II | The Invitation

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Envuelto en un sobre negro de cartón fino con un diseño de flores pintadas con gris que solo logra verse si te acercas por completo. Dentro de este reposa un papel de textura dura pero lisa color blanco. 

Cuando vió el lazo negro con un pétalo de rosa roja en el centro casi se desmaya, era un detalle encantador que lo había enamorado por completo, tal vez algún día haga un listón como ese para las invitaciones del cumpleaños de su prima, pero luego recordaba que odiaba a la chica y se le pasaba las ganas; estaba confundido al principio cuando encontró el sobre sobre la silla de su pupitre, pensó que a alguien se le había podido haber caído, pero entonces descubrió su nombre grabado en la parte baja del sobre. Curioso desató el nudo y sacó el papel sorprendiéndose de que las letras escritas sobre esta estaban echas a mano por completo, con una letra muy pulcra y refinada. No conocía a nadie que escribiera así, era fascinante.

Entonces decidido comenzó a leer.

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¡Sorpresa!
Me alegra anunciarte por medio de esta carta 
que has sido elegido para ser nuestro:

¡INVITADO ESPECIAL!

Serás nuestro elegante invitado a "The feast of freaks" esperamos con ansias tu asistencia, esta noche.

El lugar es difícil de explicar pero sabemos que lo lograrás: A las afueras de la ciudad en medio del bosque silbante, un sendero de faroles espinados te guiarán. A las diez es una buena hora para empezar, sin ti la fiesta no comenzará.

¡Te esperaremos y recuerda, la fiesta es un secreto así 
que no le digas a nadie, shss!

Sin duda le parecía un sueño, parpadeó confundido mientras elevaba la mirada dejando la carta sobre su pupitre. ¿Él? ¿Un invitado especial? Ni en sus sueños más locos, sí, era una completa locura sin duda.

— De seguro es otra broma de Nayeon. — susurró al recordar a la molesta chica que había hecho de su vida en el Colegio una completa mierda. Suspiró frustrado porque por un momento creyó que podría ser real, el no iba mucho a fiestas pero sin duda le gustaban, claro, como a cualquier otro chico de su edad. Pero el problema para él siempre era el mismo, jamás, en sus dieciocho años lo habían invitado a una fiesta, ni siquiera en kinder cuando algunos de sus compañeritos celebraba algún cumpleaños.

No.

Él era el excluído.

— Si Nayeon está detrás de esto será mejor no ir... — hizo su asiento hacia atrás para poder sentarse, aún era recreo pero no tenía ganas de ir al patio o caminar por los corredores, el salón era mejor opción que eso. — pero... ¿y si es verdad?

Qué difícil situación, el quería ir, pero temía de que todo fuera una cruel broma en la que al final el terminara perdido en un oscuro bosque.

Pensó en si asistir o no durante todas las clases, incluso cuando Nayeon entró al salón se le quedó mirando para ver si ella le sonreía con algún tipo de sarcasmo, él esperaba eso en verdad sin embargo la fémina al verlo simplemente rodó los ojos con fastidio al descubrir su mirada.

— ¿Qué? — preguntó ella a la defensiva, tenía un poco de labial rojo un poco al costado de sus labios pintando parte de su mejilla, de seguro se había pintado de forma apresurada, tal vez por eso estaba de mal humor. — ¿Ya te enamoraste de mí, Seungminnie? 

Su tono meloso y la pregunta hecha causó las risas de los demás estudiantes, Seungmin bajó su mirada al instante intimidado y negó levemente con la cabeza tratando de distraerse con los apuntes en su cuaderno. Aún así una pequeña esperanza creció en él, tal vez era cierto, tal vez no era una broma de Nayeon, quizás él si podía ir por fin... a una fiesta.

El solo pensamiento lo emocionó, cuando el timbre de salida sonó el guardó todas sus cosas de manera apresurada y corrió fuera del salón en dirección a los pórticos de la entrada, las gradas que habían para llegar a la grava inferior, él los saltó, casi cae por eso pero no le importó, él estaba emocionado porque hoy por fin iría a una fiesta.

Al llegar a su casa cerró la puerta principal de un golpe, su madre salió de la cocina con la espátula en mano y un ceño pintado en su rostro.

— ¿Qué es esa forma de entrar? — preguntó ella profundizando su ceño, lamió sus labios nervioso esperando que su progenitora no empezara otra de sus reprimendas eternas. — Que sea la última vez Kim Seungmin, la puerta no es un juguete. — Asintió veloz. — Ahora vete, no quiero verte hasta la hora de almuerzo.

Con una reverencia subió las escaleras con rapidez para llegar a su habitación. Al estar dentro se fue contra su armario, abrió las puertas de este de golpe y su mirada fue de izquierda a derecha. Con una mueca asintió y se apresuró a buscar entre toda su ropa algo para ponerse esta noche, quería lucir bien, prendas de distintos colores volaron por sobre su cabeza hasta aterrizar sobre su cama o a los pies de esta. 

Él suspiró con los labios caídos, no tenía mucha ropa. Sabía porqué, su mamá decía que tenía en cosas más importantes que gastar en vez de ropa que de seguro no utilizaría porque él no salía a ningún lugar más que el colegio. Su triste y justo ahora deprimente realidad. Con las manos escondidas entre sus muslos se sentó sobre su cama mientras observaba su armario ahora vacío. El color blanco del fondo de este lo saludó, no quedaba nada a excepción de los pares de zapatos en la parte inferior, solo contaba con cinco. Los miró atentos tratando de pensar cuál podría usar y con que prendas. 

No tenía ni la menor idea.

— ¡No tengo nada! — se quejó mientras se echaba de espaldas tomando con una mano su almohada y colocándola sobre su rostro, se golpeó con esta repetidas veces —. Ni siquiera un jean, todos son buzos ¡maldita sea! 

Estaba a nada de soltarse a llorar, su primera fiesta y no podría ir porque ¡no tenía nada que ponerse! Sin embargo pronto sus ojos se abrieron por completo con un brillo gutural en ellos, había recordado lo que muy probablemente podría ser la solución a sus problemas.

— ¡Seungmin! — suspiró a mitad de camino hacia su armario. — ¡Baja a comer de una vez! 

— ¡Ya voy!

Miró por última vez su armario y luego salió de su habitación para bajar a comer de una vez, sabía que molestar a su madre no sería bueno si estaba dispuesto a pedirle permiso para ir a esa fiesta.

Rogaba que la mujer le dejara ir.

The feast of freaks | HyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora