2019. Nuevo Louis

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2019. Nuevo Louis

Louis le había manchado toda la camisa. Era alto, con el pelo rizado y largo hasta los hombros y unos ojos verdes que refulgían con las luces de la discoteca. Murmuró una disculpa, azotado, y cuando sus ojos pasaron de su torso a sus ojos, se dio cuenta de que el alfa lucía confundido, y a sus fosas nasales llegó un fuerte olor, que Louis identificó como tierra mojada. Sus feromonas danzaban a su alrededor agitadas, y Louis temió que se hubiera enfadado. Con el corazón en un puño retrocedió un paso y buscó a sus amigas con la mirada, con la esperanza de que le sacaran de allí antes de sufrir daño alguno. Entonces el alfa sonrió.

Era una sonrisa sincera y bondadosa. Sin un ápice de crueldad o acidez, como tantas otras sonrisas de alfas que había visto. Se pasó la mano por el pelo.

—Siento yo haberte echado a perder el cubata. ¿Quieres que te invite a uno?

Louis iba a decir que no. No le gustaba la manera intensa en la que su olor le había invadido en un principio, aunque luego hubiera trazado esa sonrisa amplia que le hacía tan encantador. Además, Louis no había venido a La Flor para aquello. Louis siempre se mantenía lejos de los alfas. Pero cuando giró la cabeza en dirección a sus amigas, estas le animaban a aceptar. Siempre las ignoraba, pero había sido una semana de mierda, y Louis estaba harto de sentirse tan inútil, tan delicado, tan soso. Así que intentó forzar una sonrisa, que le salió temblorosa, y asintió.

—Me llamo Harry —dijo. Tenía la voz profunda y áspera.

—Louis —dijo él, sin mirarle a los ojos y sujetando con fuerza su nueva copa.

—Siento haberte asustado con mi olor antes, Louis. El choque me pilló desprevenido, y estaba frío —rió.

Ningún alfa se había disculpado con él antes, menos aun por haberle asustado. Le miró, sorprendido, y dio un sorbo a su vaso.

Harry hablaba la mayor parte del tiempo. Le contó que un amigo que había conocido en una asignatura optativa de su carrera les había insisto a él y al resto de su grupo para ir a este bar. Le dijo que le gustaba el ambiente, aunque no solía asistir a esa clase de lugares. Louis quiso preguntarle a qué se refería, pero calló por vergüenza. Le contó que estudiaba Derecho y que llevaba toda la vida viviendo en Londres.

—¿Y tú? Estás muy callado, ¿estás bien?

Louis se removió en su asiento.

—Oh, lo siento. Quizá será mejor que me vaya.

—No, no. —Le detuvo, cogiéndole del brazo —. Lo siento. No soy muy locuaz.

Harry sonrió y volvió a sentarse en el taburete.

—No hace falta que lo seas. Solo háblame de ti, Louis.

Había algo en la forma en la que decía su nombre que provocaba en Louis una sensación extraña, como de calidez. Louis se relamió los labios y bebió.

—Pues... hace unos días me despidieron de mi trabajo. —Louis se odió. ¿Por qué le contaba eso? —. Y... vine a Londres hace un año.

—¿Y qué te ha llevado hasta aquí? —preguntó, con un interés genuino, clavando en él sus profundos ojos verdes y con una pequeña sonrisa.

—Reinventarme.

—Un objetivo ambicioso.

—No te creas —bromeó, y luego trató de explicarse —. Digamos que... no sé mucho de la persona que fui durante mis primeros dieciocho años de vida.

—Y si te preguntara quién eres ahora, ¿qué me dirías?

Louis se tragó el contenido del vaso de un trago.

—Si quieres, te lo digo en mi apartamento.

Era la frase más arriesgada que había dicho en su vida. Harry sonrió, y Louis sintió con embarazo que se acercaba más a él.

—¿Estás seguro? —Como para decir que no.

Louis asintió.

🌼

No era que a Louis no le gustara el sexo. El sexo estaba bien, pero no lo necesitaba para vivir. Llevaba un año, desde que rompió con Gus, sin tener relaciones sexuales, y no le molestaba. Tenía asuntos más importantes de los que preocuparse, como su pesadilla recurrente o estar en el paro.

Pero algo se encendió en él cuando Harry le tiró a la cama y recorrió su pierna izquierda con su mano hasta llegar a sus muslos. Se le pusieron los pelos de punta. Cerró los ojos, inundando por sensaciones desconocidas para él, sin saber cómo reaccionar ante lo que estaba sintiendo. Harry le olió el cuello, y Louis temió que le mordiera.

—Oye. —Fue capaz de decir —. No...

—Tranquilo. Nunca lo haría. Te lo prometo. —Sonaba serio, y Louis asintió.

Harry le desnudó despacio, y Louis se encogió sobre sí mismo y puso sus brazos delante de su cuerpo. Con los ojos brillantes y una expresión ida, Harry le agarró los brazos y negó con la cabeza.

—Nunca —dijo, besándole el cuello, haciendo que Louis sintiera escalofríos —. Nunca te tapes. No ante mí, Lou.

Louis dejó escapar un suspiro. Cerró los ojos y, sin previo aviso, se le cortó el aliento. Una húmeda lengua se deslizaba por su interior. Louis agarró la mata de pelo de Harry y le observó quitarse la camisa sin apartarse de su culo. Louis nunca había estado tan mojado, incluso chorreaba. Había oído de sus amigas que aquello les pasaba todo el tiempo, pero él nunca lo había sentido hasta ese momento. Se retorció sobre sí mismo. Harry le cogió de la mano y la llevó de nuevo a su pelo, y Louis estiró.

—Joder, Louis.

Sintió que un dedo se introducía en interior. Louis se mordió el labio inferior y gimió. Avergonzado, quiso girarse para poner la cabeza en la almohada. Todavía con un dedo en él, Harry trepó hacia su cabeza.

—Eres fantástico, Lou. Tu voz es maravillosa.

Le besó en la mejilla. Louis quería besarlo en los labios, y así lo hizo. Un casto beso que Harry se encargó de que fuera a más. Louis no podía evitar mover el trasero para forzar la fricción, y Harry decidió meter otro dedo, solo para volverle loco. Louis lanzó un gemido que parecía un grito.

—Alfa, por favor —suplicó sin poder evitarlo —. Alfa...

—Dime que lo estoy haciendo bien. Dime que te estoy haciendo sentir bien.

—Como nunca antes otro me había hecho sentir —confesó —. Por favor, lléname.

—Oh, Dios, Louis. Eso es todo lo que necesitaba oír. —Le acarició la espalda —. ¿Usas supresores?

Louis asintió. Harry le giró sobre su espalda. Murmuró algo de querer verle el rostro. Entró en él con cuidado, regocijándose en los suaves quejidos de Louis. Empezó a moverse de manera constante y lenta, haciendo a Louis presa de la desesperación. Lo quería cerca. Lo atrajo hacia sí, abrazándolo y clavando las uñas en su espalda.
Harry gemía con una voz ronca y anhelante.

—Eres perfecto, eres precioso, Lou, joder —no dejaba de repetir, haciendo que las mejillas de Louis se tornaran rosas.

Cuando Harry se corrió dentro de él, Louis soltó un chillido que seguro que los vecinos confundían con los que solían despertarle de sus pesadillas. Harry le masturbó hasta que él también llegó, y ambos se quedaron dormidos, unidos por el nudo de Harry, entrelazados uno con otro.

atávico ; lsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora