asquerosa sociedad

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Salí de mi casa temprano al colegio, yó, estudio por la tarde pero tenia que ir a la jornada extendida porque el colegio exigía que estudiara una de las dos modalidades que tenían para poder graduarme, contabilidad me parecía aburrido y núnca me he visto como contador y Dibujo técnico también lo odiaba pues núnca he sido buen dibujante pero pensé que seria mas sencillo que contabilidad;

Mientras manejaba tomando el congelante frío de la mañana, observaba a las personas en su tragin diario, todas esclavizadas por la monotonía, eran como zombies de un lado a otro muertos en espíritu, lo único que les importaba es conseguir el sustento diario hasta acabar su existencia.

Llegué al parqueadero del colegio, estacioné la moto y subí a mi aburrida jornada de dibujo, al llegar lo primero que ví fue a mi maestro: chiquito, unos anteojos redondos, un peinado como si una vaca lo hubiera lamido y de compostura flaca era gracioso a la vista.

-Buenos días maestro-

-Buenos días hermano póngase la bata- Me respondió con su gracioso timbre de voz el cual parecía un niño afónico.

Seguí caminando hasta mi puesto y saludé por educación a los de celebrados de mis compañeros; mis compañeros eran los típicos hombres "populares" que se creían los mas listos y pintas del salón solo porque tenían muchos amigos igual de idiotas a ellos los cuales eran la mayoría y humillaban al sabio para camuflar su idiotez, tenían las mujeres que ellos apetecieran, pues las chicas también eran ingenuas y se dejaban llenar la cabeza de las babosadas que les decían ellos creyendo todas sus mentiras sabiendo que solo querían sexo, por esta razón los odiaba tanto, jugaban con la creación mas hermosa y perfecta que hizo Dios que fue la mujer, desafortunadamente la mayoría de las mujeres de mi colegio heran mujeres fáciles les importaba más agrandarse los senos o el trasero que enriquecer su conocimiento heran unas cabezas huecas pero sin embargo heran damas y se respetaban, no me gusta referirme así a ellas pero era la triste realidad. Por esta razón se me dificultaba encajar con ellos así que mi único aliado era la música y la lectura; mis amigos eran pocos pues tampoco encajaban con toda la pestilencia de mi salón y se reunían con migo aunque normalmente me la pasaba solo.

Al lado de mi puesto quedaba una ventana que me daba una vista panorámica del colegio y podía ver el sol salír en las mañanas de las cordilleras orientales; contemplar dicho paisaje escuchando solos en piano de Yiruma era un deleite y gran elogio para mi ser, me desconectaba del mundo en el cual vivía. En el patio del colegio veía a los estudiantes tomar su respectiva clase, vagando por el colegio sin rumbo fijo viendo como iban con su grupo social dejándose influenciar del otro.

Transcurrió el tiempo y sonó el timbre para el descanso, cojí mis cosas y salí, tomé aire fresco y fui a ver la moto que estuviera bien pues en mi colegio abundaban las " ratas" como la gerga los había apodado (las ratas son los ladrones o ñeros de la zona según nuestra gerga), luego de ver que estaba bien caminé unos 10 pasos cuando de pronto aparece Lucía una chica de compostura mas bien delgada, piel blanca, sus ojos claros los cuales reflejaban la tristeza interior en ella y esa impotencia de no poder superar su pasado; Lucía se comportaba coqueta, con una sonrisa siempre en su rostro la cual era falsa, cariñosa con todos trataba de agradar a todo el mundo pues ella le gustaba tener muchos amigos para saciar su vacio , tenia una relación demasiado absurda con un chico el cual peleaban cada día de por medio y se arreglaban y hací transcurría como un ciclo. Posando ella sus ojos en los mios me abarzó como si me tratase de un amigo de toda la vida cosa que no me agradaba mucho porque yo soy muy seco y no estaba acostumbrado a dichas manifestaciones de afecto y me digo con una voz coqueta:
- Hola querido ¿que haces tan solo?- mientras jugaba con mi saco

-Hola Lucía nada acabé de salir de dibujar-

-ven acompañame donde mis amigos-

-ok vamos-

El trayecto con Lucía para ir donde los amigos de ella que por cierto no conocía fue como un paseo turístico al colegio, cuando porfin llegamos donde estaban me llevó a el muro de la cafetería que daba al exterior del patio allí se encontraban dos hermosas damas: Milena la chica tierna, alegre y consentida del grupo y Elísabet una chica intelectual, calculadora la consejera del grupo pues era muy inteligente y podía dar buenos consejos, las dos heran muy hiperactivas y locas, a mí automáticamente me agradaron y entablé una conversacion con ellas y nos hicimos amigos; poco después sonó el timbre para regresar a clases y me alejé pensando en lo agradable que fue conocerlas y volví a mi cotidiana mesa.

"Espero que les guste la primera parte de la historia me disculpan si no les agrada , es mi primer libro y no soy bueno todavía acepto criticas sugerencias o comentarios Dios los bendiga" .

ElísabetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora