Los mareos matutinos, en lugar de mejorar, fueron a peor. Todos los días Emilio le repetía, con la disciplina de un soldado, que sí, que los vómitos eran horribles, pero que él lo ayudaría a llevarlos lo mejor posible hasta que desaparecieran. Decidieron guardar en secreto el embarazo hasta el segundo trimestre básicamente por el riesgo de complicaciones y abortos espontáneos.
El ginecólogo les aseguró que después del segundo mes no tendrían de qué preocuparse, pero aun así ellos prefirieron esperar antes de decírselo a nadie.
Joaquín ni siquiera se lo contó a Eliza, lo cual fue cualquier cosa menos fácil, pero creía que era mejor que su amiga no lo supiera aún para evitar que se le escapara sin querer mientras hablaba con alguien.Emilio estuvo a su lado, tal y como había prometido. De vez en cuando no tenía más remedio que volar a Europa, pero los viajes siempre eran cortos, de tres días como mucho. Joaquín lo pasaba mal cuando se iba, pero tenerle de nuevo en casa siempre era maravilloso.
Las semanas se sucedían a una velocidad vertiginosa. Las noches eran una experiencia memorable en los brazos de Emilio. Hasta que un día, tal y como el ginecólogo había pronosticado, el hada de los mareos matutinos interrumpió sus visitas diarias.
Un día, Emilio regresó a casa tras pasar el día en la oficina. Joaquín había dedicado la jornada a retirar cuadros y a mover los muebles de la habitación que había frente al dormitorio. Estaba levantando una mesita de noche cuando oyó la voz alarmada de Emilio
gritando desde la puerta.—¿Se puede saber qué demonios estás haciendo?
Joaquín soltó la mesita y a punto estuvo de aplastarse un dedo del pie.
—Me has asustado —le dijo.
Emilio se dirigió hacia ely con las manos en la cadera.
—No deberías estar levantando muebles. —Sus ojos recorrieron la estancia—. ¿Has sacado tú todo lo que había aquí?
Solo quedaba el armario, la cama y las mesitas.
—Sí, ¿por qué? Dijimos que este sería el dormitorio del bebé —respondió Joaquín con un hilo de voz para que Louise, que estaba limpiando el dormitorio principal, no oyera nada.
—Esto no está bien —susurró Emilio, y dándose la vuelta gritó—: ¿Louise? ¿Mary?
—¿Qué estás haciendo?Louise apareció en la habitación casi a la carrera, visiblemente alarmada.
—¿Va todo bien?
—Ve a buscar a Neil —le dijo Emilio.Joaquín tomó el brazo de su marido, debatiéndose entre la confusión y la alarma. Por mucho que insistió, no consiguió que le contara qué estaba pasando. Emilio esperó a tener a sus tres empleados delante antes de decir una sola palabra.
Y cuando finalmente lo hizo, Joaquín se quedó mudo de la sorpresa.
—Joaquín está embarazado.
No daba crédito a lo que estaba pasando. Ambos habían acordado no decir nada a nadie hasta la próxima visita con el ginecólogo, aunque en cuestión de segundos comprendió sus motivaciones.
—Lo sabía —dijo Louise, mirando a Mary de soslayo.
Mary se encogió de hombros y recibió la noticia con una sonrisa maternal.
—Por supuesto que sí.
—¿Lo sabían? —preguntó Joaquín.
—Querido, vivimos aquí. Pues claro que lo sabíamos.
Emilio miró a Neil.
—A mí no me mire. No tenía ni idea.
—Si sabían que Joaquín está embarazado, ¿por qué permiten que se dedique a mover muebles por toda la casa?Neil miró a su alrededor.
—No quería que lo ayudáramos.
—No necesito que me ayuden —se defendió Joaquín, el mismo y a sus empleados—. ¿Dónde está el problema?
Neil dio un paso al frente.
—La gente embarazada no pueden cargar peso.

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CONTRACT || Emiliaco M-preg
FanficEntre el sexo y el amor sólo hay un obstáculo: el matrimonio Contenido 🔞