El cetro del barón Crawley, un tesoro envidiable para cualquier coleccionista de joyas valiosas. Colmado de incrustaciones de piedras preciosas y con una capa de oro cubriendo el objeto, su valor hasta para la vista era alto.
-¡Es precioso!- dijo Clarie al verlo de cerca.
-Deléitate luego, lindura, tenemos que sacarlo de ahí.
-Creo que en esto me puedo valer.- comentó con un tono orgulloso y sacó el móvil encendiendo la linterna.- Tiene un panel numérico.
-¿Un código? ¿Cómo pretende mi reina abrirlo entonces?- preguntó él, pues realmente no sabía qué hacer en este caso.
-Puedo saber los números que se han tocado con los reflejos de la luz en los botones. Lo único que no sé es el orden.
Clarie iluminó los números pasando lentamente la luz sobre ellos. Distinguió las marcas sobre algunos de ellos y sonrió victoriosa.
-Bien, son 1, 2, 4, 5, 6. Pero dudo que ese sea el orden. Y algunos parecen presionados más de una vez.
-¿Tiene algún indicio o algo que le recuerde lo que es?- preguntó Jack frunciendo el ceño.
La chica buscó alrededor del panel sin descubrir nada. Se decepcionó, y levantó la vista al cetro notando cerca de él una pequeña placa de información como la de los museos. Como no la tenía de frente, fue hasta el otro lado de la caja y lo leyó.
-"Para mi faraona del Nilo. Que esto sea el tesoro que te alce sobre Cleopatra."- se quedó confundida.
-¿Egipto?
-¿Qué tiene que ver eso con los números?- por un momento, Clarie se asustó.
-Calma, preciosa. Solo déjame pensar.- dijo él acariciando su barbilla.
-Pues piensa ráp...- el rubio atinó a ponerle un dedo en sus labios y callarla.
-Sobre Cleopatra, otra mujer que se destacó en Egipto fue Nefertiti.- ella retiró la mano de él de su boca.
-Bien, ¿y cómo transformas eso en números?- dijo Clarie cruzándose de brazos.
Jack estuvo unos segundos más pensativo y luego sonrió con orgullo.
-¿Cuáles eran los números?
-1, 2, 4, 5, 6.
-Es 14 5 6 6 25.- aseguró el muchacho sonriendo.
-¿Cómo sabes que es esa? ¿Y de dónde sacaste ese código? No puedo fallar, si lo hago, estamos fritos.
-Es la numeración alfabética del nombre de Nefertiti.- le respondió cruzando los brazos y levantando la barbilla un poco.- Aún tengo algunos trucos, preciosa.
-Ojalá este resulté.- dijo ella y puso lentamente el código.
-Lo hará, dulzura.
Tras poner el último número, el mecanismo abrió su compuerta y un costado del cristal se podía abrir. Clarie sudó frío por un momento, pero luego miró la expresión de confianza que tenía su compañero. Había regresado en viejo Jack. Ella sonrió también, pues todo lo iba sobre ruedas. Tomó el tesoro y lo puso en un empaque especial que traía en su bolso.
-Jack, te debo la vida de mis amigos.- dijo ella tomándolo de la mano.
-Guarda los agradecimientos para cuando salgamos, lindura.- ambos dieron una cómplice risa y salieron caminando por el pasillo. Como habían desactivado el mecanismo de los haces de luz, pasaron con total confianza. Luego salieron por la ventana y treparon hasta la cuerda.
-¡Oh, no!- Clarie iba primera por la cuerda, pero regresó y se quitó la bolsa para dársela a Jack.- Ten, ve tú adelante. Debo regresar a buscar tu chaqueta.
-Puedo ir contigo.- reclamó él.
-Está bien, Jack. Ve tú adelante. Yo voy detrás de ti.- ella le dio un beso en los labios y rió descaradamente.
-Estaré esperando por ti, belleza.- dice mientras ella pone su mano sobre la cuerda.
-Prometo no hacerte esperar mucho.
Mientras el muchacho seguía la cuerda y regresaba al árbol colgado y avanzando lentamente, Clarie volvió a adentrarse en la ventana. Al entrar, extendió la mano usando la parte superior de la ventana como eje y tomó la prenda del chico.
-Perfecto.- al tomarla, su vista se desvía a una pintura que estaba en la misma pared de la ventana.
Por haber entrado por allí, no la había visto. Era una pintura sobre un hombre al cual una representación del Diablo le estaba otorgando algún poder. Ese demonio del Infierno tenía un libro en su regazo, un cetro en su mano derecha y estaba sentado en su trono. Frente a él, arrodillado, el hombre, al que, con su mano izquierda, iluminaba con una luz entre roja y blanca.
-Clarie, ya salí y bajé del árbol.- dijo Jack por el audiomicro trayéndola a la realidad nuevamente.
-¿Qué...? Oh, sí, ya voy en camino.- ella volvió a salir.
Al llegar a la cuerda, fue lentamente, sin embargo, sintió que esta estaba cada vez menos tensa. Trató de apresurarse a llegar al otro lado, pero casi cuando llegaba, la cuerda se desató del techo. Clarie cayó sujeta de esta y quedó colgada del árbol. El resto cayó al suelo del jardín, tocando los lásers y haciendo que la alarma sonara.
-¡¿Qué?!- gritó Jack al escucharlo.- ¡No! ¡Clarie!
-¡Vete, Jack! ¡Ocúltate dónde puedas y cuando todo se calme, llama a Crys!
-¡No pienso dejarte!
-¡No tienes opción, Jack!- dijo ella soltando una lágrima.- Si yo no puedo... salva a mis amigos...- ella se dejó caer sobre el césped del jardín estrepitosamente.
-¡No! ¡Clarie!- Jack la había escuchado caer y apretó la correa de la bolsa con impotencia.
-¡Vete!- unos ladridos se escucharon en la distancia y la chica echó a correr.- Perdona... por no cumplir mi promesa...
Jack apretó los dientes y maldijo tanto como pudo. Comenzó a caminar tanteando la reja de las casas y con paso lento y vacilante. Algún que otro adorno lo hacía tropezar, pero eso solo lo hacía avanzar con mayor furia. Tras de sí, escuchaba los ruidos y las sirenas de las patrullas acercarse a la casa del robo y sus lágrimas comenzaron a salir.
-Clarie... No...- dijo suspirando por la impotencia.
Dobló la esquina y caminó otro poco hasta que su frente dio contra un poste y ya no pudo avanzar más. Apoyó primero una mano y luego su espalda a ese mismo objeto y, aún sin dejar de soltar su frustración en lágrimas, sacó su móvil y llamó a Crystal.
-¿Crys? Te... necesito, amiga... te voy a enviar mis coordenadas por GPS... porque no sé ni dónde estoy... ¿Clarie? Está en camino a la cárcel...- apretó su mano libre en un puño y se dejó caer hasta el suelo.- ¡La vamos a sacar de ahí, Crys! ¡Lo haré! Se lo debo... me... salvó...
Unas gotas ligeras comenzaron a caer sobre él, era una lluvia leve. Ahí, sentado en la base de un poste, en plena madrugada y con frío por estar sin nada que lo cubra, el ladrón ciego sintió que por una vez, le habían robado algo de verdad valioso. A su amor.
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La prueba de la flor asesina
RandomPortada hecha por la bella y linda @lapichu90 UwU Un experimento biológico de perfección humana dio vida a nuestra protagonista. Criada en un campo de concentración como un arma de guerra, vivir una vida normal fue su escapatoria, pero... del pasa...