Chapter 9

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Un par de trapitos empapados fue lo que encontró Crystal al abrir su puerta.
-¡Muchachos, por Dios, que lleva casi una hora lloviendo! ¡Entren!
Aunque Crystal hacía lo posible por darles toallas, ropas secas y prepararles el baño, los chicos solo intercambiaban una risita de complicidad. Clarie se quedó hipnotizada unos segundos al ver a Jack quitarse la camisa mojada. Las gotas de agua que su cuerpo aún conservaba, corrían descaradamente por su pecho y abdomen marcados. No era un hombre en exceso fuerte, pero estaba bien marcado. Ella despertó de su hipnosis cuando Crys le avisó desde el cuarto que el baño estaba listo para ella. Jack nunca se percató de lo sucedido, pues estaba embobado con el olor del pelo mojado de Clarie, el cual invadía toda la habitación.
Ella, mientras se daba una ducha caliente, pensaba en sus amigos. ¿Cómo estarían ahora? Se pensó tonta al verse inmersa en un típico romance de novela rosa cuando la vida de sus amigos peligraba. Con un chorro de agua directo a su cara se recordó “Concéntrate” una y otra vez.
-James Walker, coleccionista americano que ha tenido en sus manos piezas históricas con valores mayores de mil millones de dólares. –leyó Clarie en una de las laptop que tenían para navegar por internet.
-Su poder se dio a partir de una herencia combinado con diez años como historiador. –prosiguió Jack. –Un tipo con suerte.
-Espera un momento, ¿qué tanto heredó que pudo pagar cosas así? –preguntó Crystal.
-En la red dice que invirtió en búsquedas arqueológicas y restauración de cuadros para la fundación de un museo. En el presente, dirige tres museos de historia y es el creador del “Instituto de Arqueología del Indicio”.
-¿El qué? –preguntó Crys aún más confundida.
-En este instituto se trabaja todo lo que tiene que ver con los mensajes cifrados en los distintos hallazgos arqueológicos. Al menos, en resumen.
-Si tiene ese conocimiento de historia y una colección tan extensa… -reflexionó Clarie. –Jack, busca si dice su residencia. Este tipo será difícil.
-Buscando… -dijo él tras teclear algo en su laptop. –Sorprendente, zona residencial, alta seguridad, tres plantas y un sótano de dos niveles.
-Déjame ver. –Clarie se acercó a la pantalla desde detrás de la silla apoyando su cuerpo sobre la espalda de él.
El calor de su pecho y el olor de su nuca casi le detienen la respiración. Jack tragó en seco e intentó concentrarse en la conversación.
-La casa parece normal, pero sé que la seguridad será muy dura. Parece el tipo de persona que gusta de vivir a base de acertijos. ¿Tú qué crees, Jack?... ¿Jack?
-¿Qué? Oh, sí, creo que deberás pensarlo bien antes de enfrentarte a esa seguridad.
-¿Estás bien? Te noto algo distraído. –ella se apartó de él y volvió a su asiento.
-No, no es nada.
-Bueno, como decía: no conozco la forma de pensar de este tipo, así que debo estudiarlo. Jack, busca algún discurso o entrevista que haya dado.
-Les traeré un té, ya no los sigo.
-Gracias, Crys. Bien, solo hay tres resultados. Dos entrevistas y un discurso de trece segundos.
-Eso bastará.
Comenzaron a reproducir los videos una y otra vez. Cada vez, Jack sacaba algo por las flexiones de su voz y Clarie por sus gestos y ropas. Al llegar el pronosticado té de Crystal, ya existía una ficha psicológica del nuevo objetivo.
-Mañana en la mañana, partimos hacia el lugar. Prepara todo lo que necesites, Jack.
-Trae una botella de vino para el viaje.
-¿Para celebrar?
-No, ya lo sabrás, belleza.
Ese acento intrigante cada vez la fascinaba más. ¿Qué necesidad tenía ese muchacho de ser tan encantador con ella? Aunque era una pregunta que tentaba a contestar, solo pensó «¡No! Concéntrate, Clarie. Tus amigos te necesitan. Estas cosas no importan ahora.»
-Ya les preparé el cuarto, perdonen que tenga solo uno. –anunció Crys.
-No importa, yo puedo dormir aquí en la sala. –intervino Jack.
-No veo nada malo en compartir el cuarto. –dijo Clarie en voz baja.
-Entonces, yo tampoco.
Tras una pausa incomoda, Crystal le dio un leve empujón a Clarie con su codo para que chocara descaradamente con Jack.
-¡Oye! –se quejó la chica sonrojada.
-Vayan a dormir de una vez.
Ambos subieron a la habitación y se prepararon para acostarse, mas no se durmieron, no aún. Clarie daba vueltas en la cama, sostenía en su mano el celular, esperando quizás una nueva noticia de sus amigos. Lo abría y cerraba siendo tentada a mirar de nuevo la foto de estos en la cámara frigorífica.
-¿No puedes dormir?
-No…
-¿Qué tal si te cuento una historia?
-¿Crees que eso me hará dormir?
-Al menos tendrás otra cosa en qué pensar.
-De acuerdo, pero sube conmigo a la cama. Así te escucho mejor.
Ambos se sentaron en la cama, estando uno frente al otro. Él se recostó a la pared mientras ella se quedó a la luz de la ventana. Hubo un silencio, pero esta vez fue interrumpido por un suspiro de él.
-Solo promete no llorar, lindura.
-¿Es una historia triste?
-Depende de cómo la veas.
-Estoy lista. –aceptó seria a lo que él sonrió.
-Bien, pues… Había una vez, una familia que vivía en la alta sociedad. El padre jamás hacía cosa alguna que traicionara el amor que le tenía a su familia. Un día, se encontró con un hombre que decía ser hechicero. Este le dijo que existía un libro secreto que ocultaba los rituales del poder supremo sobre los hombres. A partir de ese momento, el padre no fue el mismo. Buscaba sin cesar el mencionado libro, se daba a la bebida y a las mujeres para consolarse al no encontrarlo, luego continuaba buscando. Al no encontrar el dichoso libro en su tierra, abandonó a su hija y a su mujer, cambió de nombre y prosiguió su búsqueda en otros países. En una de sus pistas por los años regresó a una tierra ya visitada, en la cual una mujer le dijo que tenía un hijo suyo. Un niño de apenas cinco años. El hombre lo rechazó como suyo, mas la mujer insistió por no tener ni cómo mantener al pequeño. Estando ebrio, el hombre golpeó a la mujer casi hasta matarla, haciendo que el niño saliera en defensas de su madre. “Nunca me olvidaré de tu cara, maldito. Jamás te perdonaré por tratar así a mi madre.”, le dijo el niño desafiante. “Tienes valor, niño, yo te di eso. No vale la pena estropear un rostro tan joven, pero no creo que acepte tu desafío.” El hombre llevó al niño hasta una caballeriza donde estaban marcando a los caballos con fierros ardientes. El niño no cerró los ojos a pesar del calor que sintió en ellos. Primero todo fue caliente, luego rojo… y luego negro. Además del dolor, el niño solo sintió los pasos de su padre alejarse. Desde ese momento su vida se basó en la oscuridad y todo lo que en ella podía ayudarlo a vivir. Sabiendo que todo lo que tenía para luchar era su inteligencia interna y la ignorancia externa, fue avanzando en el nivel social hasta el día de hoy. Aunque su alma es buena, se arriesgaba a robar para facilitarse herramientas y habilidades. Ese niño juró vengarse de su padre y aun hoy conserva su apellido para ser reconocido como tal. Aunque en su venganza, el hijo de ese hombre tan cruel, encontró una luz. Una luz que lo hacía perseguirla, que lo obligaba a provocarla para que brillara, que le sacaba los más bellos piropos y palabras para referirse a ella. Esa luz ha sido la única que, en toda la vida de ese chico, lo ha hecho olvidar por una vez su venganza.
El silencio se hizo notar en el cuarto. La luz de la Luna penetraba en la habitación por la ventana y tenía de azul la piel de Clarie. Ella no sabía si llorar por lo triste de la historia o si sonreír por ser la heroína de esta. Había prometido que no se pondría triste por lo que guardó su dolor en su corazón.
-¿Te has dormido, princesa? –ella calló. –Supongo que no llegaste al final de la historia.
-Sí, sí la escuché completa, pero no puedo decir nada al respecto. –ella bajó la mirada.
-No te pido que digas nada, ya has conocido al verdadero Jack.
-Pero tu nombre no es ese.
-Tenía curiosidad, ¿cómo lo supiste?
-Tu tarjeta de crédito. Tenía un nombre diferente. Me fijé cuando me amenazaste con ella y cuando te atacó el maleante del callejón.
-¡¿Pudiste leerlo?! –preguntó él asustado y casi gritando.
-No. –contestó con sinceridad. –Lo supe porque las letras eran distintas, pero no alcancé a leerlo.
-Por tu bien, será mejor que no lo sepas. Ahora, duerme, preciosa, te espera un largo día mañana.
Él se incorporó a su colchoneta en el suelo. Ella se acomodó en su cama y se apretó la mano en el pecho. Esperó unos minutos y miró a Jack. Se convenció de que que estuviese dormido y, lentamente, se despojó de las sábanas. Se arrodilló junto a la colchoneta mirando la figura tan relajada del muchacho. Sin reprimirse más, Clarie se acercó a su rostro dejando la distancia más corta entre sus labios. Sintió el vaho somnoliento de él y su impulso fue apagarlo por unos segundos. El beso fue ligero, tierno y cálido, pero tanto como eso, también fue breve. Como si hubiese insultado a la persona más importante del mundo, la chica, apenada, regresó a su cama y se acostó de espaldas a él. Cerró los ojos y se durmió sin percatarse que, tras de sí, él acariciaba sus labios, confundido y extasiado.

La prueba de la flor asesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora