Chapter 17

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Tomaron el primer taxi que se les cruzó por delante y fueron los tres a casa de Crystal. Por más que Jack tratara de evitar que Clarie llorara, ella solo seguía haciéndolo sin cesar. Los tres se quedaron en silencio todo el viaje, tampoco era como si hubiera mucho que decir. Al arribar al lugar, la mayor pagó el taxi mientras el rubio acompañaba a la chica dentro rodeando sus hombros.

-Deberías darte una ducha antes de que nos vayamos, preciosa. Te sentirás mejor.- dijo él con un tono consolador. 

Clarie solo asintió levemente y se escapó de los brazos de él con rumbo al baño. Jack suspiró y se dirigió a la sala de la casa a sentarse en el sofá. Se quedó allí apoyando sus codos sobre sus rodillas y su barbilla en sus manos entrelazadas. Estaba sumido en sus pensamientos hasta que sintió una presencia sentarse a su lado. Reconoció por el olor que era su amiga de años, Crystal.

-¿Cuándo piensas decirle, Jack?- preguntó mirando al chico con preocupación.- Mientras más lo aplaces, más difícil será para ella asimilarlo.

-No, Crys. Solo mira cómo está la pobre con esta situación de sus amigos. No puedo darle otro dolor de cabeza como ese. Cuando todo esto termine, se lo diré. No me importará si luego de eso me odia o cree que la he estado utilizando. Me dolería mucho perderla, pero tiene derecho a pensar que la he traicionado, aunque haya sido por una buena razón.

-Ella es diferente, Jack. No creo que te odie, solo que de seguro le costará perdonarte.

-Como sea, aun no está preparada para saberlo.- suspiró y bajó la cabeza cuando recordó algo.- La foto… ¿Qué tenía?

-Era de sus amigos. Estaban en una especie de pequeña jaula en un sótano o eso parecía. La foto era desde el punto de vista de una cámara de seguridad. Ellos se ven en un estado bastante grave, sobre todo David. Él también tiene una condición especial y…- el rubio hizo una seña poniendo su dedo índice en sus labios para que la contraria dejara de hablar.

Había escuchado la puerta del baño abrirse, lo que significaba que Clarie estaba lista y de seguro iba a escucharlos si seguían hablando. Crystal comprendió rápidamente y fue en busca de las cosas de su amiga, siempre las preparaba ella y, en las condiciones de la chica, de seguro su mente no estaba clara como para hacerlo ella. En cambio, Jack fue donde su amada, pudo guiarse fácilmente y ubicarla en uno de los pasillos de la casa por los sollozos que aun escuchaba en ella. No dijo nada, primero la abrazó, pues sabía que ella lo necesitaba.

-No pienses cosas malas, linda. Los pensamientos son poderosos y nos pueden traicionar. Siempre debes pensar que las cosas irán bien. Si piensas que todo irá bien, tendrás más posibilidades de que así sea, porque crees en ello.- fueron esas palabras y la sonrisa que siguieron a estas lo que hizo que la chica detuviera su llanto y lo mirara con sorpresa.

-Jack…- habló, aunque su voz se escuchó más como si fuera un suspiro.- Lo haré… pero, por favor, no te vayas de mi lado. Creo que eres lo único real que me mantiene cuerda en esta locura.- ella entrelazó su mano con la de él y la alzó para besarla, haciendo que el bastón recorriera el brazo del joven por la gravedad.

Tras el gesto, ambos sonrieron, de alguna forma, Clarie sentía que Jack podía verla a los ojos cada vez que sonreía de esa forma tan animada.

-¡Muchachos, sus cosas están listas!- anunció Crystal desde la cocina teniendo ya las dos bolsas con sus herramientas.

Clarie fue hasta allá llevando consigo al muchacho de la mano. Cuando se fijó en las cosas que llevarían, frunció el ceño. Aun así, confiaba en el buen juicio de su amiga, nunca le había fallado en alguna ayuda que le diera y siempre fue todo necesario en las cosas que ella ponía a su disposición. Ella tomó la suya y le tendió a su compañero la de él. Sacó de su bolsillo el móvil y volvió a leer el mensaje tanto como ver la foto adjunta. Un suspiro pesado salió de sus labios, pero cuando miró a Jack, o, más bien, la sonrisa de este, sus mejillas se sonrojaron y su corazón palpitó con más fuerza.

La foto traía unas coordenadas en un código numérico. No fue difícil para el experimentado ladrón procesarlas para buscar el lugar. En muy poco tiempo, configuró su celular para que marcara el lugar en un mapa online. Era un sitio bastante lejano, en las afueras de la ciudad.

-Parece una fábrica abandonada, no puedo distinguir desde arriba su distribución.- observó Clarie.- Tendremos que entrar a ciegas.

-Nada nuevo para mí, lindura.- el chico se encogió de hombros con una sonrisa, pero eso más que molestar, provocó que ella también sonriera y hasta soltara una muy leve risa.- Aun así, tenemos que pensar en cómo llegaremos. Ni en un taxi lograríamos hacerlo a tiempo, ni creo que accedan a ir tan lejos fuera de la ciudad.

En ese momento, Crystal alzó su mano estando un poco sonrojada. Se le notaba que estaba algo apenada con lo que iba a decir, algo que le resultó raro a Clarie, pues no recordaba haber visto a su amiga en una faceta de alguien penoso.

-Yo tengo algo que los podría ayudar a llegar.- ambos jóvenes se sorprendieron.- Síganme, por favor.

La pareja tomó sus cosas y siguió a la mayor hasta el garaje del edificio donde esta vivía. Ella se acercó a la esquina más apartada del lugar y se detuvo junto a una silueta que cubría una sábana blanca del polvo. La levantó con el estilo de alguien un poco melancólico y mostró una bella motocicleta de un brillante y pulido color negro con sidecar.

-¿Una… motocicleta…?- la joven no salía de su asombro al ver el vehículo.- Crys… ¿esto es tuyo…?- preguntó mientras Jack se acercaba.

-Es de mis años mozos, jeje…- respondió mientras guiaba al chico para que tocara el objeto, lo cual hizo que este sonriera.

-Es muy buena, y se nota que está bien cuidada. Nos dará una buena velocidad y podremos tener espacio para llevar en ella a los rehenes.- la voz de emoción del rubio era notable.

Clarie fue a abrazar a su amiga conmovida, mientras Jack dejaba sus cosas en el sidecar. La joven hizo lo posible por no llorar, pues sentía que no tenía forma de devolverle tantos favores a la que la había acogido y dado tantos cuidados y sacrificios. El sonido del motor se escuchó rugir por todo el garaje, pues Crystal le había puesto las llaves justo después de descubrir la moto de la sábana y el curioso ladrón las había encontrado.

-Vamos, preciosa. ¿O quieres que me adelante y conduzca yo?- rió levemente tras hablar haciendo a las chicas también reír. 

Ellas se despojaron del abrazo de la otra y compartieron, en una mirada, las palabras de despedida que no dijeron. Era el idioma de ellas, el que solo ellas conocían de la otra. Clarie se apresuró a dejar sus cosas en el sidecar también y se montó con movimientos de alguien que tenía costumbre de conducir algo así.

-Sube, Jack. Nos vamos.- anunció la chica con aires esperanzadores y dándole un casco.

-¡A la orden, bella capitana!- tras hacer un saludo militar, el joven se acomodó en el asiento del sidecar, poniendo sobre su regazo las dos bolsas y poniéndose el casco al igual que ella lo hizo.

Acelerando y provocando que las gomas soltaran un chillido, ambos salieron disparados por la salida del garaje en dirección a las afueras de la ciudad, dejando detrás a su amiga, quien solo rezaba porque todos regresaran bien… y juntos.

La prueba de la flor asesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora