Justin asintió. Las plantas y las cajas estaban en la parte de atrás de una camioneta que llevaba el nombre de Moon Gardens y que ________ había aparcado en doble fila delante de la casa. Justin la ayudó a llevar todo hasta el vestíbulo y, cuando terminaron, la dejó entrar en casa y él llevó la camioneta a su garaje.
Cuando volvió, encontró a _______ en la cocina regando una planta que parecía algo marchita.
-¿Se repondrá? -preguntó.
________ se volvió a mirarlo con un sobresalto.
-Creo que sí. No es una buena época para mover plantas. Se acostumbran a un lugar y a veces se alteran cuando les cambias las condiciones de vida.
Justin se colocó detrás de ella y miró la planta.
-¿Quién es ésa? -preguntó.
-Sabrina. ¿No te acuerdas de ella?
-¿De la universidad?
________ asintió con la cabeza.
-Me la regalaste tú cuando te mecanografié un artículo para la revista de leyes. Es vieja, pero todavía está sana. Esta especie no es propensa a insectos o enfermedades y la he transplantado unas cuantas veces.
-¿Y por qué la llamaste Sabrina?
-Por Audrey Hepburn y Humphrey Bogart.
-Ah, sí, esa película -retrocedió para reprimir el impulso de besarla en el cuello-. Supongo que debería enseñarte esto.
________ se volvió hacia él.
-De acuerdo.
Justin salió por la puerta y ella miró a su alrededor con curiosidad. Y él aprovechó la gira para tocarla una y otra vez, colocar la mano en la parte baja de la espalda de ella o tomarla por el codo al guiarla de habitación en habitación. Artemis los seguía, ansioso por conocer a aquella visitante.
-Compré la casa por los techos altos - explicó Justin -. Y por los detalles arquitectónicos. Las escayolas del techo son originales y la chimenea de la sala también. Cuando compré la casa, estaban cubiertas por capas de pintura.
_______ asintió.
-Es hermosa. Pero la decoración es muy moderna.
-Sí, me gustan las líneas limpias. Acero inoxidable, cristal y cuero.
-Muy masculino -murmuró ella.
-Te enseñaré tu dormitorio -le tomó la mano y tiró de ella escaleras arriba-. Ya has visto la cocina y la salita de atrás. Arriba hay tres dormitorios y un baño. El tercer piso es un espacio grande sin terminar. Todavía no sé lo que haré con él.
Cuando llegaron al segundo piso, señaló la habitación más pequeña.
-Esa la uso como despacho. Y ésta es mi habitación -abrió una puerta y _______ vio una cama grande con una cómoda sencilla de estilo danés y un armario.
Justin cruzó el pasillo y abrió la puerta del cuarto de invitados.
-Y ésta es la tuya. No es gran cosa, pero seguro que tú tendrás objetos personales que la embellecerán.
________ entró en la estancia y miró a su alrededor.
-No creo que esto sea buena idea - dijo-. Lo siento, pero me parece que debería irme.
Justin la sujetó por los brazos para cortarle la huida.
-No tienes nada que temer de mí - musitó. Le puso los dedos debajo de la barbilla para obligarla a mirarlo a los ojos-. Aquí estás segura. Te lo juro.
-Lo sé -susurró ella con expresión dudosa.
-Dale una oportunidad a esto -él se inclinó con la mirada clavada en sus labios. Su instinto le decía que no debía, vio la aprensión y la duda que expresaban sus ojos y supo que había cometido un error-. Perdona -murmuró. - Voy a subir tus cosas, ¿de acuerdo?
-De acuerdo.
Justin bajó corriendo las escaleras y entró en la cocina. Abrió el grifo del agua fría en el fregadero y se frotó el rostro con las manos mojadas. Lanzó una maldición, tomó un paño de cocina y se apoyó en el borde de la encimera con los ojos cerrados y la cara mojada.
Unos segundos más tarde, Artemis entró en la cocina y se sentó al lado del fregadero.
-¿Qué te parece? -preguntó el hombre-. Lo sé, lo sé, es una chica. Pero es muy guapa, ¿no crees?
El perro echó la cabeza a un lado y levantó una oreja, como si no aprobara a la nueva invitada.
Justin le dio una palmadita en la cabeza.
-Sólo tienes que acostumbrarte a ella- alejó el paño en la encimera y volvió al vestíbulo, donde levantó tres cajas para llevarlas al dormitorio.
Encontró a _______ sentada en la cama con Molly o Anya en las manos. Parecía a punto de echarse a llorar y Justin dejó las cajas y se arrodilló ante ella.
-¿Qué te pasa?
________ forzó una sonrisa y movió la cabeza.
-Nada.
-Vamos, dime qué ocurre.
Ella miró a su alrededor.
-Esto no parece un hogar.
La mujer decidida y segura de sí había desaparecido, sustituida por la chica que había conocido en la universidad, la chica que lloraba al final de las películas románticas, la chica entregada. Si tan desgraciada se sentía con aquel acuerdo, ¿por qué había accedido? Justin tuvo la impresión de haberla obligado a hacer algo que no quería.
Se maldijo e intentó pensar en el modo de hacerla sonreír de nuevo.
