005.

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Carlos.

Me encontraba ahora en mi habitación junto a Chico después de mi fallido intento de invitar a Allison al baile, mientras en mis piernas estaba mi laptop, ya que hacía búsquedas...interesantes.

---Como salir de la zona de amistad.--- murmuré por lo bajo mientras al mismo tiempo lo escribía en el buscador.

Pero el sonido de la puerta llamo mi atención, al ver como Mal, que ahora era rubia, entraba y detrás de ella se veían los flashes de varías cámaras y algunas voces. Vi como la chica cerraba con seguro la puerta y comenzaba a caminar de un lado para otro mientras respiraba entrecortadamente, se veía estresada. 

Y yo solo la observaba desde mi lugar, ya que conocía lo suficiente a la chica como para saber que cuando se ponía así no era un buen momento para hablarle. Sin decir una palabra, Mal apagó la televisión de mi cuarto, en el cual pasaban noticias sobre ella y Ben, lo de todos los días. Hasta que de pronto sus ojos se tornaron de un color verde brillante.

---Wow.--- comenté preocupado.--- Tranquila.

---¿Qué?, ¿¡tú crees que esto es sencillo!?--- me respondió la rubia alterada.--- No tienes público, fotografiandote cada vez que abres la boca para decir bu, digo, ni siquiera podría decir bu, pero...ya sabes...

---Lo siento.--- fue lo único que pude decirle al verla en ese estado.

---Carlos, ¿no extrañas gritarle a los demás y obligarlos a que escapen de ti?--- me preguntó Mal.

---Es lo que hacía mi madre.--- le respondí con una amarga sonrisa.

Lo único que me había prometido desde que tengo uso de razón, era no terminar como mi madre, y ahora que tengo la oportunidad de estar en Auradon, pensaba trabajar fuertemente para ser mejor.

---Y yo solía ser quién recibía los gritos.--- le recordé.--- Así que...

La chica hizo una leve mueca ante mi comentario, quizá acordándose de que yo tenía razón, pero después de unos segundos, y al verla un poco más calmada, recordé el porque estaba aquí.

---Oye, Mal.--- comenté mientras me paraba lentamente de mi cama.--- ¿Y lo qué te pedí?

La chica solo soltó un suspiro y de uno de sus bolsillos comenzó a sacar lo que le había pedido, pero escuche como la puerta fue abierta de nuevo para ver como una cabellera rubia se asomaba lentamente, lo cual miraba extrañado.

Era Chad, quién entraba asomándose por el pasillo, por lo cual no pudo percatarse que la habitación no estaba sola, pero después de cerrar la puerta lentamente y dar media vuelta, por fin pudo vernos, deteniéndose en su lugar.

---Hola.--- comentó el chico con inocencia.--- Solo vine a usar tu impresora 3D, será un segundo.

---¿Tienes llave de esta habitación?--- le pregunte sin poder creerlo.

---Oh, la imprimí la última vez que...estuve aquí.--- comentó rubio mientras veía la llave copiada en su mano, mientras compartía miradas de incredulidad con la rubia.--- Estaban dormidos...mira yo...¡tu impresora es mucho mejor que la mía!...y le instalaste esas mejoras y funciona mucho mejor que la mía...

---Sal de aquí.--- lo interrumpí.--- Ahora.

---Bien.--- comentó Chad mientras comenzaba a caminar a la puerta.

---¡Chad!--- le grité.

---¿Qué?--- preguntó el chico haciéndose el desentendido.

---Deja la llave.--- le comenté mientras apuntaba a la mesa central.

Y el rubio, con el semblante molesto, se acerco a la mesa y mostró como dejaba la llave en esta, para finalmente salir de mi habitación. Bien, eso había sido en verdad extraño.

---Mal.--- volví a hablar dirigiéndome a mi amiga, la cual me miro confundida.--- Mi poción.--- le recordé.

---Si...---comentó la rubia mientras abría una pequeña cajita que tenía en su mano.

Y del interior de esta sacaba una bolita color rojo, un rojo brillante, que a simple vista pareciera un dulce común y corriente.

---¿Y esto...hará que pueda decirle a Ally...cómo me siento?--- le pregunté mientras analizaba la pequeña cosita roja.

---Si, así podrás decir la verdad.--- me aseguró mi amiga.--- Tómalo o déjalo.

---Perfecto.--- asentí, mientras trataba de tomar el dulce, pero la rubia lo volvió a alejar.

---Espera un segundo...¿estás seguro de usarlo?--- me preguntó Mal.--- Porque esto te hará decir la verdad todo el tiempo sin importar que, y te lo pregunto porque sé que si yo lo usara ahora haría que me devolvieran a la Isla, y...no es que suene poco atractivo...

---Si.--- le interrumpí.--- Creo que...me arriesgaré.

---¿Y por qué no solo hablas con Ally?--- volvió a preguntar la rubia para alejar nuevamente el dulce.--- Es decir, sabemos que ambos tienen sentimientos por el otro, no entiendo porque necesitas de esto...

---¡Porque ya lo he intentado!--- le comenté con frustración.--- Si, sé que ella sabe lo que siento por ella, y yo sé lo que ella siente por mí, pero quiero sentirme más...seguro al hablar con ella de mis sentimientos, quiero que sepa que no solo quiero una amistad con ella, necesito más valor...y esto puede dármelo.

---De acuerdo.--- comentó Mal al parecer entendiendo mi punto.

Pero en un descuido, y en solo cuestión de un segundo que Mal había bajado su mano con aquella poción, Chico saltó de la cama para comérselo, tomándonos por sorpresa.

---¡Oh, perro malo!--- le regaño Mal.

Chico volvió a subir a mi cama, mientras ambos lo mirábamos entre sorprendidos y preocupados, si en mí esa poción me haría decir siempre la verdad...¿qué haría en un perro? El pequeño se agitó un poco.

---Vaya esa cosa era un asco.--- habló Chico.

Esto no puede ser real, en verdad me estoy volviendo loco como mi madre. Por lo cual volteé a ver a Mal, para tratar de asegurarme que no era el único que escuchaba al perro hablar, y al ver su cara de sorprendida, pude darme cuenta que ella también lo escuchaba.

---Y tú.--- siguió hablando mientras me miraba.--- Debes ser más valiente...y ya que estás...rascame el trasero.

---Ya oíste al perro.--- habló Mal, aún mirando sorprendida a Chico.--- Rascalo un poco.

Para después de decir esto, ver como ella daba media vuelta dispuesta a salir de mi habitación.

---Mal.--- le hablé, haciendo que volteara a verme nuevamente.--- ¿Tengo que quedarme con él?

Ella solo le dio una rápida mirada a Chico, para volver a darse media vuelta y salir de la habitación, sin responderme.

---Vamos, tú te lo rascas todo el tiempo.--- comentó el perro.

Si alguien se entera de esto, estaré metido en un grave problema.

[2] Los descendientes 2 | Carlos de Vil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora