Finalmente, después de toda la agonía empezamos a recibir noticias de que Harry estaba mejorando. El muy cabrón era inmortal de una forma literal.
Una semana después ya había despertado y en tres días pudimos comenzar a visitarle. Yo estaba destrozado. Habíamos estado hechizando la sala de espera para poder dormir cómodamente pero nunca sería tan cómodo como mi cama, además, el ambiente de hospital y las locuras que sucedían allí nunca nos permitía descansar correctamente.
Ginny fue la primera que entró. Algo se removió en mi interior cuando entró por la puerta, ni yo mismo sabía por qué, supuestamente entre ellos dos no había ya nada. Y si lo hubiera, tampoco me importaría, así que lo achaqué a los nervios y a las ansias por verle.
Necesitaba de verdad tenerlo delante, lleno de vida, con sus ojos verdes abiertos y fijos sobre los míos, arreglando mi mundo al saber que su corazón latía, que respiraba por sí mismo sin necesidad de ninguna máquina. Necesitaba verle con vida para continuar viviendo yo.
Yo fuí el último en entrar y menos mal, porque casi que no entro. No me permitían el paso. Gracias a Salazar, Andrómeda, Tori, Granger y Weasley insistieron y exigieron con tanta duerza que el sanador tuvo que terminar aceptando.
- Está bien, vosotros sabréis.- Replicó el sanador con desdén.
- Claro que sabemos.- Granger le miró con odio. Nunca pensé verla defenderme ni estar de mi parte, y al Weasley tampoco, pero no sería yo quien me quejara cuando eso me favorecía.
Acompañé al sanador hacia la puerta de la habitación de Harry y traté de respirar hondo. Ni siquiera eché mucha cuenta cuando me pinchó con sus uñas al agarrarme del brazo y empujarme hacia delante, mis términos nerviosos estaban demasiado centrados en colapsar por ver a Harry Potter.
Entré lentamente cerrando la puerta detrás de mí. Me escocía el brazo, en el mismo lugar donde me habían arañado con sus uñas pero no me importaba, ni siquiera le eché cuenta.
Tenía sus ojitos cerrados y un aspecto terrible. Sus rizos caían por su frente, estaba aún más despeinado de lo habitual, pero a pesar de su aspecto de enfermo de recién haber salido de una muerte segura, era mucho más guapo y atractivo que cualquier otro ser humano en el mundo. Eso estaba claro.
Me acerqué lentamente, temeroso de molestarle demasiado, no quería alterarle de ninguna forma. Estaba muy delgado, demasiado, rozando lo esquéletico. Sus pómulos estaban muy marcados, se notaba perfectamente su mandíbula. Me estremecí al recordarme al Harry de Hogwarts desnutrido por sus tíos —que por cierto, todavía tenía que vengarme de ellos—. Estaba conectado a varias máquinas aunque no tenía nada que le ayudara a respirar.
De repente abrió los ojos y el corazón me dio tal vuelco que tuvo que pararme a mitad del camino. Su preciosa mirada me miraba con sorpresa mientras yo trataba de continuar respirando mientras en mi pecho alguien estaba haciendo el tour de Francia en bicicleta causándome muchísima incómodidad e incluso ganas de vomitar.
- Draco.- Me dijo en un tono de voz que no fui capaz de comprender, supuse que sorprendido, no estaba para asimilar nada ni analizar su tono de voz.
- Hola.- Dije simplemente todavía paralizado.
Ahí estaba vivo, después de todo el miedo que había pasado, después de haberle sacado de una bañera desangrándose sin pulso, después de pensar que realmente podría vivir en un mundo sin él.
La furia comenzó a surgir por mis venas pero traté de relajarme. No podía pegarle un puñetazo ahora mismo, estaba muy frágil, además de que si lo pensaba bien no sería capaz de provocarle ningún daño, al menos con intenciones de ello.
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Recuérdame.
FanfictionDrarry/Harco. Por primera vez en su vida Draco hizo lo correcto, lo que estaba bien, pensó en otra persona aparte de él mismo, entonces, ¿por qué dolía tanto? ¿Por qué sentía que se le desgarraba el pecho? ¿Por qué por mucho que pasara el tiempo no...