Capítulo 2

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Una vez lista para salir, bajé hasta la cocina, donde mis padres estaban atareados con el desayuno. Les encantaba cocinar y el desayuno era su momento preferido del día. Con solo observarlos durante unos segundos, podías darte cuenta de que su amor seguía fuerte como el primer día. Se movían de un lado para otro, sin chocarse entre ellos. Había tanta armonía entre ellos que deseaba que Phil y yo pudiéramos ser así cuando estuviéramos casados. Los observé durante un rato, mi madre siempre había sido bastante pálida, con el pelo totalmente negro, aún sin signos de la edad, a pesar de haber tenido 5 hijos. Siempre tenía una sonrisa en los labios y tarareaba alguna canción que había escuchado en la radio. Mi padre, por otro lado, era el modelo típico de hombre de negocios, vestido de traje y corbata, con expresión seria y un tanto fría en el trabajo. En casa era todo lo contrario, bailaba por toda la cocina con los utensilios de cocinar en la mano y un delantal que le regalamos por el día del padre que ponía: EL MEJOR PADRE DEL MUNDO.

En ese momento, ambos giraron sobre sí mismos y acabaron uno en frente del otro. Se echaron a reír y comenzaron a besarse como dos adolescentes. Me eché a reír pues siempre acababan igual.

- Vale, vale. La habitación está arriba, por si os interesa -dije entrando en la cocina y cogiendo la cafetera para hacerme mi capuchino mañanero.

- Hola cielo, -suelta mi madre entre risas, mientras me miraba, abrazada a mi padre -Phil acaba de salir.

- Lo sé, lo llamaron del trabajo. Papá -me giré mirando hacia el plato de tortitas que mi padre tenía en la mano -. Creo que comeré algo de eso.

- Claro hija. Veo que hoy has madrugado -mi padre sonrió de oreja a oreja, le encantaba que sus hijos disfrutaran de la comida. Creo que nada podía hacerlo más feliz, salvo mi madre, por supuesto -Dime, ¿Phil no te dejó dormir?

- ¡Papá! -Lo regañé, mirándolo de reojo -tuve una pesadilla y ya no pude volver a dormir -dije mientras me encogía de hombros, como quitándole importancia.

Sabía que Phil no le caía bien a muchas personas de mi entorno. Muchos consideraban que no pegábamos ni con cola, pues él era serio y "estirado"; mientras que yo era demasiado despreocupada, torpe y siempre alegre, dando saltitos cuando me emocionaba por la cosa más simple del mundo. Además, mis amigos, decían que ya no nos veíamos tanto desde que estaba con él. Sin embargo, todos decían que si yo era feliz, ellos también.

- ¿Qué vas a hacer hoy, Alex? -preguntó mi madre, dándole un sorbo al zumo de naranja que se había preparado.

- Pues, quedé a las 13:30 para elegir el menú de la boda, así que tengo tiempo hasta entonces -le contesté metiéndome un buen trozo de tortita en la boca. La verdad es que no me había dado cuenta de lo hambrienta que estaba hasta ese momento.

- ¿Phil va contigo? -

-Tenía una reunión importante. Si le da tiempo, vendrá. Aún así, llamaré a Sara, por si quieren venirse -

Mi madre sonrió y aplaudió como una niña pequeña. Era una pregunta que ya me estaba esperando, pues Phil no había venido a nada conmigo. Simplemente creó una cuenta con el dinero suficiente para la boda, la luna de miel, el banquete y probablemente la universidad de nuestros futuros hijos. Sin embargo, yo no se lo tomaba en cuenta, pues siempre era por el trabajo y, de algo hay que vivir, supongo; aunque a mis padres no les hacía ninguna gracia que lo hiciera todo sola y, por eso, siempre que podían me acompañaban o me ayudaban a escoger cualquier cosa. La verdad es que eran un gran apoyo.

- Hace tiempo que no los ves, entre la boda y los exámenes finales, casi no habéis quedado -dijo mi madre mordiéndose el labio y negando con la cabeza, como si se estuviera guardando algo más que decir, pero no dijo nada, sino que permaneció callado, muy concentrado en sus tortitas. A veces odiaba eso, era peor que oír un sermón.

Atrapada en el Bosque #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora