Un mes entero había pasado y Elaheh asistía a constantes rehabilitaciones y recibía más atención de la acostumbrada. Ya podía valerse por si misma y eso era algo obvio.
Aún con eso rara vez estaba sola, si Asha no estaba cerca contándole los avances de su inicio de romance con Rashid eran Kira y Pari con los últimos chismes del palacio interior o quejándose de que Asha se pasaba el día con la cabeza llena de flores por su amor platónico, aunque la mayor parte del tiempo era Deniz quien la acompañaba.
Las concubinas seguían odiándola y no se habían alegrado mucho de su milagrosa recuperación, por lo que Deniz era quien se encargaba de ella. La hora diaria con el príncipe Vahid había vuelto, puede que fuera lo único que le agradecían las demás chicas a su recuperación.
El príncipe jugaba bien su papel de esposo y las atendía como había hecho de toda una vida, no parecía que hubiese pasado nada durante aquel período de tiempo. Para el príncipe y ella no era suficiente pasar todas las noches juntos, porque Vahid se había negado rotundamente a volver a dormir solo en su habitación lejos de ella, necesitaban más. El día se les hacía corto, las horas de estudio, reuniones y trabajo eran eternas.
Durante su recuperación el palacio había estado revolucionado por el viaje al Norte. Elaheh solo veía divertida como corrían de un lado a otro cuando creían que nadie los miraba, pero la biblioteca tenía una ventana que daba vistas a los pasillos del castillo, además del jardín central por supuesto.
Con un libro en mano Elaheh pasaba las horas del día entre lecturas, miradas de soslayo a los empleados, de vez en cuando también veía alguna concubina corriendo con su dama de compañía y algunas modistas. La imagen la hacía reír con ganas, pese a todo la hora diaria con las concubinas seguía siendo sagrada.
Elaheh se sentaba en una esquina del cuarto mirando a Vahid ser acosado en preguntas por sus concubinas, incluso Deniz se había unido a la pandilla. Afortunadamente la hora que también era sagrada en el horario de Elaheh estaba dando frutos, su rehabilitación.
Su voz había vuelto a la normalidad, aunque a veces probaba gritar y se le iba, pero hablar ya no era ningún tipo de problema. Todavía no era recomendable que corriera, pero subir y bajar escaleras había dejado de ser una situación difícil que requería esfuerzos por su parte.
Los mareos y vómitos habían desaparecido y realmente los brebajes preparados por los herboristas resultaron no saber tan mal, después de que Elaheh misma los arreglase porque ella no negaba el talento medicinal de esos señores, pero el sabor de sus bebidas bien podía causarle otro tiempo inconsciente.
Todo lo mágico acaba y en esos momentos Elaheh discutía en su habitación con Vahid debido a los baúles de ropa que este le había metido dentro para que escogiera y usara en la corte.
—Escucha Elaheh, no quería decírtelo porque pensé que podía herirte, pero te considero lo suficientemente fuerte como para soportarlo— la mirada de Vahid pudo haberla vuelto piedra si él poseyese ese poder— eras una esclava, intente ocultarlo lo mejor que pude, pero mis hermanos te han visto, todos a excepción de Jahan. Sus concubinas lo saben, obviamente mi padre también ya lo sabe— el tono de voz de Vahid fue subiendo según hablaba— POR DIOS HASTA LOS SIRVIENTES LO SABEN. TODA LA CORTE DE JALDRA LO SABE.
Elaheh se mantenía en el mismo lugar, sus ojos parecían querer abandonar su cara. Vahid se tranquilizó respirando profundo con los ojos cerrados, controlándose.
—Para mí eso no es un problema, me da igual, pero ellos, todos ellos, esperan que te comportes como lo haría una esclava. Que vistas y hables como tal, que yo te trate como tal…—un silencio momentáneo, el tragar fuerte de Vahid— no me avergüenzo de ti, pero no quiero que eso sea lo que vean. Quiero mostrarles a la verdadera tú— finalmente suspiro y volvió a mirarla, su rostro se dulcificó y adoptó esa expresión que tiene cualquier adulto cuando le habla a un niño muy pequeño— ¿me entiendes?
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Encadenada al Desierto
Historical FictionEn el Oriente del mundo las mujeres son el objeto de lujo de los hombres ricos, por eso mientras más riqueza más grande era el harem que poseían. Elaheh llega a Jaldra huyendo de su antiguo amo, de quien había sido esclava durante toda su vida. Odi...