XII | La Fiesta de la Virgen

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Luego de dejarlo a manos de mis hermanos me moví al pasillo detrás de mí para dirigirme al cuarto que sería reservado para mí, pasé en medio de la multitud alejándome de él con largos pasos y cuando llegué a mi destino paré en seco.

Respire profundo la esencia del lugar y luego caminé lento hasta la gran ventana frente a mí, la cual era cubierta por grandes y pesadas cortinas que corrí de un solo golpe, dejando que la Luna se colara en la habitación y con ella su luz lo bañó de poder y ansiedad, faltaba muy poco para que ella alcanzara su punto en lo alto y su color cambiará pintando todo el cielo, y antes de que eso pasara él ya tendría que haber ganado el juego de la noche.

Dando una última vista a la Luna azul dió media vuelta y se encaminó a la salida, no sin antes acariciar las delgadas paredes de la habitación y observar por un momento el techo sobre él, si Jeongin había cumplido hoy el haría un trabajo por madre y pintaría una rosa blanca

Salió de la habitación y buscó a Daniel por toda la casa, no encontrándolo. Frunció el ceño al no hacerlo pero no se rindió, preguntó a todos sus hermanos y por mientras vigiló que su pequeña rosita estuviera siguiendo sus órdenes. 

Más tarde que temprano logró encontrarlo, bajando las escaleras del segundo piso con una mueca confundida y adolorida, lo tomó del cuello en cuanto vió que este quiso huir de él y lo arrastró con él hasta el pasillo que daba a la entrada que ahora se encontraba vacío, todos habiéndose movido a la sala y otros pasillos más ocultos. 

Lo empujó contra una pared y tomó su muñeca izquierda descubriendo rasguños en esta, miró a Daniel con el ceño fruncido pero este mantenía su vista en otro lugar. Cualquier lugar que no fuera él.

— ¿Qué tienes? — preguntó, dejó la mano de su hermano menor y observó como este dejaba caer su cabeza junto con sus hombros, abatido.

Daniel suspiró profundamente, su aliento dejando salir una nube de humo gris caliente que chocaba contra sus repentinas heladas manos. — Estoy cansado. — contestó él, esta vez, dejando que su cabeza se apoyara contra el muro detrás de él. — De-

Su voz se hizo opaca y su cuerpo sufrió un leve espasmo antes de que sus ojos se desenfocaran por un momento para luego volver en sí y sacudir su cabeza, enderezándose en su sitio y negando con la cabeza rápidamente.

— Ve a apagar las luces — ordenó. —, que Jeongin te ayude, ya vamos a empezar... — Daniel asintió sin dudar. — luego podrás descanzar, hermanito.

En cuanto Daniel hizo el anuncio de que el evento principal de la noche por fin comenzaría Hyunjin se separó del muro en el que estaba apoyado y caminó seguro hasta el centro de la pista, saludando con un movimiento de cabeza a las personas que giraban sus cabezas hacia él.

Una vez que estuvo en el centro, en un gran círculo vacío despejado de gente todos guardaron silencio.

— ¡Tou anthrópou! — exclamó Daniel con el micrófono en manos. — ¡Elijan un grupo de doce chicos y chicas que los representen en esta competencia!

Poco a poco chicos y chicas se posicionaron frente a él, todos muy emocionados por competir mientras dejaban de lado las bebidas que antes sostenían, Hyunjin sonrió altanero mientras se enderezaba en su sitio mostrando todo su porte para intimidarlos.

— ¡Prepárense! — la muchedumbre aclamó. — ¡El primero en dar la primera pieza será nuestro líder! ¡Hwang Hyunjin!

Hizo una larga reverencia antes de volver a su sitio, sin embargo antes de que la música sonara se giró a ver el balcón detrás de él, en donde Seungmin se encontraba observándolo junto a sus demás hermanos.

The feast of freaks | HyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora