Capítulo 13

4.3K 387 3
                                    

Cuando noté que me faltaba el aire, respiré hondo y volví a aguantarlo en el interior de mis pulmones. Intentaba estar tranquila, pero mi corazón latía a mil por hora, amenazando con salir volando por mi boca. Notaba alguna que otra gota de sudor caer por mi frente, aunque no les presté atención, debía estar concentrada. Mi mano izquierda apretó con fuerza el arco que llevaba, mientras con la otra sacaba una flecha del carcaj que tenía colgado a la espalda. Solo necesitaría una. Una única flecha para acertar o para fallar y ganar el magnífico premio de fregar los utensilios de la cena, mientras un oso y un lobo se reían de mí, disfrutando de estar libres de labores del hogar. No era la primera vez que pasaba y no estaba dispuesta a que se repitiera. Esta era mi oportunidad.

Estaba escondida detrás de unos matorrales, oculta bajo la capucha de mi chaqueta. Abrí mis oídos y me dediqué a escuchar. Sabía que me estaban observando, pues podía notar dos pares de ojos sobre mí, aunque no sabía de donde provenían, aquellos malditos sabían esconder su gigantesco culo peludo, mejor que yo. No conseguía oír nada salvo los pájaros que volaban sobre mi cabeza y un sonido de un herbívoro alimentándose. Mis ojos estaban fijos en mi presa, un ciervo solitario que pasaba a unos 50 metros de mi escondite. Sería la cena perfecta para dos animales muertos de hambre y,... Bueno, y para mí.

Anclé la flecha en la cuerda del arco y, levantándolo suavemente apunté hacia mi objetivo, tensando al máximo la cuerda. Al hacerlo, todos mis músculos se quejaron. Desde que habíamos vuelto de la ciudad, Derek me había sometido a un duro entrenamiento, el cual incluía salir a correr con el amanecer, abdominales, flexiones y ejercicios que nunca llegué a pensar que se podrían hacer sin la flexibilidad adecuada. Días más tarde, gracias a las curas del oso y a mis cuidados, Matt se recuperó de forma asombrosa, uniéndose a las carreras, los sudores y a los dolores musculares. Sin embargo, yo parecía ser la única que sufría cada vez que incluso pestañeaba. A partir de ese momento, Matt desaparecía todas las mañanas con la manada que ahora debía cuidar y volvía al mediodía, transformado en el lobo blanco, con gesto cansado y, a veces, enfadado. Sin embargo, nunca pregunté.

Estaba lista para disparar. Respiré hondo una vez más y solté la flecha. Ésta salió volando, cortando el aire y clavándose directamente contra el tronco que se encontraba detrás del ciervo. Había fallado. Soltando una maldición, saqué otra flecha y apunté al animal, pero ya era demasiado tarde. El asustadizo venado, salió corriendo, impidiéndome tener un ángulo claro de tiro, pues aún no tenía tanta experiencia con el arco. Solo había pasado una semana desde que lo conseguí y, a pesar de entrenar con él cada minuto del día, aún no había acertado ni una sola vez un blanco vivo. Derek y Matt se burlaban de mí, pero yo me limitaba a ignorarlos. No era la primera vez que me enfadaba y les apuntaba con mi arma, provocando que salieran huyendo rápidamente entre risas y burlas.

- Mierda –maldecí mientras salía de entre los arbustos y corría detrás del ciervo intentando alcanzarlo, lo más silenciosa posible. Casi consigo mi objetivo, pues parecía que el animal se había cansado y estaba buscando otro lugar donde pastar. Sin embargo, una sombra blanca pasó por mi lado a la velocidad de la luz, revolviéndome el cabello con el viento que provocó. Sabía quién era y por eso me levanté, gritándole como una loca-. Es mío, Matt. ¡Es mío!

"Perdiste tu oportunidad, Alex. Solo una flecha, esa es la regla" dijo una voz en mi mente, proveniente de Derek, el cual salió de detrás de unos árboles y colocándose a mí lado.

Por un momento lo miré con el ceño fruncido, pero luego giré la cabeza para ver cómo Matt se lanzaba de manera experta hacia el ciervo con las fauces abiertas. Ni siquiera el pobre animal tuvo alguna oportunidad de huir o defenderse. Desde el momento en el que el lobo clavó sus dientes en el cuello y lo sacudió, rompiéndoselo, el animal quedó muerto en el acto. Al principio sentí pena por él, pero era ley de vida, debíamos alimentarnos. Como decía Derek: una vida por otra. No es que me gustase demasiado, pero era la única oportunidad de sobrevivir.

Atrapada en el Bosque #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora