengo un cambio completo en mi casillero, la llave está en el bolsillo lateral—habló desde adentro.

—Sí—accedió, sabiendo que la incomodidad que él sentía era tanta que ya no aguantaba estar más con esa humedad en sus partes bajas.

Al caminar hacia la sección de vestidores pudo escuchar el clásico sonido del cinturón siendo desabrochado y de la ropa cayendo al suelo. Sacudió la cabeza y fue a hacer lo que le pidió. Al sacar aquel cambio, cerró de nuevo y volvió con él.

¿Ni aunque...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora