Capítulo ocho.

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El domingo Tanit empezó a preparar nuestras cosas para nuestra estancia en la casa de Brighton, y sobre las doce de la mañana, hora acordada, Andrómeda con Teddy y Harry y su familia se presentaron en mi casa por la red flú. Sonreí ampliamente al ver a Teddy tan emocionado saltar a mis brazos. Quería tanto a ese niño que un día podría explotar, y como llegaron al mismo tiempo todos porque solo las casas de Neville y Andrómeda estaban conectadas con mi red flú, fui después a saludar a Harry, a quien no había visto desde aquel día donde prácticamente me confesó que sentía cosas hacia mí. No había parado de darle vueltas al asunto, no era idiota, sabía captar las señales, y que Harry se hubiera enamorado de mí de nuevo era la cosa que más feliz podía hacerme, aunque en el fondo supiera que era imposible, estaba casado. Pero igualmente un atisbo de esperanza que me mantenía con un humor ejemplar estaba instaurado en mi interior.

Le abracé con ansias alzándolo yo en brazos. Le escuché reírse y aferrarse con más fuerza a mí y en lo único que pensaba era que no necesitaba otra cosa en la vida que tenerle en mis brazos, que escucharle reír. Me dio un sonoro beso en la mejilla y fui a saludar a Andrómeda, luego a James y por último a Ginny mientras mi madre hacía lo mismo evitando a Harry.

- Señora Malfoy, un honor que nos hayas permitido acompañarles en esas festividades.- Le saludó Harry, tomó su mano y le dio un pequeño beso ahí. Prometo que casi se me salió el corazón de la boca en ese instante aguardando la reacción de mi madre. Ella le miraba con sus ojos azules muy abiertos, percibí, tan bien como la conocía, el dolor en su mirada.

- El placer es mío señor Potter.- Respondió simplemente. Me mordisqueé el labio nervioso. Lo bueno de mi madre es que siempre había sabido guardar la compostura mejor que nadie. Solo si ellos lo deseaba así, claro, por un momento temí que no.

- Nunca he tenido la oportunidad de agradecerle por salvarme la vida.

- No es nada.- La mirada de mi madre era fría.- Era lo que debía hacer. Draco estaba en el castillo, no podía permitir que estallase otra batalla.

- Lo comprendo, igualmente quería agrecerle.

Mientras esa conversación acontecía, Ginny estaba pendiente de James y Teddy, y Andrómeda al igual que yo no les quitábamos el ojo de encima. Mi madre en un intento de alejarse se marchó a charlar con Andrómeda, con quien su relación ya a esas alturas era explendida. Harry se giró y caminó hacia mí.

- Creo que no la he cagado demasiado.

- Exacto, demasiado.- Señalé en broma. Lo cierto era que lo había hecho bastante bien.

Me pegó un pequeño empujón en el hombro y yo me reí.

- Te he echado de menos.

Respiré hondo para calmar la respuesta de mi cuerpo.

- Yo también, pero no se lo digas a nada.

Me abrazó y apoyó una de sus mejillas sobre mi hombro. Lo aferré a mí con más fuerza, necesitado de fundirme con su cuerpo.

- No me pienso separar de ti en todo el tiempo.

- Ni voy a dejar que lo hagas.

Lo apresé tan fuerte contra mí que por un momento temí lastimarle, entonces recordé que ya no era el mismo debilucho desnutrido que era de pequeño y me permití hacerlo con todas mis fuerzas, él hizo lo mismo. El sonido de la red flu nos hizo separarnos.

Neville acababa de llegar, con sus maletas y con su abuela. Al final si que había aceptado mi invitación y no sabía si alegrarme o arrancarme de los pelos hasta quedarme calvo. Opté por lo primero, mi cabello era demasiado hermoso como para arrebatármelo a mí mismo. Así que le sonreí y me acerqué para abrazarle, después saludé a su abuela con la cual tenía muy buena relación.

Recuérdame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora