𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑

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Estaba cansado, no quería levantarse de la cómoda cama en la que estaba envuelto, pero no tuvo de otra que levantarse para ir a la cocina y prepararse un apetecible desayuno.

Una vez ya estaba cómodo; cambiado y con su estómago lleno, llamó al agente que probablemente ya se encontraba como él. Volkov.

Sabía que el turno del comisario últimamente comenzaba más tarde para estar más tiempo por la tarde-noche, acompañando así a Greco. Al ver la hora 9:21 a.m. supuso que el hombre estaba disponible, por lo que llamó sin rodeos.

Dos tonos y el ruso ya había contestado.

Hombre, Fred, ¿cómo se encuentra? — Saludó el ruso al otro lado de la llamada

— Ahora mismo soy Gustabo, ruso. — Se quejó el rubio paseándose por el salón

10-4, disculpe, es la costumbre. ¿Qué necesita?

— ¿Va todo bien por comisaría? No he salido desde que el viejo me ha dado los días de descanso, ¿cómo va todo?

Todo bien, Gustabo, no sé si ha sucedido algo en las últimas horas pero desde donde yo sé está todo en orden.

— Perfecto, muchas gracias, no me gusta ni estoy acostumbrado a estar tan ausente.

Volkov rió al otro lado de la llamada, extrañando al rubio.

Hombre, lleva tres días fuera, no es tanto tiempo, eh?

— Eso será para usted que seguramente haya estado de vacaciones o de baja hasta meses, pero yo jamás he cogido las semanas libres que se dan. Horacio siempre las aprovecha, pero yo siempre me quedo ahí como un perro. — El silencio en la llamada se hizo en la llamada — ¿cómo cree que hemos llegado a inspectores jefe? Ese puesto no es gratis, Volkov.

El ruso no puedo evitar reir sonoramente tras la llamada al escuchar lo último, provocando una gran confusión en el menor.

No, Gustabo. Ese puesto no es gratis, ¿qué ha tenido que hacer entonces para llegar hasta ahí, perdone? — Volvió a reir, dándole a entender al rubio cómo se habían escuchado sus palabras.

Rápidamente Gustabo tapó sus ojos con una mano mientras con la otra seguía sosteniendo el teléfono y presionando sus labios con fuerza.

— Por dios, no me joda, Volkov. — rompió en risas también

Disculpe, sabe que no soy así. No he podido evitarlo. — Se disculpó reteniendo su risa

— No se preocupe, Volkov.

— ¿Le apetece qué vaya a hacerle compañía? Hasta que inicie turno tengo el día libre. — propuso el ruso

— 10-4, sin problema. ¿Quiere venir aquí o vamos por la ciudad?

Creo que... tal y como están las cosas, ¿le molesta si voy a su casa?

— En absoluto, le espero, Volkoc. — Sonrió el rubio por el apodo

Volkov. — Rectificó

— Volvof.

Volkov.

— Ruso.

Volkov.

— Vamos a ver, elige: Volkoc o Ruso Alcohólico.

Joder, llámeme como quiera, voy en camino.

Tras eso se escuchó el sonido de unas llaves chocando entre sí para luego escuchar el sonido de la llamada colgada.

𝑷𝒓𝒐𝒑𝒊𝒂 𝑪𝒂𝒛𝒂. / 𝑮𝒖𝒔𝒕𝒂𝒃𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora