Capítulo 4

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Me llevó por calles que yo, obviamente conocía, pues las recorría con frecuencia. Sin embargo, no comprendí lo que pasaba hasta que no estuve en la puerta de mi casa. Phil paró a un lado y se bajó del coche. Cuando apagué el motor me abrió la puerta y me miró a los ojos, los cuales estaban llenos de lágrimas. Con los pulgares, me secó el rostro y me besó los labios, apretándome contra el Mini. Eso era lo que más necesitaba en aquel momento, sentirme querida por la persona que amo. Sus labios eran cálidos y tenían cierto sabor salado, debido a mi llantina. Cuando nos separamos, mi corazón aún iba a mil por hora.

- no soporto que llores -me dijo en un susurro.

- No eres el único, créeme -le contesté sacando un pañuelo de mi bolso y sonándome la nariz -. Creía que hoy dormía en tu casa.

- no. Hoy dormirás aquí -a continuación me cogió la mano y me llevó hasta el interior. Sacó su propio juego de llaves que regalé cuando me propuso matrimonio, abrió la cancela y se apartó para que yo pudiera meter mi coche en el garaje.

- ¿Te quedas conmigo? -pregunté cuando ya estábamos en la puerta de mi casa, con la esperanza de tenerlo a mi lado toda la noche.

- Estaba trabajando cuando me llamaste. Tengo asuntos que resolver antes de mañana y no quiero que te aburras estando allí -habló mientras abría, con su propia llave, el gran portón de madera oscura.

- No me aburriré, no quiero estar sola -le dije, cogiéndole de la corbata, mostrándome un tanto coqueta, dándole a entender lo que podría pasar si se quedaba. Phil sonrió, malévolo. Se inclinó sobre mí y volvió a besarme. Todo empezó con suavidad, pero luego el beso se volvió ardiente. Las mejillas me ardían y mi respiración comenzaba a estar agitada. Me abracé a mi novio y él colocó sus manos en mi trasero y mi espalda.

- Alex, tengo que irme -dijo no sin esfuerzo, separándose de mí con un gruñido.

- ¿Vas a dejarme así? -susurré mientras me colocaba la ropa, pues Phil me la había arrugado.

- Lo siento nena, pero tengo que irme -volvía a decir, pasándose la mano por el pelo, dudando.

- Anda, por favor, no me dejes -volví a cogerlo de la corbata y lo obligué a besarme de nuevo.

Lo besé como nunca, casi con desesperación. Al principio Phil parecía reacio a continuar pero con un gemido muy varonil, pareció rendirse. Me abrazó y me obligó a rodearlo también con las piernas. Me apoyó contra la pared del porche, mientras me besaba con pasión y sensualidad, mientras yo solo podía dar gracias de que mis padres ya estuvieran durmiendo y a que nuestra casa estuviera a las afueras, sin muchos vecinos alrededor. Sus manos subían y bajaban como locas, recorriendo todo mi cuerpo con urgencia. Yo me sujetaba a él, sintiendo su calor y cómo se frotaba contra mí. Una de sus manos me soltó y la metió debajo de las mayas, tocándome en lo más íntimo. Yo gemí en respuesta, mientras Phil mascullaba una maldición.

De repente, me dejó en el suelo y dejó de besarme. Me colocó la ropa y me miró con sus ojos azules, ahora oscurecidos por el deseo. Lo miré confusa "Que ni se le pase por la cabeza dejarme así", pensé abriendo la boca para hablar. Un nuevo beso de él acalló mis palabras.

- Odio que te utilices a ti misma contra mí -dijo con la respiración entrecortada. Volvió a colocar sus labios entre los míos y dijo por última vez -. Vamos a tu habitación, pero tienes que estar muy calladita. No quiero que tus padres se enteren de lo que hacemos.

Iba a decirle que dudaba que ellos no lo supieran ya, pero no pude. Volvió a cogerme en brazos y, con pasos precisos pero rápidos, subió las escaleras, entró en mi habitación y cerró la puerta, mientras mi mente daba saltitos de alegría.

Atrapada en el Bosque #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora