Se acercaron despacio uno a otro y se encontraron en el centro de la plazuela.
-Pensaba que ya no venías -dijo él.
-He estado a punto -repuso ella.
Se produjo un silencio y Justin reprimió el impulso de tender la mano y apartarle un mechón de pelo de los ojos. Si podía tocarla, todo iría bien. Pero se metió las manos en los bolsillos de la gabardina para resistir la tentación.
-¿Quieres ir a tomar un café? -preguntó-. Hay un sitio justo en...
_______ negó con la cabeza.
-No, estamos bien aquí. Sólo voy a hacerte una pregunta y quiero que seas sincero conmigo.
-De acuerdo.
-¿Por qué haces esto? Puedes tener todas las mujeres que quieras. ¿Por qué yo?
-Eso son dos preguntas -dijo él-. Con respuestas muy distintas.
-Dime la verdad -insistió ella.
Justin pensó con cuidado la respuesta, sabedor de que lo que dijera podía influir mucho en la decisión de ella. Sintió deseos de mentir y ocultar sus verdaderos motivos, pero si quería que aquello funcionara, no podía empezarlo con una mentira.
-Tengo treinta años. Mi padre me está presionando para que me tome el futuro en serio. Quiere que me case y forme una familia, pero mi vida social hasta el momento no ha ido enfocada a ese objetivo concreto y, si quiero dirigir la compañía, tengo que probarle que me tomo en serio lo de buscar esposa.
Esperó la reacción de ella, que se limitó a asentir con la cabeza.
-De acuerdo, eso puedo entenderlo. ¿Y por qué yo?
Justin se encogió de hombros.
-Tiene sentido -repuso-. Para empezar, está el contrato. Y ya éramos buenos amigos -no le dijo que ella le atraía mucho, que no dejaba de pensar en ella y la veía bajo una luz nueva.
-¿O sea que esto es sólo cuestión de... eficiencia? -preguntó ella.
Justin soltó una risita.
-He pasado años perfeccionando mis encantos, ¿y qué he conseguido? Todavía no he encontrado a la mujer perfecta.
-¿Y estás dispuesto a conformarte con una imperfecta?
-¡No! -protestó él-. Tú no eres imperfecta en absoluto. Nosotros empezamos como amigos, _______. Quizá sea lo mejor -hizo una pausa-. Si quieres saber mi opinión, creo que nos han tomado el pelo. Nos dedicamos a buscar el amor y los finales felices y puede que la mayoría no los encontremos nunca. Yo tengo treinta años y he salido con mujeres suficientes para saber que es difícil encontrar algo especial.
Cerró los ojos y respiró hondo el aire húmedo.
-¿Sería tan malo intentarlo? ¿Qué tenemos que perder?
