Chapter 18

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La carretera ya se extendía frente a ellos sin casas ni edificios que mostrar, solo algunas pequeñas tiendas ocasionales. Para la sorpresa de Clarie, su acompañante estaba más callado de lo usual. Había hecho apenas un par de preguntas, pero no había hablado lo típico que suele. Ella se lo atribuyó a los mismos nervios que la atacaban, después de todo, no sabían qué objetivo tenía aquel loco con esos objetos y estaban poniendo en riesgo la vida de dos personas inocentes.

-¿Aún no tienes idea de por qué Lubelsame quiere estos tesoros? Dudo mucho que sea por su valor, podría haber pedido que robara cosas aún más caras.- preguntó ella teniendo que levantar la voz un poco debido al ruido del motor del vehículo.

-He investigado mientras estuviste ausente y no encontré nada que los relacione.- respondió él nuevamente sonriendo.- Sin embargo, no debemos confiarnos, mi lady, tenemos la desventaja de que nuestra ignorancia es su poder.

-Pero estamos haciendo lo que él dice, no puede sino cumplir con su palabra.- Clarie apretó con fuerza en manubrio de la moto.

-Lo siento, preciosa, pero no puedes confiar en que todos serán igual de sinceros que tú...- esta vez, la sonrisa desapareció del rostro del rubio.- Ese hombre podría usar a tus amigos para atraerte y al final matarte... Debes esperar lo peor... No puedes confiar que simplemente cumpla con su palabra... Nadie lo hace del todo...

-Jack, si algo he aprendido en el tiempo que te conozco, es que no tienes que saberlo todo de una persona para conocerle.- él se sorprendió al escucharla y ella sonrió.- Sé que no debo esperar que sea alguien confiable, pero quiero que mis amigos estén bien. Si no lo hago, ¿cómo les veo a la cara cuando los rescate y les diga que siempre debieron tener la esperanza de que los fuera a buscar?

El joven sonrió nuevamente, estaba conmovido, esas palabras no se las esperaba. Su chica tenía la esperanza creciendo dentro de sí con la semilla que él mismo había plantado. Incluso una leve lágrima se le salió habiéndose secado al salir debido a la brisa ocasionada por la velocidad a la que iban. Ambos estaban ansiosos, cada uno con su objetivo bien claro.

-Mi ángel...- comenzó a decir el muchacho con un tono bajo así como su cabeza.- Yo... yo... hay algo que debo confesarte... y creo que debes saberlo antes de que...

-¡Ahí está!- ella lo interrumpió con emoción.- He encontrado el lugar, Jack. Salvaremos a mis amigos.

-Que bien...- su sonrisa era disimulada, pero Clarie no lo notó, estaba más enfocada en llegar a la hora acordada.

La velocidad se redujo lentamente antes de visualizar por completo la desvencijada construcción. Era enorme, como toda fábrica, se notaba que tenía muchas salidas, entradas y los típicos laberintos interiores que solo los trabajadores conocedores sabrían distinguir. Clarie bajó del vehículo seguida de Jack. Ella tomó sus cosas y las dejó en su espalda a la par de él. En el momento en el que la punta del bastón tocó el suelo al ser desplegado, ambos se pusieron en marcha.

-¿Alguna idea de cómo entrar, dulzura?- preguntó él notando que los pasos de su chica eran algo erráticos en cuanto a un objetivo fijo.

-La misma de cómo salir, ninguna. Hay varias puertas por algunos lugares, pero son de esos portones de metal que caen desde el techo... sería imposible abrirlos si no es desde dentro y por el mecanismo interno.

-Entonces debe haber alguna puerta para empleados. Busca bien, lindura, esas suelen estar en la parte opuesta a la carretera.- recomendó el joven pensativo.

-Bien, cuando dije que iríamos a ciegas, literal no pensaba que me guiaría un ciego.- Clarie se dirigió al estacionamiento en la parte trasera de la construcción.

-Te sorprenderías de las cosas que aún no conoces de mí, belleza.- su tono no era el galante de siempre, se le notaba más desanimado, o al menos así estaba, pero la atención de la chica se centraba en localizar una entrada.

-¿Cómo puede ser...?- ante ellos, una puerta apenas cerrada con una cadena y un candado apareció siendo la nueva esperanza para entrar.- ¿Qué eres, un mago? Hay una puerta.

Clarie se dispuso a sacar de sus cosas una pinza para cortar el candado mientras Jack solo esperaba con gestos nerviosos y apretando de vez en cuando el mango de su bastón. En poco tiempo la cadena se soltó de su amarre y la entrada por fin estaba abierta para ellos. El tiempo corría, debían apresurarse en entregar las cosas.

-Vamos, Jack, debemos entrar... ¿estás bien...?- por primera vez, la joven notaba que algo no estaba bien en el ladrón.- ¿Quieres esperarme fuera...? No te voy a reprochar si lo haces, igual es peligroso para ti.

-¡No! Vine contigo y lo haré hasta el final. Créeme, mi miedo es diferente de cualquier cosa que te puedas imaginar... pero no te voy a abandonar.- alzó su mano hacia ella en petición de su guía nuevamente.- Entremos juntos, no me importa lo que me pase, vine por ti también.

Ella lo abrazó más que darle la mano, besó su mejilla y luego lo tomó del brazo para entrar juntos. Le agradeció mil veces aquello, puesto que sabía a lo que se arriesgaba al meterlo en ese peligroso lugar.

Solo de entrar, las abandonadas y oxidadas maquinarias de la fábrica se hicieron presentes. Algunas piezas habían por el suelo, otras eran enormes y solo estaban en el lugar donde se habían detenido hace años. Pero lo que más destacaba del lugar, era el extremo calor que había allí. Ambos caminaban adentrándose más en el lugar, sin saber muy bien a dónde dirigirse, hasta que una de las puertas mecánicas se abrió dejando ver a los rehenes en el suelo de un almacén pequeño.

-¡Clarie!- dijeron a coro al ver a su salvadora, y la chica fue como pudo a abrazar a su amiga.

-¡Sara! ¡David! ¡Por Dios, me alegra tanto verlos!- dejando de lado a Jack, la joven entró al almacén aún abrazada de su amiga y también abrazó al chico sentado en el suelo.- ¿Están bien? ¿Les hicieron algo?

-Nos ha tratado como perros, pero al menos no nos hizo daño...- respondió David al tiempo que correspondía al abrazo.-  Pasamos todo un día en la cámara frigorífica, este lugar está sobre una mina.

-Ese tipo está loco.- prosiguió Sara.- Quiere hacer un ritual extraño y necesita de esos objetos para terminarlo.

-¿Ritual...? Como sea... tengo que sacarlos de aquí...- Claire salió del almacén rodeando a Sara con sus brazos, pero Jack estuvo atento a algo.

-Querida... algo no suena bien...- la puerta mecánica comenzó a bajar de repente atrapando a ambos chicos dentro del almacén.- ¡Claire!- gritó Jack asustado.

El estruendo fue bastante fuerte incluso para él. No sabía qué había pasado con ella y los demás, siquiera dónde estaba. Sus nervios afloraron más aún cuando sintió la voz del otro joven a su lado.

-Parece que nos tienen a nosotros ahora.- dijo él.- ¿Eres amigo de Clarie? No te conocía.

-Algo así, soy Jack, y como ves, soy ciego.- este tendió su mano a donde escuchó la voz desde el suelo.

-Un placer, Jack, soy David. Y te sorprenderás al saber... que soy paralítico.- correspondió al gesto.

-Tienes que estar de broma.

-Pues no. No lo estoy.

La prueba de la flor asesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora