31. Cita y arte

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—Te voy a ser sincero y decirte que la verdad no planeé nada de esto—menciona Mike muestras ambos tomaban café por una calle que jamás habían caminado por allí.

Él en realidad sólo llegaron en camión a un pueblo que estaba cerca de donde vivían, él confiaba en que seguramente habría un lugar agradable para estar y pasar el rato. Y lo hubo, un pequeño puesto de café agradable para platicar, pero ambos decidieron ir caminando mientras tomaban su café.

Sam ríe un poco.

—No te preocupes, el café no es malo. Lo único que espero es no perdernos. Mis datos acaban de terminar, por lo cual no podré usar Google maps.

—Menos mal que yo sí—dice Mike prendiendo su celular y viendo su 3G activado. Bloquea el celular—. Se me ha ocurrido algo. Vamos.

Toma de la muñeca a Sam y la jala despacio para guiarla hacia un lugar que ella no tiene ni la remota idea. Bueno, él tampoco, pero cuando llegaron al pueblo, vio un letrero que decía Bella con una puerta bonita y muchas flores afuera del lugar. Y si bien estaba, recordaría el lugar por donde lo vio.

Mike iba recordando más o menos por donde pasó y ¡lo logró! Afortunadamente llegaron a donde él había visto.

—¿Bella?—pronunció Sam con exquisito acento italiano.

Mike se encogió de hombros.

—Lo miré cuando pasábamos y me dio buena vibra.

Sam río un poco más.

—Menos mal que no nos perdiste y confiar en tus buenas vibras.

Él sonrió con gusto.

Decidieron entrar, pero no si antes tirar los vasos ya vacíos al bote de basura. Era un pasillo todo blanco, sin nada al rededor. Sólo ellos caminando. Cuando llegaron al final había una puerta al lado derecho de ellos que decía... en realidad no decía nada. O al menos ellos sólo vieron rayones sin sentido en la puerta.

Ambos estaban extrañados. Pero Mike se adelantó en abrir la puerta. Y quedaron con la boca abierta.

Había impresionantes cuadros de arte renacentista.

Sam entró al lugar con la boca abierta, literal, estaba embobada con aquello.

Si algo le encanta, era el arte, y ella en ese cuarto, con aquellas pinturas se sentía soñada, anonada y maravillada.

Mike también estaba impresionado por aquello. Pero le sorprendió ver en Sam esa miraba de encantamiento al ver las obras de arte.

En el lugar se encontraba pocas personas, lo cual se les hacía perfecto.

—Para ser un pequeño cuarto, tiene demasiado encanto este lugar con las pinturas que se encuentran aquí—mencionó Sam—. Nunca pensé llegar pinturas de estas por aquí, y me alegra que lo hice. Parece que al final de cuentas está cita no planeada es aún mejor de cómo la tenía contemplada.

—¿Te gusta el arte?—preguntó Mike analizando las pinturas de su alrededor.

—Me fascina, más que arte, lo veo como una forma de sentimiento que te brinda tranquilidad y te reconforta tanto.

>>Pienso que el arte es una forma tan callada pero a la vez tan ruidosa de decir todo lo que quieres. Pienso que es algo muy cercano a lo perfecto que el hombre creo para hacerle ver las cosas bonitas a la vida—dijo—Gracias por haberme traído aquí, Mike.

—No hay nada que agradecer. El arte debe estar en un museo.

Sam se sonrojó por aquel cumplido. Pero se apresuró a decir algo para que no se pusiese más roja: —Eres un muy bonito obra de arte, Mike.

EN MI MENTE Y EN SU CORAZÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora