POV MEGAN
En este momento Ale y yo estábamos saliendo por la puerta de atrás para dirigirnos al lugar donde los empleados dormían. Nos escondimos un par de veces para evitar que los guardias de papá nos viesen y no tardamos nada en llegar a la habitación de Adriano. Ya entramos sin petar y lo primero que hace nada más entramos en la habitación es apuntarnos con un arma, pero Ale y yo no tardamos en sacar una y lo apuntamos.
"Deberías saber que está mal apuntar con un arma a las hijas de tu jefe." Dije apuntando entre ceja y ceja. "Señoritas D'angelo, ¿Qué hacen aquí?" El tipo bajo el arma y después de unos segundos, ambas hicimos lo mismo. "¿Y dices que es bueno en lo que hace?" dije sin ver qué es lo que veía Ale de bueno en él.
"Que sea gilipollas no le quita que sea bueno en lo que hace." Dijo metiendo el arma en la porta pistola del muslo, haciendo yo lo mismo. "Eso espero, porque te aseguro que no quiero acabar haciendo el trabajo sucio de dos personas."Se podía ver algo de miedo en el rostro de Adriano, lo cual era comprensible, porque en este momento no se podía ver ni una sola emoción en nuestro rostro, lo cual era lo que hacía que gran parte de la gente nos tuviese pánico.
"Eso todo dependerá de Adriano. Levántate que nos tenemos que ir." Rápidamente, se levantó de la cama y empezó a buscar la ropa por su habitación. "Como ordenen." Al menos parecía que hacía lo que se le dijese, algo medio bueno que tenía. "En menos de cinco minutos te quiero con el coche en el lugar de siempre."
Con eso salimos y nada más salir de la casa no pude evitar echarme a reír. Sé que esta es una manera de Ale de protegerse, pero la cara que le quedó a Adriano era muy graciosa y no pude evitar reírme.
"¿Quieres dejar de reírte? Te escucharán los guardias y si quieres descubrir qué es lo que se está tramando es mejor que lo dejes de hacer." Intenté dejar de reírme, y luego de prácticamente un minuto, conseguí hacerlo. "Vale, vale, lo siento. ¿Crees que Adriano llegará en menos de cinco minutos?" Asintió, y podía ver que estaba completamente segura de que lo conseguía.
"Evidentemente que llegará en menos de cinco minutos, más le vale." Una sonrisa apareció en mi rostro, porque no podía evitar estar orgullosa de lo que había logrado Ale en poco tiempo, sobre todo si tenemos en cuenta que hasta hace un par de años no podía ni estar cerca de un hombre, y ahora hacía lo que le daba la gana con ellos.
"Lo tienes asustado." Pude ver cómo rodó los ojos, pero era la verdad, ese chico estaba asustado de mi hermana, que no era para menos, cuando se lo proponía, hasta yo misma se lo tenía y eso que la conocía de prácticamente toda mi vida y sé que no me haría daño por nada del mundo.
"Para que nos respeten tenemos que asustar, es el precio que hay que pagar por ser mujeres." Dijo y yo asentí, porque al parecer en el mundo de las mafias, era como solían ser las cosas. Si eras mujer, no servías para nada que no fuese para sexo o limpiar la casa.
Justo en ese momento aparece un coche delante nuestra y Adriano se baja rápidamente para abrirnos la puerta. Entramos en el coche y no se habla durante unos quince minutos que es cuando se para el coche en un lugar descampado con una especie de almacén donde debo suponer que está el tipo. Entramos en el almacén y lo único que se ve es a un tipo con las manos atadas a su espalda y sentado en una silla.
"Bueno, debes suponer por qué estás aquí Lucas." Dijo Ale frotándose las manos y completamente relajada. "Yo no sé nada señorita, como le dije a su lo que sea no sé nada." El señor parecía que tenía miedo, pero en el fondo algo me decía que todo esto era una simple fachada y que trataba de engañarnos, lo cual no iba a ser posible, menos con Ale presente.
"Mis fuentes dicen lo contrario, asique..." Empezó a andar en círculos alrededor de él y este prácticamente no apartaba la vista de ella. "Sus fuentes se equivocan." Dijo intentando sonar sincero, pero a mí no me convencía, y por la cara de Ale, menos aún.
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Heredera de la Mafia [Terminada]
БоевикDespués de doce puñeteros años encerradas en ese sótano siendo violadas y golpeadas cada segundo de nuestras vidas, logramos escapar de ese lugar asqueroso en el que llevábamos desde los seis años y sus padres las vendieran por un poco de dinero par...