[2] Los descendientes 2 | Carlos de Vil.

022.

Mientras tanto, en los límites de Auradon, por el puente de unión con la Isla de los Perdidos.

Asher. 

Ya no había podido encontrar a Allison entre las habitaciones de la preparatoria de Auradon, en verdad quería arreglar las cosas con ella, que todo estuviera bien entre ambos, y en verdad quería estar junto a ella de nuevo, sé que en el pasado no hice las cosas bien, lo había arruinado, pero el tiempo que estuve en el reino de mi madre, pude pensar en todas las cosas malas que hice en nuestra relación y que ella no merecía.

Por eso quería volver a Auradon, además que venía en representación de Arendelle en la coronación de Ben, mi propósito era volver a conquistar a Allison, y esta vez si hacer las cosas bien, claro no contaba con que los hijos de los villanos más temibles de todos los reinos estuvieran aquí, y que uno de ellos estuviera especialmente interesado en Allison, y ella en él.

Sentado en un pequeño campo a las orillas del mar que separaba a Auradon con la Isla, podía ver esta última a lo lejos en todo su esplendor, tan oscura y temible como la recordaba. 

---Maldita Isla de los Perdidos.--- murmure para mi mismo viendo con desprecio a aquel lugar. 

Pero algo a pocos metros de mi llamo mi atención, en aquella orilla de mar se alcanzaba a ver como el agua comenzaba a hacer un tipo de espuma y pequeñas burbujas, como si el agua estuviera hirviendo, pero solo en un pedazo sucedía eso, lo que me hacía mirarlo con curiosidad.

Eso fue hasta que vi como alguien salía del mar, una chica, por lo que con ayuda de mis manos y pies comenzaba a arrastrarme hacía atrás, tratando de alejarme de ella.

---Wowowo.--- murmuré para mi mientras me alejaba de la desconocida, la cual aún no notaba mi presencia.

La morena sacudía su cabello en rastas color azul y su ropa ya que venía empapada, sus ropas lucían muy diferente a las que usaban normalmente en Auradon, por lo que podía asimilar que ella ni siquiera era de este reino. Hasta que ambos cruzamos miradas y ella se quedo inmóvil en su lugar, claramente no esperaba verme ahí y yo a ella tampoco, por lo que me levante rápidamente del suelo para mirarla fijamente.

---¿Qui...quién eres?--- le pregunte a la chica extendiendo mi mano hacía ella para mantener distancia, aunque algunos metros nos separaban. 

---¿Quién eres tú?--- pregunto seria pero algo divertida la morena.

---Yo pregunte primero.--- le comenté con seriedad.

---Soy Uma, ¿ahora tu me dirás tu nombre?--- se presento la chica mientras rodaba los ojos después de decir su nombre. 

---Soy...Asher.--- comente bajando mi brazo lentamente, pero aún manteniendo mi distancia de ella, algo no me daba confianza.--- ¿Qué haces aquí?, ¿de dónde eres? Ya que puedo ver que claramente no eres de Auradon.

---Eres más inteligente de lo que pareces.--- comento divertida la chica, aunque su comentario me había hecho fruncir el seño.--- ¿Por qué debería confiar en ti?

---Si no me dices alertare a todo el reino, no me importa de donde y a que vengas.--- le amenacé apuntando al reino a mis espaldas.--- Digamos que la gente de otros reinos no llega aquí nadando por el mar, bueno, solo Ariel...

---Genial, otro príncipe.--- murmuro Uma mientras rodaba sus ojos cansada, aunque había logrado escuchar lo que dijo, para verme de nuevo.--- Puedo dejarte aquí inconsciente con un solo hechizo...

---¿Por qué no lo haz hecho entonces?--- pregunté ahora divertido, mientras ella me miraba seria.

---Porque algo me dice que me puedes ser de utilidad.--- confesó la peliazul mientras se encogía de hombros.--- Digamos que vengo aquí...por el rey Ben.

---¿De dónde lo conoces?--- pregunte confundido, ella no se veía del tipo de amigas que Ben tenía. 

---Eso es irrelevante, el punto es que lo conozco, él me ofreció una oportunidad en Auradon... y vengo por ella.--- aseguro la chica con una sonrisa de lado. 

---Ese libro que traes contigo, ¿para que es?--- le pregunte con curiosidad al darme cuenta del pequeño libro que llevaba con ella.

---Es un libro de hechizos.--- me mostró aquel pequeño libro con tapa café.

---¿Sabes hacer hechizos?--- pregunte sorprendido.

No conocía a nadie antes que pudiera hacer hechizos, mi madre tenía magia, pero ella nació con esos poderes, nunca había visto a alguien que tuviera un libro con esos encantos.

---Para eso es el libro.--- comento con simpleza Uma mientras miraba su librito.--- Y como en Auradon la magia esta...por doquier, eso lo hace todo mucho más sencillo.

Cuando analice lo que la chica había dicho, hasta entonces...una idea había llegado a mi cabeza.

---Y...en tu pequeño libro de hechizos...ya sabes...¿hay hechizos de amor?--- pregunte mientras miraba al suelo, tratando de que mi interés no se viera.

---Oh, déjame adivinar, ¿una chica no te hace caso, y quieres un poco de ayuda?--- pregunto divertida la morena mientras se cruzaba de brazos. 

---Resumidamente, si, tienes algo de razón.--- murmure con una mueca, no es como que fuera a contarle toda mi historia a esta desconocida, solo sabía su nombre. 

---Pensé que los príncipes y princesas lo tenían todo.--- comento Uma mientras alzaba una ceja. 

---Ni todo el dinero del mundo te puede comprar el amor de alguien.--- comente en un murmuro.

---¿Y por qué crees que te ayudaría?

---Porque como dijiste...puedo serte de utilidad, yo conozco aquí, conozco el reino, y puedes quedarte conmigo hasta que...cumplas el plan que ronda por tu cabecita.--- le comenté con seguridad, y vi ahora el interés de parte de ella.--- Entonces...¿qué dices?

---Sabes como convencer a la gente, bueno...a casi todos.--- comento con seguridad y con gracia la peliazul.--- Siempre es bueno conocer a alguien igual de ambicioso...que yo. 

---Bien, entonces...¿qué tienes en mente?--- pregunte con curiosidad, ahora si acercándome un poco más a ella. 

---Ahora que haz dicho que me ayudaras, porque tu también quieres algo a cambio, puedo contarte.--- aseguro la morena mientras se acercaba a mi oído, como si fuera a contarme un secreto.--- Vengo a adueñarme del reino de Auradon, y el primer paso...es que el príncipe Ben se enamore de mi.

Santo Dios, en que me he metido...