Capítulo 5

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Como cada vez que cerraba los ojos. El oso y el lobo aparecían delante de mí. Me volvía a encontrar en el bosque, de nuevo, con la lluvia cayendo sobre mí y ensuciándome el vestido cada vez más. Ambos animales me observaban con atención y sus ojos mostraban cierta decepción. No sé qué esperaban de mí, ¿Que opusiera más resistencia? ¿Que no fuese tan torpe? No lo sé. El caso era que ambos me observaban, sentado uno junto al otro, lo cual era extraño teniendo en cuenta la cantidad de sueños en los que se peleaban con dientes y garras, hasta la muerte. Todo parecía haber cambiado, salvo el entorno. Seguía estando en el bosque, con la lluvia sobre mí, vestida de novia, con un terrible dolor en el tobillo y siendo incapaz de seguir huyendo. Seguía teniendo al gigantesco lobo blanco y al enorme oso pardo frente a mí, pero no había tensión. El ambiente estaba tranquilo y lo inundaba un silencio que solo se rompía por las gotas de agua al caer sobre las hojas muertas de los árboles.

Mi respiración no estaba agitada y mi corazón latía calmado pero con fuerza. Por un momento llegué a sentirme tranquila y segura. Incluso, aún cuando el lobo se acercó a mí y se echó a escasos centímetros de mi rostro, observándome con aquellos ojos azules y dorados. Sabía que, instintivamente, debía alejarme, salir corriendo y luchar por mi vida. Sin embargo, me quedé quieta, como si aquel animal fuera un viejo amigo. Dubitativa, levanté la mano para acariciarlo, tal y como había hecho en alguna ocasión, pero el lobo no me dejó. Echó la cabeza hacia atrás, evitando mi mano, mientras el oso resoplaba, impaciente. Así, mis dedos se quedaron flotando en el aire, rozando la nada.

¿Por qué mis sueños habían cambiado? ¿Qué significaban? Miles de preguntas cruzaban mi mente, mientras, de repente, noté que mis pensamientos dejaron de ser solo míos. Notaba una presencia en mi interior, alguien diferente a mí, como si otra mente estuviera intentando de saber qué pensaba. Fue ahí cuando el miedo volvió a mí, pues sentía que mis sentimientos, mis recuerdos y mi forma de pensar, ya no eran privados. Me sentía como si los estuviera soltando a gritos. No me gustaba aquella sensación, a pesar de que la presencia que estaba en mi interior intentaba tranquilizarme, mientras me llamaba por mi nombre.

- Alexandra -me decía sin parar una voz masculina a través de mi mente. Mis ojos se transformaron en dos grandes esferas, observando al lobo, porque tenía la sensación que la voz provenía de él -. No lo hagas, Alexandra.

Durante unos minutos no paraba de decirme aquellas frases que no entendía. No comprendía a qué se refería, pero su voz grave, hacía que me sintiera cansada y que me tapara los oídos, intentando no oír sus palabras, lo cual era inútil. Mientras, el lobo me observaba, con ojos suplicantes y me hablaba mentalmente.

- Alexandra, no lo hagas -seguía diciéndome a gritos. Sentía como su voz se metía dentro de mí y, por un momento pensé que si seguía oyéndolo me volvería loca.

- ¿¡Que no haga qué!? -grité lo más fuerte que pude, intentando sonar más alto que la voz de mi interior.

El lobo bajó el rostro rápidamente, juntando su frente con la mía y mirándome con aquellos ojos, dejándome totalmente petrificada.

- No te cases -dijo con rotundidad y, mientras todo a mi alrededor se volvía negro, añadió por última vez-. Él no es para ti...

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Abrí los ojos con lentitud y, por primera vez desde hacía tiempo, volví a cerrarlo esperando volver a aquel sueño. Quería saber qué pasaba con aquellos animales, por qué querían impedir mi boda, cómo es que eran capaces de hablarme mentalmente y cómo iban a impedir una boda que, según el sueño, ya se había producido. Por fin comprendí: mi subconsciente tenía miedo por mí y me suplicaba que no me casara. Sin embargo, añadir al lobo y al oso, solo demostraba que tenía demasiada imaginación. Mi corazón iba a mil, pero de una forma diferente a cuando estaba asustada. Notaba el nerviosismo en cada fibra nerviosa de mi cuerpo, mientras sentía cómo la presencia del lobo dejaba mi cuerpo y me dejaba un vacío que hacía que me faltara el aire. Un parte de mí se sintió aliviada, pero otra parte de mí no quería que se fuera, quería sentirlo conmigo a cada momento.

Atrapada en el Bosque #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora