Capítulo uno.

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Cuando desperté, a penas eran las siete de la mañana y los rayos de sol surcaban mi rostro en busca de molestarme, estaba seguro de ello. El sol confabulaba contra mí. Ese día deseaba despertarme muchísimo más tarde y así mi cerebro no tendría forma de sabotearme y de hacerme pensar demasiado sobre el día que se avecinaba. Mi madre había decidido tratar de retomar la relación con su hermana Andrómeda después de la guerra, trás el fallecimiento de mi padre nuestro hogar había sido muy frío y solitario, al igual que nuestra vida. Eramos la única familia que nos quedaba, al igual que nosotros éramos la única familia que le quedaba a ella y a su nieto que no recuerdo ahora mismo como se llamaban, solo sabía que era hijo de los difuntos Remus Lupin y Nymphadora Tonks.

Lo cierto es que no sabía como iba a surgir todo ese asunto, solo sabía que no iba a salir bien, ni siquiera sabía por qué Andrómeda había aceptado la oferta de reunirse con nosotros en la mansión. Esperaba que ninguno terminara en San Mungo a causa de un duelo mágico, por lo que me había contado mi madre, Andrómeda tenía muchísimo carácter.

Quise estar presentable para la ocasión así que me arreglé lo máximo posible cuidándome de ponerme una prenda que no diera lugar a que se me viera mi mayor vergüenza, la Marca Tenebrosa, que me había dado infinidad de problemas en esos cinco años que duró la gran guerra y Lord Voldemort fue derrotado. La gente no perdonaba, y lo comprendía, de verdad que sí, pero desearía poder salir por el Londres mágico sin miedo a que me hagan daño. Las veces que había intentado dar un paseo con mi madre, he terminado siendo atacado con la única curación de mi madre en la Mansión. Nadie quería ocuparse de un sucio mortífago, ni siquiera en San Mungo. ¿Cómo hacerlo cuando lo único que deseaban era que me muriese?

Yo lo comprendía, de veras que si, pero había veces que ansiaba ese perdón con todas mis fuerzas, necesitaba recibir un mejor trato, no vivir con miedo y poder moverme de esa cárcel que era la mansión y que me traía recuerdos de como mi hogar, el lugar donde crecí y fui feliz, se volvió el cuartel general de Voldemort y de todos sus seguidores carentes de escrúpulos. Era insoportable. Mi madre y yo habíamos tenido que reformar toda la mansión después del fallecimiento de mi padre en Azkaban.

Gracias a ella, yo no había entrado a pesar de la marca, mi madre era sumamente inteligente y perfecta en todos los sentidos, y además muy valiente, más de lo que yo podría serlo jamás, y gracias a su traición a Voldemort mintiéndole en la cara y con su enorme carisma, me había librado a mí, aunque no había podido a mi padre. Le echaba muchísimo de menos y sabía que ella también. Mis padres se amaban mucho, y gracias a eso y a todo lo que me amaban a mí había crecido en un hogar lleno de muchísimo amor.

Aunque todo se había torcido en mi adolescencia, cuando a mis quince años metieron a mi padre en Azkaban y a mis dieciséis me hicieron la Marca Tenebrosa. Había vivido un año en Hogwarts cargado de ataques de ansiedad, falta de apetito y una autoestima que aunque siempre había sido elevada, fue decayendo a cada instante un poquito más. Todo eso ignorando que fue el año donde perdí a la persona de la cual estaba profundamente enamorado, pero prefería no pensar en eso, la verdad.

La época en la mansión no fue mejor. Era obligado a torturar a muchísima gente, y nunca olvidaré los gritos de suplica agonizantes que emitían mis victimas. Incluso me hicieron reconciliarme con los hijos de muggles y los muggles, para ese entonces perdí todos mis prejucios hacia ellos.

Tengo hasta el momento exacto en la cabeza. Era un niño de doce años, me acuerdo de su nombre, Jeremiah, hijo de muggles. Lloraba de una forma tan horrible que me puse a llorar con él, me agaché, le abracé y le pedí perdón por lo que le había hecho, por todo lo que estaba ocurriendo. En ese momento me di cuenta de que son personas igual que yo, magos igual que yo, que merecían exactamente los mismos derechos.

Recuérdame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora