Es el año 309 D.C
La Reina del Norte, Sansa Stark, es conocida por ser una regente calculadora y firme, aunque también por tener el corazón más frío que la Muralla de Hielo.
Eso hasta que una herida, y demacrada Margery Tyrell llega a Castle Black.
...
Sansa estaba conversando con su consejero; Lord Tyrion.
Quién hace 3 años desde el mandato del Rey de los Siete Reinos; Bran Stark, decidió cambiarse a consejero de Sansa Stark por una cuestión de afinidad.
_ Faltan unos cuantos meses para terminar de reconstruir Invernalia Lady Sansa, debo felicitarla por los trabajos que ha dirigido durante estos tres años._ comentó con esa voz alagadora mientras bebía vino en una copa.
_ Gracias Tyrion, es verdad, el Norte nunca se doblega, nosotros siempre hemos sobrevivido _ dijo.
Miraba a aquél orbe rojizo en el crepúsculo llamado sol, recordaba cuándo Margaery la buscaba mientras ella rezaba en Desembarco del Rey, nunca le dijo porque rezaba, al igual que ella eran peticiones a los dioses, por su familia, por la paz, por ella misma si era preciso, pero rezaba por algo más, que le daba vergüenza admitir, rezaba por Lady Margaery.
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Sería normal pensar que era porque eran amigas, confidentes.
Pero a ella le daba vergüenza porque desde el día que vió a Margaery, con ese vestido revelador, esa mirada, en frente del bastardo Rey Joffrey, el día que la reemplazó por ella, pensaba en Margaery, 《¿Cómo será? ¿Hablaría con ella alguna vez?》
Eran preguntas recurrentes en su mente, hasta que el día llegó, no pudo ser más desafortunado para ella tener que confesar las barbaries que le hizo Joffrey, que hasta la propia madre del bastardo; Cercei, decía que le daba miedo.
Pero pronto su confianza en ella fue creciendo, había aceptado eso inconscientemente, estaba enamorada de ella, cada vez que venía se portaba tímidamente, intentaba no decir algo tonto, o ingenuo, porque a veces, Lady Margaery, le hablaba de temas, que las damas de su alcurnia no deberían hablar, cómo la vez que intentó decirle que no sería tan malo hacerlo con Tyrion, diciendo que no había llegado a probarlo todo, y pronto se casaría.
Pero ya no era esa niña inocente e ingenua de 14 años, ahora tenía 23 años, no lo parecía pero Margery en ese entonces tenía 17 años, si aún viviera tendría 26 años.
Fue doloroso enterarse de lo que ocurrió en la Septa de Baelor, ella siempre se preocupó por ella, por experiencia propia sabía que no debía meterse en el camino de Cercei, pero cómo una vez dijo la incestuosa mujer a Ned Stark: "Poder es poder", lamentablemente tenía razón, pero por suerte llegó su fin, cayendo en las ruinas de su castillo.
Había sido un día largo, le aconsejaban que debía tener un rey, no sería mala idea, pero por el momento debía ocuparse de mantener el reino a flote al menos un poco más antes de realizar una boda real y todo lo que conllevaba, sin contar las malas experiencias que tuvo con sus prometidos.
Todas las bodas, la boda en la que mataron a su hermano y madre, la boda dónde la humillaron, no, dónde la humillaron a ella y a Tyrion, la boda dónde murió Joffrey y tuvo que huir.
Aún habían cicatrices en ella que no sanaban, el daño que le habían hecho, todo lo que le pasó, le permitió ser fuerte, cómo el acero valiriano, aún mas fuerte, ya no era una niña inocente, la vida hizo que fuera desconfiada, calculadora, fría con todos, excepto claro está, con Tyrion, Bran, Jon y Arya.
Ya ni recordaba lo que era reir, o estar enamorada, pero eso ya no lo necesitaba.
