Entró con mi maleta hacia mi habitación, dándome una ducha y poniendo mi pijama. Voy hacia la cocina donde están Rose y Brent.
—Ven, Julie. La lasaña me quedó exquisita. —me siento y ella pone el plato frente a mi, huele bien, lo admito.
—También sabe bien. —Brent me mira.
Llevo un pedazo a mi boca y..
—Por todos los santos, esta mierda esta buenisima, Rose. —murmuró comiendo.
—Gracias, gracias. Me costó pero valió la pena. —dice sentándose en el regazo de Brent —¿Cómo fueron tus días allá?
—Bien. Se sintió genial volver a verlos, los extrañe demasiado. — y vaya que voy a extrañar el pene del señor Nate.
Doy un sorbo a la bebida y tocan la puerta.
—¿Invitaron a alguien más?
Rose y Brent se miran entre sí negando.
—Yo voy, ustedes están muy cómodos así. —me levanto abrir la puerta y vaya sorpresa, Alex.
—Hola, Julie.
—Hola Alex, no esperaba verte aquí. —me hice a un lado para que entrará —. Estamos en la cocina, ven.
Verlo se siente extraño. La sensación de estar frente a él es... diferente, algo cambió.
—Hola chicos. —Alex saluda y Brent lo mira con cara de ¿que carajos haces aquí?
—Oh, Brent. No sabía que venias —dice Rose, con voz temblorosa—. Siéntate.
Se sienta al lado mio, y los chicos están delante de nosotros.
—Supe que fuiste a Francia, ¿Qué tal?
—Bien. Extrañaba a mi familia.
—Alex, ¿Podemos hablar? —Brent se levanta. ¿Enojado? Y Rose sólo agacha su cabeza—. Es importante.
Los chicos se fueron a la habitación de Rose hablar y ella me mira.
—¿Qué me perdí estos días? —solté.
—Nada. Sabes que Brent es raro. —ríe nerviosa y come su lasaña.
— Me parece raro, Brent estaba sorprendido de ver Alex aquí.
—Brent se sorprende con cada cosa, querida.
—¿Podemos hablar después?
Rose asintió y terminamos de comer, hablamos de los días que estuve ausente, Brent y Alex volvieron. Brent tiene cara de enojado y Alex esboza una sonrisa.
—Amor, estoy cansada. —Abraza a Brent quien le dice que vayan a la habitación. — Julie, yo lavo mañana, no te molestes.
Se fueron a la habitación dejándome sola con la especie frente a mi.
—¿Porqué me ignoras? —solté sin preámbulo.
—Yo no te evito. Solo tengo cosas que hacer. —tomó un sorbo de la bebida. —Aparte, no me dijiste que ibas a Francia.
—Si te decía, ¿Cambiaría algo?
—¿Qué quieres cambiar, Julie? —Me mira. Su profunda mirada azulada.
—N-nada.. Solo decía.—me levanto camino hacia el lavaplatos. Oigo que la silla suena y siento su olor atrás mío.
—No puedes evitarlo.. —Susurra en mi oído. No puedo moverme, su olor impregna mi nariz. Siento su respiración en mi oreja.