IV | Mansión

1K 190 34
                                    

Al llegar a su habitación cerró la puerta detrás de él con lentitud y se apoyó sobre esta agotado y con la mirada puesta en su cama, ¿cómo se supone que deba sentirse ahora? cuando sabe que frente a sus padres es un chico mentiroso e inadaptado que no logra tener ni un amigo. Bien si buscaba una palabra que definiera su situación sería... desdichado, infeliz y traicionado porque sus progenitores no creyeran ni una de sus palabras y que se rieran de estas como si no tuvieran ninguna importancia o fuera alguna clase de desfachatez. Si, es más de una palabra pero el punto logra entenderse.

Quizás estaba un poco herido pero el sentimiento era leve, lo que ocupaba más campo en su mente y corazón ahora era la venganza, no estaba orgulloso de la palabra pero era la única que saltaba a su mente, de alguna forma u otra quería demostrarles a sus padres que tal vez... si puede tener algún amigo y que no era ningún inadaptado.

Quizás en la fiesta logre conocer a algunas personas. Sin embargo una de las frases que su padre dijo en medio del coro de risas que tuvo con su madre lo dejó pensativo. ¿Quién podría invitarlo a una fiesta? no conocía a muchos de su salón o siquiera mismo grado y no creía que alguien más aparte de los chicos y chicas que estaban en su sección lo conocieran siquiera, entonces, ¿quién pudo haberlo invitado? Corrió hasta su escritorio y de la silla tomó su mochila para abrir el último cierre dejando a la vista el sobre de la invitación, al leerla supo que la invitación era en plural, es decir, es un grupo el que lo había invitado, no tenía idea de cuál y en la carta tampoco salía algún nombre más que el título de la fiesta que lograba reconocer levemente ya que a inicios del año había escuchado hablar de ella.

De todas formas eso no lo iba a parar, el asistiría sin importar el curso inicial de la situación.

El escalofrío helado que recorrió su columna de forma inesperada fue gratificante y placentero, hizo que en su rostro naciera una sonrisa ladina satisfecha puesto que la sensación le había hecho saber una cosa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El escalofrío helado que recorrió su columna de forma inesperada fue gratificante y placentero, hizo que en su rostro naciera una sonrisa ladina satisfecha puesto que la sensación le había hecho saber una cosa. Observando a su alrededor caminó calmado hasta el centro de aquella pequeña capilla en tanto sus manos gélidas se levantaban hasta la altura de su estómago, estaba dispuesto a dar el primer paso para empezar con todo cuando un crujido a su lado se llevó su concentración, al girar su mirada cayó en uno de sus hermanos quien observaba la rama que acababa de pisar sin querer.

— Mhm... — tarareó el chico de cabellos rubios con una mueca en tanto ponía sus manos sobre sus caderas pensativo. — eso es señal de mala suerte.

Rodó los ojos por sus palabras volviendo entonces su vista al frente. — O simplemente estás perdiendo tu toque. 

Terco como siempre no desistió de su idea original, él negó. — No, es mala suerte, abandono esto. — dió media vuelta y miró al cielo, sabía que estaba esperando que lo parara pero no lo haría, en su lugar se cruzó de brazos sin abandonar su posición, se negaba a seguirle la corriente a algo tan tonto como lo que pretendía hacer Matteo. — ¿No vas a pararme? — negó. — pero sin mi no puedes hacerlo.

The feast of freaks | HyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora