Capítulo 11

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Timoteo

Bien, sin lugar a dudas estaba completamente sin palabras, nunca lo creí capaz, jamás creí quedarme sin palabras cuando estoy con él, pero como siempre, termina por sorprenderme.

— ¿que haces vestido así? A ti no te gusta usar eso. Ni pienses que voy a salir con eso a la calle — apunte a la cama donde había una pijama exactamente igual, con los joggers de cuadritos blancos, negros y grises. Aunque eh de aceptar que esa playera blanca con el oso en el centro me gustaba, la de jewel era color negro.

— de echo, hoy nos quedaremos en casa — dicho eso se dirigió a la puerta, pero antes de salir me aventó unos calcetines largos con dibujitos de gatitos.

— ¡ey!, ¿porque nos quedaremos aquí? — no es que me molestara, de echo creo que es lo mas sensato ya que por la ventana podía ver que el clima estaba nublado y las ojas de los árboles se movían debido a el aire.

— porque al parecer a un niño pequeño jamás lo invitaban a las pijamadas, lo que lo ponía muy triste, así que su gran persona le va a cumplir ese sueño hoy — me guiño el ojo y salió.

Nunca debí de decirle que lo concideraba mi persona, ahora es fastidioso que se diga así mismo así. Bueno, la verdad no es fastidioso, solo es vergonzoso.

Tome la pijama con cuidado y sonrei. La vez que le conté a jewel de que no me invitaban a las pijamadas fue una vez que fuimos a comprar y vi una de esas en un aparador, él me dijo que ese no era su estilo y aun así, ahora estaba usando una para hacerme feliz.

Cuando termine de ponerme las calcetas me mire al espejo, me da gracia que la playera me quede un poco grande, pero eso es algo que sinceramente ya me da igual. Baje las escaleras brincando cual niño pequeño y justo cuando di la vuelta para ir a la sala, quede con la boca abierta.

Había velas amarillas colocadas estratégicamente, el foco emitía una luz muy tenue, y no había ningún mueble salvo unas colchonetas y mantas en el centro.

— si no cierras la boca se te va a caer la baba — dijo jewel saliendo de la cocina junto con dos tazas, las cuales por el olor supe que eran chocolate, también tenía una bandeja con galletas.

Me acerque hasta quedar frente a él, me dio una taza y tomó una galleta para exterderla hacia mí.

— di aaa —abrió la boca como demostración, primero vi la galleta, luego lo mire a él y luego la galleta otra vez, abrí mi boca y di una gran mordía. — ¿que tal esta? —

— esta muy buena — eran las gatellas de vainilla más deliciosas que hubiera probado en toda mi vida, no eran tan dulces lo cual agradecía. Terminé quitándole el plato de galletas para ponerlo en mis piernas y comer más.

— me alegra mucho que te gustaran, no fue nada fácil hacerlas no tan dulces —

¿Él las había echo?, nunca dude de sus habilidades culinarias, pero jamás creí que pudiera hacer cosas dulces sin hacerlas TAN dulces.

— eres el mejor del mundo, te odio por eso — le saque la lengua.

— ya lo sabia, ahora come — yo le extendí una galleta para alimentarlo aunque terminó por tomarla con la mano, me iba a quejar, pero lo vi sumergir la galleta en el chocolate para después comerla. No sabía que le gustaba hacer eso, personalmente siento que se aguadan mucho.

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