Capítulo 6

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Subía las escaleras corriendo., en esos momentos pasaba de ser todo un adolecente a ser menos que un niño de seis años asustado, tapándose sus oídos mientras trataba de controlar su cuerpo que temblaba.

Tras llegar a su cuarto se encerró y aseguró la puerta, se tapó con su almohada la cara para amortiguar aquellos horribles gritos. Su padre había estado de mal humor, y su madre cometió el terrible error de quedarse platicando un rato más con sus amigas, por lo que al llegar a casa, su padre se topo con la desagradable noticia de que la comida no estaba servida, así que comenzó a gritarle a su madre quien sólo se quedaba en la esquina llorando.

— cobarde— se repitió Timoteo mientras pequeñas lágrimas le escurrian por sus mejillas,se lamentaba por no tener el valor suficiente para ayudar a su madre.

Escucho como cosas se caían, como su madre suplicaba por clemencia prometiendo que no volvería a pasar nunca aquello. Cuando todo quedó en silencio, se quedó mirnando al techo sin poderse mover, escuchaba como los perros ladraban, fuera de eso, no se escuchaba nada más, sus pies estirados en la cama al igual que sus brazos, una oprecion en el pecho, sus ojos abiertos en trance, sin moverse, sin emitir ningún sonido más que el de su propia respiración. No noto cuanto tiempo pasó así, no hasta que escucho como intentaban abrir la puerta de su cuarto haciendo que su cuerpo nuevamente se tensara y su corazón se detuviera por milésimas de segundo, eso hasta que escucho la voz de su madre que pedía permiso para entrar.

Rápidamente se levantó y abrió, encontrando como la mujer tenía un moretón en el ojo, su labio sangraba, y como aún así, le pudo brindar una sonrisa. Tomó la mano de aquella bella mujer, la guió en silencio hasta su cama donde la ayudó a sentarse, entró al baño y sacó algunos productos con los que pretendía curar aquellas heridas. Se acercó, tomó un algodon que mojo con alcohol, lo paso por su moretón y por su labio, lo que hizo que la mujer soltara pequeños quejidos. Cuando hizo lo más que podía, guardo las cosas y se sentó a su lado mientras recargaba su cabeza en el hombro de la mujer.

—gracias querido, lamento que tuvieras que escuchar eso — teo no quizo mirarla, no podía, la culpa no lo dejaba.

— perdoname madre, no puedo protegerte— intento sonar neutro, pero no lo consiguió, su voz salía apenas en un hilo, tan baja que casi no podía oírse.

—no tienes porque pedir perdón, si intervienes, el podría matarte, jamás eh querido que intentes rescatarme, ese es mi trabajo, mientras sea yo no tengo problema, me mataría mas saber que tu padre a puesto una mano en ti —su madre comenzó a acariciar su cabello, desarreglandolo un poco, Timoteo torció la boca en una sonrisa.

— mañana tu padre no estara, podemos salir a la playa, si da tiempo, vamos ha navegar un rato — propuso. Aquella no era una mala idea, hacía tiempo que no pasaba tiempo a solas con su madre.

— mamá, ¿porque sigues con el? — cuando solo eran ellos dos, podían hablar en confianza, el ambiente era tranquilo y se sentían más cómodos, aún así, nunca le había echo una pregunta tan atrevida y personal.

— si te soy sincera, no lo sé, supongo que es mas fácil dejar las cosas así, dejarlo implicaría ser señalada, no sólo yo, si no tu también, tendríamos que irnos de aquí, sería difícil sostenernos económicamente, ni si quiera estoy segura si abría días en los que podrías comer —ambos podían verse a través del espejo.

— ¿porque te casaste con el? ¿Lo amas? — quizá no debía seguir con aquellas preguntas, pero en verdad quería entender que era lo que tenían, porque aunque no sabía que era el amor.,ahora que ya había leído de el, estaba un poco más seguros de que aquello no lo era.

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