Capítulo 10: Deseo

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—Esta vez es de manzanilla—comentó llegando y colocando su mochila sobre el pupitre, para poder buscar el termo en su interior. Y era que, como todos los días anteriores de esa semana, había estado llevando té caliente para el menor para ayudarlo a reducir su malestar con el frío clima.

—Hoy... es un poco cálido—respondió el Son, Vegeta lo miró—. Sé que afuera está algo fresco el ambiente, pero de verdad tengo algo de calor. Por eso no estoy usando sudadera.

—Oh, está bien—rebuscó en su mochila—. Había traído algo, cuando fui de compras ayer lo vi y pensé que podría serte útil—le extendió un paquetito—. Es un parche térmico—el menor lo tomó, sintiendo que la sangre se iba acumulando en sus mejillas—. Me sentaré allá atrás. Hablamos más tarde.

—E-espera, Saiyan—lo detuvo jalando su manga, el mayor lo miró desconcertado—. Tú... si quieres, puedes sentarte aquí, a mi lado. El lugar está vacío...

—¿Quieres que me siente a tu lado? —preguntó con una sonrisa, notando que el menor sólo bajaba la mirada mientras lo soltaba despacio—. Lo siento, necesito contestar unos mensajes de un amigo, y aquí el profesor me quitará el celular.

—Tsk, no importa. Sólo era sugerencia—se giró nuevamente al frente, dándole la espalda al Saiyan. Ahí el de cabello en punta aprovechó para acercarse a su oído.

—Salgamos esta tarde por un helado—susurró. Goku sintió cómo los vellos en su nuca se erizaban al sentir aquel vaporcito en su oreja—. Yo invito.

—E-estaré ocupado—empuñó con fuerza el lápiz—. No puedo.

—Bueno, será en otra ocasión—mencionó separándose—. Nos vemos en el entrenamiento.

Goku aprovechó que se fue para levantarse abruptamente y salir rápido del aula. Entró a los baños, y procedió a lavarse el rostro con el agua fría que salía del grifo. Tragó saliva, mirando que sus mejillas seguían totalmente enrojecidas.

¿Por qué...? ¿Por qué hace todo esto...? —pensó en aquellos parches que recién le había dado.

Y no era sólo porque sí. Sino que el Saiyan recordaba perfectamente las palabras de Goku, cuando le confesó que "esos días" eran ligeramente molestos porque a veces le daban dolores a causa de la frialdad en su abdomen bajo. Y como la temperatura de esos días había sido baja, había llevado diariamente una bebida caliente para subir el calor en su cuerpo y ayudarlo a disminuir el dolor.

Y es que toda la semana había tenido malestar, el cual siempre le había aclarado antes de ir a la escuela en sus mensajes matutinos con el mayor. Y ahora resulta que el otro había llevado eso para reducir esa incomodidad.

Estiró su cabello, sintiéndose muy frustrado. ¡¿Qué diablos pensaba Vegeta al llevarle eso?! Tanta amabilidad, tantas atenciones... no las toleraba. Entonces, ¿por qué sentía tanta gratitud por todos esos gestos de aprecio que tenía con él? ¿Por qué tenía tanto tiempo sintiendo ganas de acercarse siempre a compartir calidez estando uno al lado del otro? Sacudió su cabeza y decidió salir para despejarse.

Estúpido Saiyan... sal de mi cabeza...—levantó la mirada, topándose con una chica pelinegra que caminaba con la mirada gacha por los pasillos—. Ah, hola, Milk.

—¿Eh? ¡Hola, Goku! —el más alto notó el nerviosismo en la chica, además del abrupto incremento en el enrojecimiento de su rostro—. ¿No irás a clases? Y-yo... quería ha-hablar contigo.

—¿Eh? —miró hacia la puerta del aula, sintiéndose incapaz de volver a donde se encontraba el Saiyan—. Podemos ir afuera, ¿te parece? —ella asintió—. Te invito una soda.

¿Ni aunque...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora