Cambiar mi vida, mi rutina diaria, por ella. He estado posponiendo mis ensayos, mi tesis. Por simplemente chocar con ella.
Agarro mi quinto cigarro para encenderlo y el sonido de mi móvil me interrumpe.
[Llamada entrante: Mamá.]
—¿Dónde estás?
—En el piso. -Miento.
—¿puedes venir a casa? Tenemos que aclarar ciertas cosas.
Le doy un último suspiro y corto la llamada. No sé para que me quiere, sabe que detesto ir a casa y más con él ahí. Guardo el cigarro, subo al auto y arranco para casa.
Al entrar, veo que hay un auto demás y ya puedo suponer de quien es. Estacionó al lado de este y bajo. Toco el timbre y me recibe la empleada.
—Pase joven, lo están esperando en el salón. —se hace a un lado para que pase y cierra la puerta.
Cuando entro al salón, me encuentro con las miradas de mis padres, Ámbar y su madre. En mi opinión, me cae como dedo en el culo.
—Hijo, ven aquí. —mamá agarra mi antebrazo y me sienta en el medio de ella y papá—. La madre de Ámbar vino de sorpresa.
—¿Cómo estas Alex? Hace tiempo que no te veía. —la mirada fría que me da su madre. Muriel Garza.
La persona más detestable que existe. El difunto padre de Ámbar debe estar feliz de haber dejado a la mujer en la tierra y no arrastrarla con él, se notaba que no la soportaba y por eso la engañaba.
No le respondo y papá carraspea su garganta matando momento de tensión que se arma.
—Vengo hablar del compromiso. —espeta la mujer, sin pudor alguno— hace 3 años le entregaste el anillo a mi hija, pero no entiendo porque aún los medios no hablan de alguna boda.
—Le di un anillo a su hija para que dejara de joder. —miro a Muriel, que está tensa en su asiento.
—¿Podemos hablar tranquilos? —papá me mira y yo asiento—. Sabemos que mi hijo se comprometió con ella, no es necesario que vengas aquí y lo presiones por esto.
—Yo entiendo, pero la prensa no. En cualquier momento comenzarán a especular porque mi hija lleva tres malditos años esperando la boda.
—Que se joda la prensa. No todo tiene que salir ahí.
—Para tu información querido —su tono de voz era más autoritario que de costumbre—. Todos ansían esa boda, la familia Wells y la Familia Garza al fin unidos. Esto nos beneficia a todos.
Aclare mi garganta para hablar, pero papá se adelantó.
—Tengo entendido que tu empresa está cayendo de apoco, ¿No? Por eso quieres lo más pronto este matrimonio.
—Quiero el bienestar de mi hija. Está quedando en vergüenza por estar esperando y con el corazón roto.
Esta vez mi mirada viaja hacia Ámbar, que en este tiempo ha estado callada y cabizbaja.
—Nos están humillando.
—Aquí nadie está humillando a nadie Muriel, no le pongas tanto color al asunto. —habló mi mamá cabreada.
—Quiero la boda cuanto antes. A pesar de que estemos cayendo, tu empresa necesita tanto de la mía como la tuya.
—Si Alex no se ha casado, es por algo.
—No lo justifiques, Eleanor.
—No justificó a mi hijo, pero yo creo que ellos deberían hablar de esto. No nosotros.